¿Alguna vez has visto una imagen con un doble significado? Dependiendo de dónde te enfoques, la imagen se verá completamente diferente. Mi hijo y yo contemplamos una de estas ilusiones ópticas recientemente: él vio la cara de una mujer y yo vi la palabra «mentirosa» escrita a mano. A pesar de que estábamos mirando la misma cosa, vimos dos imágenes diferentes.
Cuando el autor de Hebreos nos dice que «corramos la carrera que tenemos ante nosotros», nos da instrucciones específicas sobre dónde deben enfocarse nuestros ojos. Si los creyentes se fijan en los desalientos y las cargas del ministerio, perderán el impulso rápidamente. Nuestra percepción de la carrera cambia cuando miramos a Jesús.
Solo en Él encontramos fortaleza para levantar nuestras manos caídas y fortalecer nuestras rodillas débiles. Las cargas que nos pesan se vuelven más ligeras, y corremos con mayor esperanza e ilusión. Cuando miramos a Jesús, la carrera se transforma y la línea de meta está al alcance.
Podemos confiar en que nuestra fe perdurará porque Jesús es el «autor» y «consumador» de nuestra fe. Si esto fuera una carrera para atravesar un campo abierto, Jesús sería el que trazaría el terreno y completaría la carrera. Él conoce cada roca con la que tropezaríamos y cada pantano en el que nos atascaríamos. Ha establecido nuestro lugar de partida y nuestra línea de meta, y nos fortalece para completar el viaje.
Cuando estamos agotadas en nuestra carrera, es de ayuda recordar que Jesús sabe lo que se siente. Él puede simpatizar con nuestra debilidad, porque se hizo carne. Jesús resistió la carrera más dura que cualquier persona hubiese tenido que soportar. Obedeció perfectamente al Padre, incluso a través de la agonía de la cruz. Y ahora «es capaz de salvar hasta el punto de partida a los que se acercan a Dios a través de Él, ya que siempre vive para interceder por ellos» (Hebreos 7:25).
Cuando nos miramos a nosotras mismas y a nuestros propios recursos, nos quedamos cortas cada vez más. Pero cuando miramos a Jesús, encontramos todos los recursos espirituales que necesitamos para terminar esta carrera (Efesios 1:3).
Si la fatiga, las distracciones o los desalientos del ministerio te han detenido hoy, gira tu mirada, fija tus ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe. Aquí encontrarás la fuerza y los recursos espirituales que necesitas para terminar tu carrera con alegría.
Oración:
Padre, no hay Dios como tú. Gracias por enviar a tu Único Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Que Tu Espíritu abra mis ojos para ver a este Salvador único que es a la vez el autor y perfeccionador de mi fe. Perdóname por tratar de correr con mi propia fuerza. Que hoy seas honrado al procurar confiar en Jesús mientras corro mi carrera.
Reflejar y responder:
- ¿Cómo se ve, de manera práctica, enfocarte en Jesús mientras corres tu carrera de fe y ministerio?
- ¿Hay ciertos momentos o circunstancias en los que te sientes más tentada a correr con tu propia fuerza? ¿Hay barreras de proteción que puedas poner en su lugar para ayudarte a mantener tus ojos en Cristo?
Corre más lejos:
- Considera las palabras de Jesús en Mateo 11:28–30. Promete desafiar a los que trabajan y están cargados. ¿Has estado cargando tus propias cargas en lugar de llevarlas a Jesús? ¿Qué te impide buscar Su descanso?
- ¿Qué pasos prácticos puedes tomar esta semana para ayudarte a mantener tus ojos en Jesús?
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