Almacenado en la esquina de mi ático, hay una caja de recuerdos para cada uno de mis hijos adultos. Dentro de estas cajas, hay tesoros escondidos que mi corazón de mamá no soporta deshacerse de ellos. Tesoros como la mantita favorita, el muñeco de peluche más querido de cada uno de mis hijos, y (¡oh lo más emocionante de todo!) sus tarjetas y cartas hechas a mano. Las he guardado de cada uno mis hijos. Los garabatos con letras al revés en crayola de colores todavía traen lágrimas a mis ojos. Sólo una madre de corazón duro señalaría las faltas de ortografía y la gramática horrible. Es impensable comparar la caligrafía de un niño con la de un adulto.
Otra comparación impensable se encuentra en Hebreos 12:3. El escritor nos anima: «Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen». La súplica es una orden urgente para detenerse y analizar cuidadosamente el sufrimiento de Jesús porque, a la sombra de la cruz, nuestros propios desafíos del ministerio disminuyen.
La copa del sufrimiento de Cristo no es rival para nuestra gota de dolor:
- Cuando te enfrentes a la oposición, recuerda que Jesús se enfrentó a gobernantes religiosos y fue malinterpretado por su propia familia (Mateo 12).
- Cuando necesites sabiduría y no sepas a dónde acudir, recuerda que Jesús oró hasta altas horas de la noche para escuchar a Su Padre (Marcos 14:32–42).
- Cuando tengas la tentación de pecar, recuerda que Jesús venció a Satanás en el desierto con la Palabra de Dios (Mateo 4:1–11).
- Cuando seas perseguida, recuerda que Jesús soportó la cruz por el gozo de traer a los pecadores la salvación (Hebreos 12:2).
El predicador escocés Robert Murray M'Cheyne escribió: «Por cada mirada a ti mismo, mira diez veces a Cristo»1 y «Vive cerca de Dios, así que todas las cosas te parecerán poco en comparación con las realidades eternas». 2
Amigas, nuestro triunfo en la línea de meta es seguro no solo si miramos a Jesús, sino cuando imitamos Su carrera de fe. Corre de la misma manera que Jesús, con humildad, obediencia y fortaleza con amor.
1 Robert Murray M'Cheyne and Andrew Alexander Bonar, Memoir and Remains of the Rev. Robert Murray McCheyne (United Kingdom: Oliphant Anderson & Ferrier, 1892), 279.
2 Ibid, 283.
Oración:
Señor Jesús, elevamos los ojos hacia Ti. Que estemos tan cautivadas por Tu belleza y gracia que nada —absolutamente nada— nos aleje de nuestro rumbo. Ayúdanos a correr a la sombra de la cruz con alegría desbordante en nuestros corazones.
Medita y Responde:
- Haz una lista de tus dificultades ministeriales, y escribe una oración a Jesús poniendo cada una al pie de la cruz. Ancla esta oración a una cruz en tu casa o llévala en tu Biblia como un recordatorio de Hebreos 12:3.
- Pídale a una amiga o compañera de carrera que memorice 1ra Pedro 2:21 contigo. Den un paseo juntas y analicen las implicaciones del sufrimiento en sus vidas y ministerios.
- Fija tus ojos en Jesús en adoración cantando la interpretación de tu artista favorito de, «La Maravillosa Cruz» o «Pon tus ojos en Cristo».
- Medita en las letras de la siguiente canción
Corre más lejos:
- Programa un tiempo prolongado en el que puedas «meditar». Medita en la persona y obra de Jesús en Isaías 53 y haz una lista de Sus atributos encantadores.
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