“Como tus días serán tus fuerzas” (Dt. 33:25)
Uno de los gozos más grandes como directora de ministerio de mujeres ha sido caminar al lado de las mujeres, apuntándolas a la bondad y soberanía de Dios en medio de sus luchas y pruebas. Como recipiente de la gracia del Evangelio, tengo toda una vida de experiencias de la fidelidad de Dios revelando y perdonando pecados, escuchando oraciones y dándome fuerzas en medio de mis debilidades y pruebas.
Como mujeres llamadas a ministrar esperanza y verdad a otras mujeres ¿Cómo lideramos cuando nuestros corazones están sangrando y nuestras oraciones parecieran haber chocado con un muro? ¿Cómo servirles con integridad y una confianza firme en los propósitos amorosos de Dios cuando no nos hace sentido nada de lo que Él está haciendo en nuestras vidas? Te comparto algunas maneras cómo Dios ha respondido estos asuntos en mi vida, con la esperanza de que puedan estimularte “cuando enfrentes diversas pruebas” (Santiago 1:2).
Considera que Dios te ha venido preparando justamente para este preciso momento
Les confieso que he tenido momentos donde el peso de mis propias pruebas combinado con las cargas del ministerio me ha hecho sentir tan abrumada que he considerado abandonar el ministerio. En esos días cuando mi aflicción me ha hecho derramarme en lágrimas mientras oraba junto a nuestros pastores por aquellas bajo mi cuidado, me he cuestionado cómo era posible que yo pudiera darle aliento a otra.
Por el contrario, 2 Corintios 1:3-11 nos recuerda que “el consuelo que recibimos del Señor en tiempos de sufrimiento tiene en vista el ministerio” (Paul Tripp). La verdad es que nunca estamos mejor equipadas para ministrar a mujeres que sufren que cuando hemos sido recipientes de la fortaleza y compasión de nuestro Dios en nuestras aflicciones. Cuando podemos compartir los tesoros eternos que hemos encontrado en medio de nuestro desierto que hubiéramos querido evitar, nos hacemos testigos más fidedignas de la suficiencia de Cristo en los momentos más oscuros.
Mantén tu mirada fija en la demostración del amor de Cristo por ti en la cruz.
Durante esos periodos largos en que la mano de Dios no parece visible, debemos recordarnos las verdades del Evangelio cada día. Cuando Dios nos llama a tomar nuestra cruz, podemos estar seguras de que Cristo toma la parte más pesada para que no nos caigamos bajo el peso. El amor de Dios extendido a nosotras en la cruz es hacia donde debemos apuntar a las mujeres en momentos de aflicción y pruebas.
Examínate diariamente a la luz de la Palabra de Dios, confiesa y arrepiéntete de tu pecado.
Debido a que he hecho oraciones que han parecido quedar sin respuesta, sin ver la mano amorosa de Dios en mis circunstancias, el Espíritu me ha hecho ver los pensamientos equivocados que tenía de Él. El sufrimiento nos puede cegar ante el pecado, y he sentido retada a ver algunas expectativas no bíblicas que tenía acerca de Dios y de la vida. Por tanto, aun cuando me lamento y siento dolor por lo que he perdido, he ido adquiriendo más conciencia de que el llamado de Dios es que sufra para Su gloria. He venido de rodillas mientras identifico la falta de fe y la idolatría de mi corazón.
En medio del caos de fe, sé honesta- con discreción.
Como líder de ministerio, se requiere discernimiento para saber con quién compartir tus luchas. Quienes lideran deben elegir mujeres piadosas que con fidelidad nos lleven en oración mientras nos recuerdan la Verdad.
Confieso que he sido bastante abierta con un pequeño grupo de mujeres maduras, pero es humillante exponer mi lucha personal sabiendo que me arriesgo a que surjan malentendidos y hasta juicio. Pero todas estamos llamadas a compartir las unas con las otras nuestros sufrimientos y a orar unas por otras, lo que también nos incluye a nosotras las líderes.
Por otro lado, debemos buscar la sabiduría del Espíritu Santo para saber cuándo compartir nuestro quebrantamiento con aquellos a quienes ministramos. De una manera adecuada, comparte con humildad cómo Dios está trabajando en tu vida a través de tu prueba. Me he dado cuenta que cuando las mujeres me escuchan confesar con mis tentaciones a pecar, ellas ven la suficiencia de Cristo a través de mis pruebas y son testigos de mi confianza en la bondad de Dios aunque mi vida se esté cayendo a pedazos, y así ellas mismas son animadas en sus propias pruebas a confiar en el Señor, a luchar sin tregua contra el pecado y descansar en la sabiduría y fortaleza de Dios más que en las suyas propias.
Al mismo tiempo, debemos cuidarnos de no permitir que nuestro sufrimiento personal se convierta en el escenario central y que minimicemos el dolor de que experimentan las mujeres a quienes servimos. Sobre todo, debemos aprovechar cada oportunidad para exaltar a Cristo, no a nosotras mismas.
Con humildad permite que otras te animen y oren por ti.
Me he sentido conmovida e inundada de gratitud cuando las mujeres me han dicho que estaban orando por mí y por mi familia, conociendo el difícil camino que estamos atravesando. Estoy convencida de que Dios ha usado sus oraciones no solo para ayudarme a seguir adelante cada día sino también para darme confianza y gozo en los buenos propósitos de Dios en situaciones que, por momentos, parecían sin esperanza. La oración es un regalo precioso que podemos dar y recibir.
Me encanta que Pablo nos anima a orar los unos por los otros “para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos” (2ª Corintios 1:11).
Lee testimonios de aquellos que han sufrido antes que nosotras.
Además de los que encontramos en la Biblia como Pablo y los discípulos, muchos santos a través de los tiempos - Charles y Susannah Spurgeon, Samuel Rutherford, Elisabeth Elliot, Amy Carmichael e incontables otros- han enfrentado graves dificultades; pero perseveraron y permanecieron fieles al Señor. Aún más importante, Dios fue fiel con ellos, y esto nos consuela en la medida en que luchamos por vivir vidas que sean dignas de Cristo.
Ofrece sacrificio de alabanza a Dios por Quién Él es y por todo lo que Él ha hecho (Hebreos 13:15). Registra y celebra la evidencia de la gracia de Dios trabajando en tu vida.
Dios es santo, y nunca entendemos todos Sus caminos hasta que Lo veamos cara a cara. Mientras tanto caminamos por fe y Le pedimos por la gracia de confiar en Él, en la oscuridad. Los Salmos nos brindan un lenguaje de lamentación cuando nuestro corazón está quebrantado, pero también expresiones de adoración que reconocen que Dios es distinto a todo lo que existe, así como Su valor y supremacía. Como deudoras de Su misericordia que somos, cuando modelamos una vida de confianza y alabanza como la de un niño, en medio de circunstancias oscuras, testificamos del Evangelio de la gracia y animamos a otras a caminar por fe.
Mientras nuestra travesía familiar de sufrimiento continúa, me regocijo en la obra más profunda que Dios ha hecho en nuestros corazones. He encontrado paz en las palabras de Charles Spurgeon en Beside Still Waters :
Algunos de ustedes se encuentran en profunda aflicción. Sus dificultades son tan grandes que no saben cuándo terminarán… algunos de ustedes son llamados a un deber extraordinario y no se sienten lo suficientemente fuertes. Sigue ese llamado, porque seguramente el Señor está en ese lugar. Él te ayudará.
Dios Padre, Jesús, que soportó la cruz por el gozo puesto delante de Él. En Él nos regocijamos en medio de nuestras aflicciones presentes, hemos probado Tu Bondad en maneras que no lo habríamos hecho de no haber estado aquí. Te pedimos Tu ayuda para que podamos “medir nuestras vidas por las pérdidas en lugar de las ganancias; no por el vino bebido sino por el derramado; (confiar que) la fortaleza del amor se encuentra en el sacrificio y que aquellos que sufren más, es porque tienen más que dar” (Ugo Bassi, 1800–1849).
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