Hace veintidós años, cuando los líderes de mi iglesia me pidieron que sirviera como directora del ministerio infantil, rápidamente dije: «No, gracias». Honestamente, me encantaba estar en casa con mis hijos y discipular a las mujeres que Dios traía a mi camino. Aunque alguna vez había enseñado en la escuela, pero este puesto no encajaba en «mi plan». Pero era el plan de Dios, y durante los siguientes meses, Él lo dejó muy claro. Así que, dije: «Sí, Señor» sin darme cuenta de que mi llamado al ministerio continuaría durante más de dos décadas y me llevaría a convertirme en la primera directora del ministerio de mujeres en nuestra iglesia.
Si dijera que el camino siempre ha sido fácil, estaría mintiendo (y de todos modos no me creerían). He perdido la cuenta de cuántas veces he pensado, dicho o sentido la tentación de creer que no podía seguir adelante, que el ministerio era demasiado duro y costoso, y que había llegado el momento de retirarme. Luchas de salud, graves necesidades familiares, padres que envejecen, temporadas de sufrimiento personal y amigos que se retiraron fueron fuentes de tentación que pusieron a prueba mi determinación de perseverar en el ministerio.
Tal vez te has preguntado si ha llegado el momento de ceder el relevo a otra persona. Después de todo, hay temporadas en el ministerio. Yo no quiero ser la última en darme cuenta que debería haberme ido hace tiempo. Sin embargo, creo que la tentación de abandonar demasiado pronto es mayor que la de quedarse más tiempo de la cuenta. Por eso, quiero ofrecer algunos principios bíblicos que me han ayudado a perseverar a través de cambios de liderazgo, conflictos en la iglesia, temporadas de soledad, cambios en las expectativas del ministerio y cansancio personal.
Cinco principios bíblicos para perseverar en el ministerio:
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Recuerda el llamado
«Cuida el ministerio que has recibido del Señor, para que lo cumplas». -Colosenses 4:17
Dios nos salva y luego nos llama a todos a proclamar el nombre de Cristo a través del evangelio. Sin embargo, quienes han recibido el don de enseñar y el llamado al ministerio, deben reconocerlo como un privilegio y una gran responsabilidad que será muy gratificante y muy costosa al mismo tiempo. Estoy verdaderamente agradecida por la profunda obra que Dios ha realizado en mi vida en medio de las temporadas en las que me sentí más tentada a abandonar.
Hoy en día, innumerables voces les dicen a las mujeres que se encuentren a sí mismas y sigan sus corazones, incluyendo algunas que afirman ser seguidoras de Cristo. El ministerio centrado en el evangelio exaltará a Cristo discipulando a las mujeres para que sepan su posición y valor delante de Dios de acuerdo a la Palabra de Dios. Debemos ser fieles a este llamado hasta el final.
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Recuerda a Quién sirves
«Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven». -Colosenses 3:23-24
Pedro añade a la exhortación de Pablo que debemos servir con humildad. Demasiados líderes han naufragado en las rocas de la auto gloria mientras se esforzaban por construir su propio ministerio del Reino. El orgullo es sutil y nos puede sorprender. Por ejemplo, ¿cómo responderemos cuando nadie exprese aprecio por todo lo que estamos haciendo? (¡Dios usó una larga temporada como esta para probarme personalmente!) El «yo» nota la aparente injusticia y comienza a protestar, señalando cómo otros están siendo alabados. A la primera señal de envidia, desánimo o resentimiento, debemos arrepentirnos de la ambición egoísta y del orgullo que busca crédito por lo que Dios ha hecho a través de nosotras. Nuestros corazones deben estar totalmente orientados a servir para la gloria del Señor o cualquier ministerio que desempeñemos solo será en vano. El orgullo nunca nos llevará alegremente a la meta.
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Recuerda que estás en una lucha por la Verdad
«Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar». -1 Pedro 5:8
Las maestras del ministerio deben prever y estar siempre preparadas para la guerra, recordando que el enemigo ¡odia lo que estamos haciendo porque él quiere mantener a las mujeres en la esclavitud del pecado! Él merodeará llenando sus vidas con ocupaciones, distracciones mundanas, emociones rebeldes, y cualquier otra cosa que les impida captar el poder de la Palabra de Dios y la oración. También hará todo lo posible para desanimarnos de continuar en la obra a la que Dios nos ha llamado.
La carta de Pablo a los efesios nos recuerda que la victoria se consigue conociendo y aplicando la Palabra de Dios, y mediante la constante oración; se gana hablando el evangelio unos a otros y estando alerta a las mentiras que Satanás está sembrando entre nosotros. Perseverar en el ministerio también requiere un equipo de mujeres piadosas comprometidas que sostengan nuestros brazos en el ministerio a través de la oración fiel y continua.
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Recuerda que no eres nada sin Cristo
«A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. Con este fin también trabajo, esforzándome según Su poder que obra poderosamente en mí». -Colosenses 1:28-29
En Juan 15:1-5, Jesús enseñó que somos como sarmientos que dependen de la vid (Cristo) para vivir. Si el sarmiento se separa de la vid, muere, se vuelve inútil y es arrojado al fuego.
El ministerio sirve regularmente para recordarme mi insuficiencia fuera de Cristo. No tengo suficiente sabiduría, amor o fuerza para atender las necesidades de quienes me buscan. Al mismo tiempo, soy consciente de que mi tendencia natural es tratar de satisfacer todas las necesidades y recurrir a mis propias palabras de sabiduría. Al principio de mi ministerio, me iba a casa al final del día, completamente agotada y agobiada. Por la gracia de Dios, Él me recordó que mi llamado es escuchar con compasión a las mujeres que sufren, recordarles la verdad del evangelio, animarlas a buscar la santidad en las circunstancias de sus vidas que Dios ha designado, y orar por la ayuda y provisión de Dios.
Esto no solo ha sido más útil para las mujeres, sino que también me trae alegría en lugar de un espíritu afligido. Nuestro trabajo es siempre señalar a nuestras mujeres a Cristo, su única y verdadera esperanza.
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Recuerda invertir en la próxima generación de maestras
«Acuérdense de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe». -Hebreos 13:7
La implicación de este versículo es que debemos mostrar a las mujeres jóvenes vidas dignas de imitar. Esto significa que deberían ver a Cristo exaltado en nuestras vidas tanto de manera personal como pública. Pero también debemos ser intencionales en invertir, entrenar y preparar a aquellas que Dios está levantando para guiar a la próxima generación de mujeres en el ministerio de exaltación del evangelio.
Así como Pablo animó a Timoteo, a Tito y a otros para que fueran fieles al ministerio que se les había confiado, debemos trabajar con un ojo puesto en nuestro ministerio actual y el otro en preparar a otras para que tomen el relevo cuando Dios nos llame a salir. Una de las mayores alegrías de la longevidad en el ministerio es tener la oportunidad de compartir con mujeres más jóvenes que aman a Cristo y Su Palabra, y tienen una pasión por enseñar a las mujeres a glorificar a Dios a través de su diseño divino como mujeres.
Recordar cada una de estas cosas sigue fortaleciéndome en los altibajos del ministerio. Pero una de las bendiciones más inesperadas que he disfrutado como resultado de permanecer en el ministerio, ha sido disfrutar de algunos de los frutos de mi trabajo incluso ahora. Sé muy bien que todas estas cosas buenas han venido del Señor mismo. El privilegio que Él me ha dado de servir a las mujeres en mi iglesia local ha sido una de las mayores alegrías de mi vida.
Querido Padre, gracias por el privilegio de poder servir a tus preciosas hijas en la iglesia local. Te alabamos por Jesucristo, quien nos salvó y nos apartó por Tu amor para dar gloria a Tu nombre. Te pedimos de Tu ayuda mientras nos esforzamos por ser fieles al llamado que has puesto en nuestras vidas para guiar a las mujeres en la gracia y la verdad que exaltan a Cristo y a Tu reino eterno. Mientras ponemos nuestra mente en las cosas de arriba, te pedimos que dirijas nuestros corazones al amor de Dios y a la perseverancia de Cristo. Para Tu gloria, amén.
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