Tengo el privilegio de servir como directora del ministerio de mujeres en una iglesia grande con personas en todas las etapas de la vida. Durante los veinte años que llevo en el equipo, he sido testigo de muchos cambios, especialmente en la forma en que nos comunicamos. Como miembro de la generación de los baby boomers, todavía camino con una agenda de papel que registra mi vida día a día, pero no se puede negar que la tecnología ha traído cambios que nos han afectado a todos.
Los millennials se sienten cómodos llenando formularios, solicitudes, informes, calendarios de vacaciones, etc., en línea; pero para la generación que creció sin computadoras ni contraseñas, puede ser, como mínimo, un desafío y, en el peor de los casos, extremadamente estresante.
Los millennials tienden a creer que se están comunicando bien gracias a un excelente sitio web, mientras que, al mismo tiempo, los baby boomers se quejan de que nunca se enteraron de un evento al que no asistieron, pero de todos modos se resisten a registrarse en línea.
Estas son cosas con las que me enfrento casi todos los días de mi vida, porque como muchos de mis compañeros se han jubilado o han emprendido nuevas aventuras, ahora soy una de las últimas baby boomers entre un personal de una gran cantidad de millennials. El pastor al que actualmente reporto es más joven que mi hijo menor. Si bien dirige a nuestro personal con confianza, entusiasmo y grandes visiones para nuestro campus, el nuevo liderazgo inevitablemente trae cambios en los métodos y prioridades. Sin embargo, en todo esto, debo mantener continuamente mi oído atento a la obra a la que el Señor me ha llamado, y al mismo tiempo esforzarme por someterme a mis líderes jóvenes y contribuir a mi equipo.
Mientras reflexionaba sobre estas cosas, le pedí a una amiga mía, una joven millenial que es parte del personal conmigo, que compartiera sobre algunas de las diferencias de pensamiento y perspectivas que ve entre generaciones. Esto es lo que me dijo:
«Los millennials suelen sentirse cómodos con el cambio y disfrutan dándole un nuevo giro a algo que se ha hecho de la misma manera durante mucho tiempo. Sin embargo, cuando hacemos esto sin tomarnos el tiempo de comprender por qué se hace o no damos a las personas mayores oportunidades de compartir sus preocupaciones, les podemos causar angustia a los baby boomers que, por naturaleza, son más resistentes al cambio y necesitan estar convencidos de que hacer algo nuevo es algo positivo.
La forma en que los millennials y boomers prefieren comunicarse personalmente también suele ser diferente. Los más jóvenes prefieren los mensajes de texto o de Instagram que una llamada telefónica, aunque eso puede parecer impersonal para quienes temen que estemos perdiendo conexiones personales entre nosotros».
Mi amiga reconoce que su generación también tiene una visión diferente de la hospitalidad y las conexiones cara a cara. La conveniencia (que a menudo está impulsada por el rápido ritmo de vida) generalmente resulta en que las personas se reúnan en un lugar como Starbucks en lugar de ir a la casa de alguien. Aunque personas de todas las edades pueden caer en este hábito, ella y yo reconocemos el gran valor de abrir nuestros hogares unos a otros.
Finalmente, ella compartió que los millennials no suelen sentirse atraídos por los sermones y conferencias largas, a menos que encuentren un gran significado y valor en el contenido. Ellos prefieren «probar» diferentes blogs y escuchar fragmentos breves a lo largo del día.
Si bien cada una de estas cosas tiene potencial para generar conflictos, también brindan maravillosas oportunidades para velar por los intereses de los demás, soportándonos unos a otros en amor y dando testimonio de nuestra unidad en Cristo. Cuando nos escuchamos pacientemente unos a otros y trabajamos para brindar soluciones que honren a Dios, las personas de todas las edades se sentirán valoradas.
Al reflexionar sobre todo esto, me encontré agradeciendo a Dios por la forma en que Él está utilizando una diferencia de edad de más de treinta años para brindarnos nuevas oportunidades de vivir las inmutables verdades bíblicas. Aquí hay algunas cosas que he aprendido:
Unidad del evangelio a pesar de las diferencias de edad
A pesar de las diferencias que surgen con la edad, los que aman a Cristo y Su Palabra dan gloria a Dios a través de estar unidos en la misión del evangelio.
Al principio, el hecho de que mi pastor no tuviera ni treinta años cuando asumió el liderazgo me pareció una locura. Pero ya casi no pienso en ello, porque nuestros corazones laten igual. Ambos queremos ver que las personas conozcan, amen y crezcan en las verdades del evangelio. ¡Todas nuestras diferencias disminuirán cuando nuestro mayor deseo sea exaltar a Cristo!
Independientemente de nuestras diferencias de edad, tenemos mucho que aprender unos de otros.
Aunque la generación mayor puede tener más años de experiencia, aquellas que son nuevas en el ministerio aportan ideas frescas y entusiasmo que pueden desafiarnos y animarnos en nuestro llamado para las mujeres. Al mismo tiempo, nosotras, la generación mayor, podemos ofrecer alguna perspectiva histórica y la sabiduría que Dios nos ha enseñado a lo largo de los años. Escuchar y aprender unos de otros permite que la iglesia crezca y sirva bien a su gente.
Servir bajo la dirección de personas más jóvenes nos brinda oportunidades de demostrar una sumisión respetuosa, incluso cuando nuestras opiniones y experiencias personales puedan llevarnos a hacer las cosas de manera diferente.
Aunque Dios nos conceda generosamente oportunidades para expresar opiniones e ideas, al final, somos llamadas a someternos unos a otros, incluso si tenemos muchos más años de vida que ellos.
¿Eso significa que nunca cometerán errores? Por supuesto que no. Tampoco significa que no debamos decir la verdad cuando sea necesario, pero cuando ponemos nuestra esperanza en Dios (1 Pd. 3), será menos probable que usemos un tono fuerte en nuestra voz, o recurramos a la manipulación o a un espíritu exigente para ser escuchadas. Dios tiene el control de todas las cosas.
Dios nos usará para influir en los más jóvenes cuando nuestras palabras y acciones sean amables y humildes de espíritu.
Probablemente una de las formas en que he crecido más es aprendiendo a influir a través de la humildad, en lugar de operar con una actitud orgullosa que asume que mi camino es mejor. «Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes». (1 Pd. 5:5b). Haríamos bien en recordar que el orgullo nunca sirve a los propósitos del reino de Dios.
Servir bajo la dirección de personas más jóvenes nos brinda nuevas oportunidades para apoyarnos en la gracia de Dios, para admitir nuestras limitaciones y hacer todo para Su gloria, incluso cuando nuestra energía va por detrás de nuestras ideas y visión.
Si bien amo el ministerio más que nunca, cada década trae nuevos desafíos, debilidades y recordatorios de que no puedo ir tan rápido ni realizar múltiples tareas como antes. Pero eso está bien porque nos recuerda la realidad de que somos seres mortales, que estamos aquí solo por una temporada, y que un día alguien más se hará cargo del trabajo al que nos hemos dedicado. La obra de Dios seguirá adelante con o sin nosotros, y es bueno que todas lo recordemos.
Gratitud por la siguiente generación
Mientras trabajamos codo a codo con personas de diferentes generaciones, dejémonos alentar por la sabiduría de los mayores y el fervor de los más jóvenes. Dios ha apartado otra generación para proclamar Su evangelio y hacer discípulos para Su reino.
Doy gracias a Dios por permitirme el privilegio de formar parte de un personal que está cada vez más compuesto por millennials. Estos hombres y mujeres jóvenes me dan una gran esperanza para el futuro al ser testigo de su hambre de sana doctrina y proclamar el evangelio con una valentía y confianza que me estimula a mí también.
Oro para que nunca pierdas tu enfoque y tu celo por el evangelio, sin importar la edad que tengas.
¿Cómo se ha enriquecido tu vida al servir junto a trabajadores más jóvenes o mayores en el reino de Dios?
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