Los devastadores incendios invadieron la montaña y se dirigieron hacia nuestra casa en cuestión de segundos. Vimos las noticias sobre las evacuaciones pendientes mientras hacíamos las maletas a toda prisa y, de repente, el presentador de las noticias pareció entrar en pánico, casi gritando: «¡Todo el mundo...EVACUEN YA!».
Nuestras dos hijas universitarias, mi esposo y yo corrimos a nuestros tres vehículos y nos dirigimos montaña abajo. Un trayecto que normalmente nos llevaría cinco minutos nos llevó veinte minutos, mientras que más tarde nos enteraríamos de que nuestros vecinos, que salieron solo unos minutos después que nosotros, tuvieron que esperar atascados en esa montaña durante horas.
Como madre, anhelaba tener a mis hijas en el vehículo conmigo y deseaba que no nos hubiéramos preocupado por salvar nuestros vehículos del incendio. Como una madre gallina que protege a sus polluelos en el incendio de una pradera, quería a mis «bebés» conmigo. Hubo un momento en el que pensé que podría separarme de ellas mientras un agente de la policía dirigía el caótico tráfico. Estaba aterrorizada, recordando cuando vivía en California y los conductores atrapados morían en sus vehículos intentando evacuar en un incendio.
Finalmente conseguimos bajar la montaña sanos y salvos y nos refugiamos en casa de un amigo fuera de la zona de evacuación. Lamentablemente, más de 350 casas quedaron destruidas y se perdieron dos vidas aquel día de verano en Colorado Springs.
En medio de estos tiempos inciertos, he pensado a menudo en esa evacuación por el incendio.
Ahora, nuestras hijas viven lejos de nosotros con sus propios hijos. Separadas de nosotros por varios estados, ahora tienen sus propias familias a las que cuidar y proteger. He anhelado tanto estar cerca de ellas y abrazar a mis nietos. Ha habido noches en las que no he podido dormir preocupada por mi hija, que es médico. En plena pandemia, ella trabajaba en su hospital y volvía a casa con sus pequeños. Me preocupé por mis nietos (tres con menos de tres años) cuando el COVID empezó a afectar también a los más pequeños.
La primavera de 2020 se parecía mucho a un incendio arrasador, lleno de miedo a lo desconocido. Tal vez, como yo, te has visto separada de seres queridos con los que desearías refugiarte y resguardarte. O, tal vez, como maestra del ministerio, te has visto separada de las personas a las que sirves, y te preocupa cómo afectará esto a tu ministerio y vocación. Parece que el miedo se ha vuelto tan contagioso como un virus.
Así que, de una persona propensa a preocuparse a otra, he aquí cuatro formas prácticas de superar el miedo y la preocupación en medio de tiempos turbulentos.
Convertir las preocupaciones en oraciones
Como mujer que ha luchado contra la ansiedad desde que era pequeña, he descubierto que, cuando convierto mis preocupaciones en oraciones, eso calma mi corazón ansioso. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero he descubierto que es la forma más eficaz de mantener cautivos mis pensamientos cuando el miedo intenta apoderarse de mí. Así, cuando me preocupaba que mi hija y mi yerno (ambos doctores que atendieron pacientes) se contagiaran del virus, oraba algo como esto:
Señor Jesús, clamo por tu protección sobre Christie y Brandon mientras cuidan de sus pacientes. Protégelos a ellos y a sus hijos de la furia del virus. Ayúdame a entregarte mis miedos. Gracias porque Tú estás en el fuego con ellos y prometes nunca dejarlos o abandonarlos.
Orar las Escrituras
Nuestra hija menor solo tenía tres años cuando nuestra familia vivía en China. Se enfrentó a muchas enfermedades extrañas y, en un momento dado, pensé que podríamos perderla. El miedo me paralizó hasta el punto de la desesperanza, pero me aferré al Salmo 91 y lo oré a menudo sobre la pequeña Kelly:
Padre Dios, gracias porque prometes que quien habita bajo Tu abrigo, descansará a la sombra del Todopoderoso. Diré que Tú eres el refugio y la fortaleza de Kelly, mi Dios en quien confío. Seguramente Tú salvarás a Kelly de esta peste mortal, y bajo Tus alas encontrará refugio. Tu fidelidad será su escudo y su baluarte.
Hace tan solo algunos años, me encontré orando esa misma oración a media noche cuando Wim, el bebé de Kelly, estaba gravemente enfermo con fiebre alta y tos. Así que, te animo a que ores tus versículos bíblicos favoritos en estos momentos de incertidumbre.
Tomar esperanza
Durante estos días he descubierto que es increíblemente tranquilizador hablar por teléfono con personas mayores que yo que se han enfrentado a tantas cosas en sus décadas de vida en esta tierra que gime. Tomo prestada su esperanza cuando parece que nuestras vidas van a cambiar para siempre.
Mi querida suegra, Roselan, nació en 1932 y de niña vivió la pobreza y una plaga de saltamontes que destruyó su granja de Nebraska. Ha afrontado con valentía la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea, cuando mi suegro estuvo en el ejército por dos años. Hace poco me contó que recuerda cuando, en el instituto, algunos de sus amigos contrajeron la polio y no había vacuna. Imagínense el miedo que se apoderó del mundo por esa enfermedad debilitante y paralizante que afectó para siempre a muchas vidas. Además, Roselan es superviviente de un linfoma en etapa 4 y una viuda reciente. A través de esas pruebas más recientes, he visto cómo se ha mantenido firme en su fe y confía en su Dios fiel.
Elegir recordar
A veces, cuando los fuegos de hoy hacen estragos a nuestro alrededor, es fácil olvidar que Dios es fiel y tiene el control. A veces tenemos que mirar atrás a épocas pasadas de Su fidelidad para recordar Su fidelidad hoy. El salmista nos muestra cómo hacer esto en el Salmo 77 cuando, en la primera mitad del salmo, vierte todas las pruebas y la angustia que estaba enfrentando, y luego da un giro en el versículo 10, diciendo:
«Y me pongo a pensar: “Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo”.Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño.Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas».
Como escribo en mi diario, he elegido recordar «las hazañas del Señor y los milagros de antaño» durante estos días oscuros. Te animo a que hagas lo mismo en tu diario o en tus oraciones.
- Recuerdo que Kelly conoció a su querido esposo gracias a los incendios en ese verano de 2012 (una hermosa historia para otro día).
- Recuerdo que Dios protegió a Kelly cuando estaba enferma en China y a su bebé hace algunos años.
- Recuerdo que Dios estuvo con Christie mientras servía en un hospital en África con tan solo veintidós años, con peligro y enfermedad a su alrededor.
- Elijo recordar que Dios estaba con tres héroes de la Biblia cuando fueron arrojados a un fuego voraz, cuando momentos antes habían dicho:
«Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente. Y de su mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, ha de saber, oh rey, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro que ha levantado» (Dan. 3:17-18).
Queridas mujeres, en medio de los «y si…», convirtamos nuestras preocupaciones en oraciones, aferrémonos a orar las Escrituras, tomemos prestada la esperanza de quienes nos han precedido y elijamos recordar Su fidelidad pasada como recordatorio de que Él seguirá siendo fiel hasta el final.
Y que nos unamos al apóstol Pablo, que muy probablemente escribió estas palabras durante su arresto domiciliario en Roma hace siglos:
«Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes,ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro. 8:38-39).
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