Hace años, mi esposo empezó un nuevo trabajo y nos mudamos a una nueva ciudad. Nos unimos a una nueva iglesia y pensé: «Nunca más serviré a Dios. Estas personas no me conocen. No saben qué cosas hago bien». En mi anterior iglesia, había estado al frente del coro de los niños, una tarea que realmente amaba. Pero no me sorprendió que este rol ya estaba ocupado en la iglesia nueva.
Así que, algo triste, dejé de lado mi amor por el coro de los niños y me enfoqué en un ministerio donde no había muchos sirviendo: el salón de los niños pequeños. Hice unas cuantas amigas que también eran madres de niños pequeños, mientras los cuidábamos y les dábamos galletas de animalitos. También hice varias amigas en el grupo de estudio bíblico.
Una noche, estas nuevas amigas me invitaron a una cena con ellas y ¿adivina al lado de quién me senté? ¡La directora del coro de niños! Fue un gusto conocerla y comentarle sin parar de cuanto amaba mi pequeño coro en la otra iglesia. Sorpresivamente, mi nueva amiga compartió que ella no opinaba lo mismo. Me confesó que anhelaba pasar su responsabilidad a otra. ¡Quería empezar a cantar ahí mismo! Pero, solo sonreí y empecé a orar. Unos meses después, tuve el privilegio de liderar a los niños a alabar a Dios en el coro.
Un deseo de servir
¿Quieres servir a Dios de otra manera? ¿Te frustra la falta de oportunidades que tienes de servir a Dios en tu iglesia o tu ministerio? Tal vez pienses que estás mejor preparada que la persona asignada a cierto rol. Tal vez tienes más experiencia o dones naturales. Tal vez esa persona solo quiere estar en control.
Puede llegar a ser una línea muy fina entre estar disponible sin ser insistente o querer tomar el control.
Debes ser humilde para querer una oportunidad en la que no tienes experiencia. Tal vez quieras estar en el grupo de música o contarle historias de la Biblia a niños de edad escolar. O tal vez quieras empezar un nuevo ministerio para madres solteras. Pero te preguntas si Dios aprobaría tus esfuerzos para expandir el alcance de los ministerios, ya que especialmente es Su ministerio.
El Nuevo Testamento está sazonado con ejemplos de líderes experimentados en la iglesia que preparan el camino para que los líderes más jóvenes empiecen. Vez tras vez, vemos a los líderes validando y recomendando líderes nuevos y más jóvenes. Por ejemplo, Bernabé validó la historia de conversión de Pablo, cuando los judíos no estaban seguros de poder confiar en él (Hechos 9:26-30). También, Pablo escogió a Timoteo como compañero, basado en las recomendaciones de los hermanos en Listra e Iconio (Hechos 16:2).
Pero, ¿y si no tienes un «Bernabé» ofreciendo validarte y recomendarte? ¿Deberías ser proactivo y expandir tu alcance? ¿Deberías pedir que te recomienden a guiar un estudio bíblico o hablar en un retiro? ¿O deberías cruzarte de brazos y esperar que Dios abra las puertas?
Te diría que deberías hacer ambas cosas. Estas son algunas pautas que me han servido a mí:
1. Enfócate en las oportunidades que Dios te ha dado
En lugar de poner mucho énfasis en las maneras en las que esperas que Dios te use, esfuérzate en la tarea que ya te ha dado. Sé responsable. Sírvele bien. Ten pasión. Dedícate completamente a las oportunidades que Dios ha dado, ya sea enseñar una historia bíblica a los niños pequeños, hablar en un grupo pequeño de estudio bíblico, o ministrar a tu propia familia. Pon a Dios a cargo de tu calendario para expandir tu ministerio, y sé fiel en las cosas pequeñas.
2. Escucha lo que te dicen
Por causa de nuestro orgullo, nuestras inseguridades y nuestro egoísmo, muchas veces es difícil vernos de la manera correcta. Necesitamos a otros en el cuerpo de Cristo para sostener el espejo y que nos digan qué ven de nosotros. A veces esto significa ser animados a probar un rol para el que nos sentimos inadecuadas. Otras veces podemos ser redireccionadas de un rol para el cual no estamos preparadas. Confiar en el consejo de otros creyentes es una manera en la que Dios nos apunta a las buenas obras que Él ha preparado de antemano para cada una de nosotras (Efesios 2:10).
3. Sé paciente
Amiga, si Dios te está moviendo a un ministerio en particular, ten ánimo. Si Dios realmente te ha dotado para servir de esa manera, la iglesia no va a ignorarlo. Tal vez tengas que decirle a alguien lo que quieres hacer (que normalmente requiere humildad). Pero también necesitas esperar. Pon tu esperanza en Dios, y expresa tu disposición. Sirve fielmente donde estás, y ora que Dios abra las puertas. Mientras tanto, aprende las lecciones que Dios tiene para ti en este tiempo de espera.
4. Pide ayuda a los líderes
Aprende de las personas que tienen más experiencia que tú, y acepta su consejo y ayuda. Luego (esto es importante), ¡haz lo que te digan que hagas! Me he dado cuenta que a veces las personas quieren mi ayuda pero no mi consejo. Quieren que los ayude a entrar a un ministerio, pero no quieren mi ayuda para poder hacer lo que el ministerio requiere. Seamos mujeres que aprovechen la ayuda que los líderes tienen la gentileza de proporcionarnos.
5. Confía en Dios con tu red de apoyo
En la universidad, tuve un jefe que se convirtió en un mentor a largo plazo, que también es autor ahora. Cuando quise empezar a escribir, este hombre fue amable y me animó y me dio muchos, muchos consejos para mis primeros trabajos. También tuve una compañera de cuarto en la universidad que se casó con un editor para una revista ministerial. Su esposo aceptó mi primer artículo para publicarlo en la revista.
Mirando hacia atrás, me asombra ver la red de apoyo que Dios puso en mi camino para mi trabajo de escritora. Yo no escogí mi trabajo de verano o a mi compañera que un día me ayudaría a ser escritora aspirante. ¡Ni siquiera sabía que quería convertirme en escritora en ese momento! Sin embargo, Dios fue poniendo personas estratégicamente en mi vida para ayudarme a llegar donde Él quería que yo fuera.
¿Y sabes qué? ¡Está haciendo lo mismo contigo! Ya sea que quieras estar al frente de un coro de niños o ayudar con decoraciones para la reunión de mujeres, no seas insistente ni te promuevas a ti misma. Confía en que Dios tiene un plan para Su iglesia, y tú eres parte de ella.
¿Cómo quieres que Dios te use? ¿Cómo puedes hacer para ofrecerte a servir donde estás ahora? ¿De qué manera específica puedes confiar en Dios y no en ti?
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