En cualquier grupo de personas sea de amigos, familia, vecinos, compañeros de trabajo, o incluso en una iglesia, se desarrolla una cultura única. Hay una manera típica de hacer las cosas: un lenguaje o forma de hablar en común, reacciones predecibles al estrés o a los desafíos y tradiciones para celebrar los logros.
Como mujer que sirve a otras mujeres, ¿conoces estas cosas acerca de tu grupo? Espero que un distintivo de tu ministerio de mujeres sea algún tipo de mentoría. ¿Cómo las mujeres están enseñando, nutriendo, animando y exhortando unas a otras? ¿En ambientes formales, en relaciones cotidianas o en ambos?
Empieza con la Palabra de Dios
Para considerar estas y otras preguntas, primero debemos establecer qué es la mentoría y por qué es importante. Como es esencial en todas las cosas, nuestro punto de partida debe ser la Palabra de Dios. Allí podemos encontrar todo tipo de ejemplos de mentoría. Puedes investigar las relaciones entre Moisés y Josué, David y Salomón, Jesús y sus discípulos o Pablo y Timoteo. En cada uno de ellos, había alguien con experiencia, conocimiento y sabiduría que guiaba a alguien con menos madurez; había momentos de instrucción directa o enseñanza formal; momentos de desafío hacia nuevas ideas y acciones; había corrección cuando se cometía errores; había amor, atención y cuidado; y siempre estaba el ejemplo auténtico de la vida del mentor ante el mentoreado.
La Biblia también da instrucciones directas a las mujeres para que enseñen a las mujeres en el conocido pasaje de Tito 2:3-5.
Con estos ejemplos e instrucciones bíblicas, está claro que la mentoría debe ser parte de la cultura de cualquier grupo de mujeres. Así que, ¿cómo estableces ese distintivo? ¿Cómo lo haces crecer? ¿Profundizarlo? ¿Y que participen en él? Me gustaría ofrecerte cinco pasos que pueden trabajar juntas para crear y alimentar la mentoría en tu grupo.
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Vívelo
El primer paso es que seas mentoreada y que seas mentora de una mujer. No importa cuánto tiempo tengas siendo creyente, incluso como líder, hay alguien que conoces que es más madura en su fe y alguien que es menos. Lo más probable es que haya una mujer con la que tengas una conexión y que necesite tu consejo y aliento de una manera específica. Aunque no puedes y no debes esperar tener una relación profunda de mentoría con muchas mujeres, debe haber al menos una en la que estés volcándote intencionalmente y de forma específica. Ora y persigue esas oportunidades que Dios te va mostrando.
Por otro lado, necesitas mentoras para tu propia salud y crecimiento espiritual. En medio de un sinfín de responsabilidades familiares y ministeriales, incluyendo proveer o facilitar mentores para otros, tú puedes pasar por alto o no priorizar tu propia necesidad de una mentora. Así que si puedo ofrecerte una exhortación sería: No dejes que eso suceda. Créeme, también estoy hablando conmigo misma en este momento. No hay ninguna parte de nuestro caminar cristiano que podamos ignorar, mientras animamos a los demás a que se comprometan. Así que, comprométete como mentora y sé mentoreada mientras guías otras.
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Búscalo
Busca que la mentoría ocurra naturalmente dentro de tu grupo de mujeres, tanto las relaciones de mentoría como los momentos de mentoría. Las relaciones de mentoría son las que generalmente viene a la mente cuando se usa la palabra «mentoría»: una relación más formal y estructurada entre dos personas. Pero no pases por alto los momentos de mentoría, que también son esenciales y a menudo igual de impactantes.
Los momentos de mentoría suceden de forma natural cuando un par o un grupo de mujeres se reúnen. A través de comentarios, historias, consejos y sugerencias que las mujeres dan en el contexto de la vida cotidiana, la mentoría ocurre.
Uno de mis momentos de mentoría más memorables ocurrió mientras limpiaba un sótano. Le pedí a una de las mujeres mayores de nuestra iglesia que me ayudara a ordenar un almacén lleno de suministros para el ministerio de mujeres. Nos sentamos en sillas de metal plegables durante horas, hablando, mientras decidíamos qué guardar, donar o tirar a la basura.
Entretanto buscábamos entre las pilas de libros para estudiar la Biblia, ciertos libros provocaron historias de cuando se emplearon, incluyendo algunas precauciones, instrucciones y desafíos. Cuando llegamos a los estantes llenos de artículos de hospitalidad y decoración, hice bromas sobre las cosas que me parecían horribles y ridículas; pero mi amiga mayor me corrigió gentilmente y cambió mi perspectiva mientras me explicaba lo que pasaba en la iglesia y en el mundo cuando se usaron. Fue una tarde llena de momentos de mentoría.
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Habla sobre el tema
Cuando notes las relaciones de mentoría y los momentos que ocurren dentro de tu grupo, habla sobre ellos. Pide a dos mujeres en una relación de mentoría que den un testimonio sobre su amistad; agradece cuando alguien tenga preguntas sobre la mentoría o cuando alguien solicite un mentor; compartan una historia como la que acabo de compartir. Cuando un momento de mentoría ocurra durante un evento o clase (¡y normalmente sucede!), señálalo ahí mismo en el momento. Hay todo tipo de oportunidades para hablar sobre mentoría, así que aprovéchalas.
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Enséñalo
Por muy útil que pueda ser la mentoría natural y en el momento, también se necesita enseñanza, recursos y herramientas para hacerlo. Esto puede incluir talleres o clases donde la mentoría sea el foco. También puede incluir señalar los principios y verdades de la mentoría dentro de los estudios bíblicos, ya sea que se trate de un libro de la Biblia en particular o de un estudio temático. Luego, ármate a tí misma y a otras mujeres con recursos sólidos (libros, blogs, pódcast y más) sobre el tema. ¡Estoy muy agradecida de que muchos de esos recursos estén aquí mismo en la página web de Aviva Nuestros Corazones!
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Repítelo
Efesios 4:7, 11-14 establece nuestra perspectiva para la mentoría:
«Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo (...) Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error».
¿Quieres establecer una cultura de mujeres que sean mentoras de mujeres? Entonces, a través de relaciones, eventos, conversaciones, oportunidades de enseñanza, e incluso tardes en el sótano, persigue y habla sobre la mentoría con las mujeres que diriges. Vívelo. Búscalo. Habla de ello. Enséñalo. Y repite.
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