Cómo servir a las solteras de tu iglesia

Cuando tenía treinta y tantos años y era soltera, invité a los ancianos de mi iglesia y a sus esposas a una cena formal para agradecerles sus atenciones y su ministerio. Mientras servía el asado de costilla en una mesa arreglada con artículos de porcelana y cristal, un hombre comentó: «Vaya. nunca habría hecho esto cuando era soltero. Habría sido pizza para todos».

El pastor hizo ese comentario como expresión de agradecimiento y así lo recibí, pero después reflexioné sobre ello, dándome cuenta de que para muchas personas el vínculo entre la inexperiencia juvenil y la soltería está estrechamente ligado. A los 20 años, yo también habría servido pizza en platos de papel, si es que hubiera pensado en ser hospitalaria.

Este es uno de los posibles retos pastorales del ministerio hacia los adultos solteros. A menudo son «los solteros» solo un bloque monolítico de personas que no están casadas. Pero hay tantas etapas y estaciones en la vida de los adultos solteros como en la de los adultos casados. Una mujer soltera de 50 años con una carrera exigente que cuida de sus padres ancianos no es igual que una recién egresada que sigue viviendo en casa. Ambas son solteras, sí, pero lo más probable es que la soltera de más edad y los padres de la universitaria tengan más cosas en común entre ellos.

A lo largo de los años, he observado que los solteros pueden ser un grupo difícil de pastorear. Cualquier cosa que los líderes digan desde el púlpito acerca de la soltería de seguro animará a algunos y ofenderá a otros. Lo sé porque he estado de ambos lados, dependiendo de dónde me encuentre en el ciclo de esperanza o desesperación y de cómo lo esté procesando en mi alma ante Dios.

Encontramos en 1 de Corintios un pasaje que nos muestra las preocupaciones de ambos «estados civiles» si bien cada uno de ellos tiene su complejidad, Pablo nos señala lo siguiente:

«Sin embargo, quiero que estén libres de preocupación. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señor. Pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, y sus intereses están divididos. La mujer que no está casada y la virgen se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas, tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.Esto digo para su propio beneficio; no para ponerles restricción, sino para promover lo que es honesto y para asegurar su constante devoción al Señor».

Por lo tanto, podemos reconocer que lo que debemos «asegurar» es una devoción total a Dios en cualquier etapa de vida en la que nos encontremos, es por eso que te comparto una lista de ideas sobre los adultos solteros que me gustaría ofrecer a las maestras del ministerio de mujeres de la iglesia. 

El matrimonio no es el premio supremo.

Aunque creo que todas las iglesias deben valorar el matrimonio y la familia, también creo que debemos tener cuidado con los mensajes no intencionados que potencialmente se transmiten sobre el matrimonio y la familia. Ambos son regalos solo para esta vida. La única relación que sobrevive eternamente es la que tenemos como Esposa de Cristo con nuestro amado Salvador. Las relaciones que todos tenemos como hermanos y hermanas en Cristo son las que no terminarán - y estas necesitan ser cultivadas tanto como se cultiva la vida familiar. Además, los adultos solteros necesitan que se les recuerde que Dios no les ha negado lo mejor de Él, si permanecen solteros.

Los solteros son en realidad hombres y mujeres no casados.

Es importante que las mujeres solteras sean discipuladas como mujeres y no como un conjunto genérico de soltería. Desde mi perspectiva, el énfasis de la Escritura está en ser hecho un hombre o una mujer a imagen de Dios, con un énfasis secundario en cómo eso se ve en los diversos roles y etapas de la vida. Los hombres y mujeres solteros no son menos masculinos o femeninos por ser solteros.

Comprende los retos de una oportunidad infinita.

Un sabio pastor dijo una vez a un grupo de adultos solteros que comprendía los retos de las oportunidades infinitas. Como era pastor, padre y esposo, los límites de su día estaban bastante bien definidos desde el momento en que se levantaba. Conocía sus responsabilidades y las prioridades que Dios le había dado, y no tenía que pasar mucho tiempo decidiendo lo que tenía que hacer.

Los adultos solteros pueden pensar que no tienen esas mismas prioridades claras y pueden sentirse tentados a ir a la deriva a lo largo de sus días, pero en realidad tenemos muchos de los mismos límites y prioridades en trabajar fielmente para el Señor, en la edificación de nuestras iglesias locales, en alcanzar a los inconversos, en orar por los demás, en atender a los miembros de la familia y amigos que tenemos (especialmente como madres solteras), en ofrecer hospitalidad, y así sucesivamente. Aunque algunas de las relaciones más íntimas pueden ser diferentes, todas compartimos un conjunto básico de prioridades y a menudo necesitamos que nos lo recuerden.

No temas al desafiar la amargura.

La soltería prolongada es una forma de sufrimiento. Hay un momento apropiado para llorar con los que lloran. Esto es especialmente cierto para las mujeres que ven cómo se les cierra la ventana de la fertilidad y pierden la esperanza de tener hijos. No minimices los años acumulados de esperanzas frustradas para las adultas solteras.

Cómo tratamos a los demás.

Con demasiada frecuencia, nuestros consejos a las adultas solteras proceden del pensamiento mundano que nos infecta a todas. Damos consejos para mejorar y equipar a los adultos solteros para atraer mejores relaciones, en lugar de recordarles que son administradores de las relaciones que se les han dado.

Si bien es cierto, hay cosas que todo adulto puede hacer (casado o no) para ser más atractivo en múltiples formas, no hay garantía de que una figura más esbelta, un estilo de conversación más seguro o un trabajo mejor merezcan una recompensa eterna. Sin embargo, si pensamos en cada persona que se cruza en nuestro camino como una querida hermana o hermano en el Señor de cuyo cuidado y trato daremos cuenta a Jesús algún día, esto lo cambia todo radicalmente.

Como escribió John Piper en Pacto Matrimonial, «El significado del matrimonio es la exhibición del pacto de amor entre Cristo y su pueblo». Aunque no se muestra exactamente de la misma manera en la vida de los adultos solteros, formamos parte de la Esposa de Cristo y somos receptores de su fiel pacto de amor. Por lo tanto, la forma en que cuidamos de los demás, que también son amados de Cristo, dice mucho al mundo que nos observa, para alabanza de su gloria.

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Sobre el autor

Carolyn McCulley

Carolyn McCulley

En el 2009, Carolyn comenzó Citygate Films, una compañía de cine documental en donde ella es productora/directora. Antes de eso, Carolyn servía como especialista en el área de media para Sovereign Grace Ministries, trabajando en comunidad corporativa, y era productora … leer más …


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