Al echarle un vistazo a su correo electrónico, mi estómago se hizo un nudo. Era una maestra en el ministerio de mujeres y me estaba preparando para el lanzamiento de nuestros proyectos de primavera del ministerio. Ya había invertido innumerables horas y recursos en planificar un evento y había organizado estudios que eran retadores y atractivos. Tenía expectativas, estaba emocionada y con energía. Sus palabras críticas me sacaron todo el aire. Estaría mintiendo si dijera que no lo tome personalmente. En mi carne, quería levantar las manos y rendirme. «¿Quién necesita esto?».
¿Te ha pasado algo similar?
Cinco tentaciones a evitar
Vemos la primera crítica en el jardín del Edén, momentos después del primer pecado (Gn. 3:12-13). Parece que el encontrar fallas en nuestras compañeras portadoras de la imagen de Dios es un contagioso derivado de la Caída. Esto puede resultar especialmente doloroso cuando las críticas provienen de nuestros equipos ministeriales o de las mujeres a quienes estamos desesperadamente tratando de servir. Para mí, la crítica presenta a menudo cinco tentaciones.
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Acobardarse
Aunque sé que la Palabra de Dios me llama a usar mis dones espirituales para servir a otros (1 Pedro 4:10), mi respuesta inmediata a la crítica es guardarlos en un lugar seguro en donde me sienta menos expuesta. Quizás busque a otra persona para enseñar en el próximo retiro o puedo mantener un perfil bajo el domingo por la mañana. Pero la realidad es que mis dones espirituales son perlas que solo brillan cuando son cosechadas y enhebradas juntas con los dones de mis hermanos y hermanas en Cristo.
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Empezar a tapar
Como maestras en el ministerio de mujeres, a menudo marcamos la pauta para la vulnerabilidad en nuestro ministerio. Cuando nosotras hablamos primero, las mujeres a quienes influenciamos se sienten con más valentía para hablar de sus luchas y dolores profundos. La razón por la cual sienten temor de ser las primeras en hablar es porque exponer las grietas en nuestras vidas da lugar a la crítica y malos entendidos. Cuando yo soy criticada en mi ministerio, estoy tentada a tapar mis quebrantos para protegerme. El proyectar la perfección realmente nunca funciona, ¿verdad? (Nadie lo cree de todas maneras.) El costo es una cultura de vulnerabilidad en medio de las mujeres a quienes amo y sirvo.
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Establecer una estrategia defensiva
Todas tenemos mujeres en nuestro ministerio a las que queremos y en las que confiamos. Son nuestras voluntarias clave, nuestras «Titos» y «Timoteos». Sabemos que nos guardan las espaldas. Cuando soy criticada, estoy tentada a permitir que estas mujeres me rodeen para protección como en una estrategia defensiva. Solo a estas mujeres les pido que sirvan. Solo planifico eventos con estas mujeres en mente. No busco a nadie fuera de este círculo por temor a una mordida de serpiente. Estoy agradecida que Cristo no ministró de esta manera. Como gentil y pecadora, no pertenezco al círculo íntimo de Cristo. Una vez fui hostil hacia Su evangelio y crítica de Sus enseñanzas, pero Él me acoge de todos modos. Él me está enseñando a hacer lo mismo.
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Preparar una trampa
Cada líder de ministerio necesita esto tatuado en su corazón: «El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el Señor estará seguro» (Prov. 29:25).
Cuando nuestras decisiones ministeriales están motivadas por temor a la crítica, nos encontraremos rápidamente enredadas. Nuestra meta es glorificar a Dios y servir a Su iglesia. Esto vendrá acompañado por una ración de crítica. Cuando mantenemos nuestros ojos puestos en nuestro llamado y misión, podemos escuchar palabras críticas sin rendirnos a la tentación de preocuparnos constantemente por lo que las personas piensan.
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Jugar al teléfono
Esta tentación me avergüenza sobre todo. Cuando soy criticada, mi tentación es contárselo a alguien (quien sea). Puede que quiera decírselo a mis compañeras de oración con el pretexto de que «oren por mí». Puede que quiera decírselo a mis compañeras de ministerio con el pretexto de preguntarles: «¿Has tenido algún problema con fulanita?». Puede que quiera decírselo a mis voluntarias del ministerio de mujeres para que tengan «cuidado con ella». En cambio, las Escrituras me instan a mantener mi boca callada.
«No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan» (Ef. 4:29).
Piensa en el jardín. Adán y Eva se pasaron la pelota y cambiaron insulto por herida. ¿Les sirvió de algo? ¿Les alivió la culpa? No. Que sirva de lección.
Tres respuestas bíblicas
No quiero responder a la crítica de forma fea o inútil. Sé que tú tampoco. Entonces, ¿cómo debemos responder? La Palabra de Dios nos recomienda las siguientes tres respuestas.
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Compadécete como Jesús
«Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes» (Mateo 5:11-12).
El rechazo es una bendición.
La persecución es una bendición.
Las falsas acusaciones son una bendición.
La crítica es una bendición.
Sé que esta es una pastilla amarga. Cristo nos pide que nos la traguemos de todos modos. La verdad es que Él se enfrentó a críticas más intensas e inmerecidas de las que jamás nos enfrentaremos nosotras. Todavía hoy Su carácter es cuestionado, Su autoridad es cuestionada, Sus métodos son cuestionados.
Cuando eres lastimada por las palabras de otra, puedes descansar en el conocimiento de que tienes Su compañía. Él te comprende. Pídele que te ayude a apartarte de aquellas que te critican y a correr hacia Él.
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Sé humilde
No pases rápido por este pasaje conocido. Medita en él por un rato.
«No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres» (Flp. 2:3-7).
No somos solo maestras del ministerio de mujeres. Somos servidoras del ministerio de mujeres. Nuestro trabajo es cuidar humildemente del rebaño. El orgullo se levanta en nosotras cuando somos criticadas y cuando queremos responder a la defensiva o acción. La humildad nos llama de los lugares bajos pidiéndonos que nos vaciemos como hizo Cristo.
Cuando nos critican necesitamos la ayuda de Cristo para preguntar: ¿qué puedo aprender de esto? ¿Cómo puedo utilizar esto para servir mejor?
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Manéjalo con cuidado
«Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen» (Mt. 5:44).
Las palabras «enemigos» y «persecución» pueden desviarnos de la intención de las palabras de Cristo aquí. Dudo que los pesimistas de tu ministerio sean tus enemigos y un comentario o correo electrónico crítico no es lo mismo que persecución, pero a veces se siente de esa manera. ¿Estás de acuerdo? Esos golpes nos dejan magulladas, aunque no vencidas, atadas, aunque no encarceladas. El nivel de oposición que enfrentamos no es tan importante como lo es nuestra respuesta.
¿Qué debemos hacer?
Amar y Orar
Amar y Orar
Amar y Orar.
Esa mujer que critica cada evento que planeas, ¿oras por ella? ¿Buscas activamente maneras de amarla? La que le gusta recordarte que «esta no es la manera que acostumbramos a hacer las cosas». Sí, ella. ¿Oras por ella? ¿Buscas activamente maneras de amarla? La mujer que no participa en el ministerio de mujeres y abiertamente te dice por qué. Sabes lo que voy a preguntar ahora, ¿verdad? ¿Oras por ella? ¿Buscas activamente maneras de amarla?
No podemos hacer esto por nuestra propia cuenta. Somos desesperadamente dependientes del Espíritu Santo para ayudarnos a responder en maneras que son contradictorias a nuestra naturaleza pecaminosa. Me encantaría tomar un momento y orar por ti mientras enfrentas críticas en tu ministerio. Sería un honor que hicieras lo mismo por mí.
Jesús,
Gracias por las críticas que enfrentaste por nuestro bien. Mientras enfrentamos las críticas de las mujeres que queremos alcanzar con tu verdad, enséñanos a responder como Tú. Danos poder por medio de tu Espíritu para amar a las mujeres que nos critican y orar por Tus bendiciones sobre sus vidas. Te amamos. Te necesitamos. Amén.
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