Las mujeres en tu iglesia se enfrentarán a muchas situaciones difíciles en 2019... sobre todo, en las relaciones con los demás, crisis en el matrimonio, en su trabajo, etc. ¿Cómo puedes ayudarlas a manejar las personas difíciles en sus vidas con esperanza?
Presentamos a Abigail: Viviendo con personas difíciles en tu vida, ¡el primer estudio en nuestra serie Mujeres de la Biblia! Este recurso de seis semanas incluye la memorización de las Escrituras, el estudio diario y las preguntas de discusión, lo que lo hace ideal para el estudio individual y grupal. Si no has empezado estás a tiempo de solicitar tu libro digital y además de poder unirte a una serie de videos en nuestro canal de YouTube. Adquiere tu libro al realizar una donación de cualquier monto.
Me senté en la oficina de mi pastor llorando.
«Es demasiado. Simplemente no puedo hacerlo todo», grité, mientras me limpiaba las lágrimas.Nuestra iglesia estaba pasando por un momento de transición en la que los miembros necesitaban colaborar más que nunca. Amaba a mi iglesia y quería que creciera y prosperara. Y así fue que entonces dije «sí» a todo. Enseñé el estudio bíblico para mujeres. Dirigí un grupo de discipulado. Recibí un pequeño grupo en mi casa. Dije «sí» a la solicitud de mi pastor de escribir un plan de estudios para el ministerio de niños.
¿Mencioné que ese fue el año en que empecé a educar en casa? Así es como terminé en la oficina de mi pastor llorando.
No es un secreto que el ministerio puede llegar a ser abrumador. Para aquellos que sirven en el liderazgo de la iglesia y (para los propósitos de este artículo) en el ministerio de mujeres, hay altas expectativas, tanto de nosotras mismos como de aquellos a quienes servimos. A menudo, las personas esperan que los líderes estén siempre disponibles y listos para abordar sus problemas. Esperan que sepamos la respuesta a cada pregunta. Quieren que los eventos del ministerio de mujeres estén bien organizados y sean atractivos, a la vez que se mantengan dentro del presupuesto. Parece que siempre hay alguien insatisfecho con el estudio bíblico elegido para este semestre, y, ¿por qué no se organizó el cuidado de niños para la reunión de la noche anterior? Y como nunca hay suficientes voluntarios, los líderes se encuentran a sí mismos llenando cada vacante que se necesite.
Estas altas expectativas son suficientes en sí mismas, pero luego le agregamos nuestras propias expectativas personales sobre cómo nos desempeñamos, nuestro deseo de éxito en el ministerio y la búsqueda demasiado común de nunca decepcionar a nadie. ¡Me siento abrumada solo de pensarlo!
Con el tiempo, las presiones y demandas de servir entre las mujeres pueden llevar al agotamiento. Y tal agotamiento no solo daña al que sirve, sino que también afecta a todo el cuerpo de la iglesia porque ese líder a menudo termina alejándose de la vida ministerial en la iglesia.
Es importante que quienes sirven en el ministerio de mujeres estén conscientes de los factores que contribuyen al agotamiento.
Factores que contribuyen al agotamiento en el ministerio
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Decir «sí» a cada solicitud
Algunas de nosotras tenemos dificultades para decir «no». Como resultado, cuando se nos pide que asumamos otro deber ministerial, decimos «sí». Eso puede estar bien si tenemos el tiempo para ello, pero con demasiada frecuencia nos encontramos agregando una responsabilidad tras otra a una lista ya llena.
Decir «sí» a algo cuando no tenemos tiempo para hacerlo nos lleva más allá de nuestra capacidad. Cuando estamos haciendo mucho, no estamos haciendo nada bien. Nos agobiamos y agotamos. Las cosas se salen de las manos, y el ministerio sufre. Es esencial que establezcamos límites para nosotras mismas y asumamos solo lo que podemos administrar. Esto puede significar decir «no» para dirigir a otro grupo o dirigir el equipo de planificación del retiro de mujeres.
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Pensar que somos las únicas capaces
Este factor suele estar relacionado con el anterior. Cuando pensamos que somos las únicas que somos capaces de completar una tarea ministerial, es más probable que asumamos más tareas de las que podemos manejar adecuadamente.Una vez escuché a una mentora compartir que a menudo, cuando nos alejamos de una responsabilidad, dejamos espacio para que alguien que haya estado esperando la oportunidad intervenga. No sabremos a quién está preparando Dios para cubrir una necesidad hasta que nos apartemos.
Podemos pensar que somos las únicas que podemos manejar una tarea en particular, pero en verdad es la Iglesia de Dios y Él proporciona todos los dones y talentos necesarios para edificar el Cuerpo. Como Pablo nos recuerda en Romanos 12:3–8, se necesitan los diversos miembros y diversos dones para que la Iglesia funcione. Como mujeres que servimos a otras mujeres, debemos identificar personas que no están usando sus dones y brindarles la oportunidad de hacerlo.
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No tomarse el tiempo para descansar
Esto también se entrelaza con los otros factores. No solo asumimos demasiado y tratamos de hacerlo todo por nuestra cuenta, sino que tampoco nos tomamos el tiempo para descansar de nuestro servicio en el ministerio. Es verdad, fuimos creadas para trabajar, llamadas a servir, pero Dios también nos creó para descansar. De hecho, el descanso es parte de nuestro diseño desde la creación. Cuando descansamos de nuestro trabajo, reflejamos a nuestro Dios Creador. No solo debemos tomarnos el tiempo de descansar semanalmente, sino que también deberíamos considerar la posibilidad de tomar un año sabático de nuestro ministerio.
El ministerio en el que sirvo requiere que nos salgamos de nuestras funciones cada cierto tiempo para que una nueva persona pueda participar y aportar una nueva perspectiva. Esto también ayuda a prevenir el ministerio dirigido por la personalidad de alguien en particular.
Eso puede ser difícil para nosotras. A veces pensamos que somos dueñas del rol y la responsabilidad que tenemos en el ministerio. Pero no lo somos. El ministerio pertenece a Cristo. Hacer que alguien más intervenga y enseñe el estudio bíblico que enseñamos durante los últimos diez años nos da la oportunidad de descansar, pero también le da a otra persona la oportunidad de usar sus dones
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No satisfacer nuestras propias necesidades espirituales
En el ministerio, servimos a los demás. Enseñamos, animamos y equipamos. Pero, ¿qué pasa cuando nos vaciamos y no nos llenamos?Cuando servimos sin permanecer en Cristo y su Palabra, nos debilitamos. Debemos ser alimentadas antes de poder enseñar y equipar a otras.
No es diferente a las instrucciones que da la azafata de vuelo para poner la máscara de oxígeno en nuestra propia cara antes de ayudar a nuestro niño con su máscara. Como siervas, debemos festejar y meditar en la Palabra, pasar tiempo en oración y permanecer en Cristo antes de ministrar a las demás. El ministerio efectivo solo se hace a través del desbordamiento de la Palabra de Dios que obra en nosotros.
Aprendí una dura lección el año en que asumí demasiadas responsabilidades. Aprendí mi punto de ruptura. También aprendí que no puedo hacerlo todo por mi cuenta. La Iglesia está diseñada para ser construida por cada uno de sus miembros. No seamos guardabosques solitarias. Conozcamos nuestros límites y que trabajemos con el resto del Cuerpo para alentar y edificar a la Iglesia.
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