Todos los años, nuestra familia intenta escaparse a algún lugar durante un par de semanas (preferiblemente a un destino cálido) para descansar, reponer fuerzas y crear recuerdos divertidos juntos. Algunos de nuestros momentos más preciados y memorables han ocurrido en estas escapadas familiares, y he llegado a apreciar profundamente las vacaciones, a pesar de los inevitables desafíos logísticos que implica (viajes de quince horas en un vehículo con niños que se aburren y lloran; extraviarnos en medio de la noche de camino al apartamento, etc.).
Siempre que estoy de vacaciones, he notado la gran diferencia entre la mentalidad de nuestra cultura hacia el «descansar y reponerse»y la de Cristo. Estar rodeado de vacacionistas me recuerda cómo nosotras, como seres humanos, somos propensas a correr a cualquier cosa y a todo menos a Dios para nuestro descanso y reabastecimiento. La idea de la mayoría de la gente de un «tiempo de inactividad» efectivo incluye:
- Broncearse en la piscina durante horas
- Disfrutar de comidas y bebidas exóticas
- Asistir a espectáculos especiales
- Maratones de películas
- Ir de compras
Pero durante el ministerio terrenal de Jesús, Él tenía una solución diferente para refrescarse y reponer fuerzas. Sí, Jesús se tomaba periódicamente «tiempo libre» de las exigencias de las multitudes y de la intensidad del ministerio, pero no se relajaba en la playa ni recurría a entretenimientos mundanos para encontrar descanso y nuevas fuerzas. Más bien, la Biblia describe varias ocasiones en las que Jesús se fue solo a una montaña a orar o se levantó temprano por la mañana para pasar tiempo en la presencia de Dios:
- «Levantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, Jesús salió y fue a un lugar solitario, y allí oraba». (Marcos 1:35)
- «Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar». (Marcos 6:46)
Jesús llevaba sobre sus hombros más carga de la que cualquiera de nosotras pueda imaginar. Sin embargo, sabía que pasar tiempo a solas con Dios en oración era la única manera de ganar fuerzas para las batallas que estaba llamado a librar.
Siempre que necesito descanso, perspectiva y nuevas fuerzas, estoy aprendiendo a mirar el ejemplo de Cristo para retomar fuerzas en lugar de mirar el ejemplo del mundo. No hay nada malo en hacer cosas prácticas para recargar energías. Una larga caminata, un refrescante paseo en bicicleta, una hora escribiendo en un diario al aire libre en la creación de Dios, una charla alentadora con una amiga de confianza, o unas vacaciones familiares significativas pueden ser formas maravillosas de obtener una perspectiva clara. Pero es importante no escuchar la voz que susurra: «Has estado trabajando muy duro; te mereces un poco de auto-indulgencia en este momento. Siempre puedes pasar tiempo con Dios más tarde. Deja tu vida espiritual en suspenso durante un tiempo y céntrate en TI».
Tomarse un tiempo para descansar y retomar fuerza debe estar motivado por el deseo de ser más fuerte y estar más equipada para servir a Jesucristo, no simplemente para «escapar» de las responsabilidades de servir y vivir una vida piadosa.
En los últimos años de ministerio y de ser madre, he descubierto que el mejor «tiempo para mí» no es en realidad «tiempo para mí», sino «tiempo con Dios». La oración, el estudio de un libro, la adoración y la lectura de biografías cristianas me proporcionan un refrigerio más duradero para el alma que el que obtengo cuando me pongo a ver una película o salgo de compras.
No es que ver una película o ir de compras de vez en cuando sea perjudicial. Pero cuando recurro a esas cosas en busca de paz, descanso y satisfacción, me dejan vacía e insatisfecha. En cambio, cuando digo «no» a las satisfacciones personales para decir «sí» al tiempo en la presencia de Dios, nunca me arrepiento. De hecho, en Él encuentro toda la alegría, la paz y la fuerza que necesito.
Salmos 16:11 dice que «las delicias» están a la diestra de Dios. Dejemos que esa verdad se haga una realidad en nuestras vidas. En lugar de buscar en los vacíos atractivos del mundo para encontrar refrigerio, recordemos que solo Él es quien puede llenarnos, reanimarnos y satisfacer todas nuestras necesidades.
La fuente más verdadera de descanso que nuestras almas pueden encontrar es el tiempo a solas con Dios. ¿Cómo puedes hacer tiempo para obtener tu descanso y refrigerio en el Señor?
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