En estas semanas hemos estado aprendiendo cómo añadir virtudes a nuestra fe, una de ellas es el dominio propio y en el libro de Proverbios encontramos la razón por la que necesitamos esforzarnos para crecer en el auto-control.
“No es bueno comer mucha miel, ni el buscar la propia gloria es gloria.
Como ciudad invadida y sin murallas es el hombre que no domina su espíritu.” (Prov.25:27-28)
Vivimos en una generación hedonista que nos dice “libérate”, “sé libre, “sé auténtica”... El problema es que somos en realidad somos auténticamente pecadoras. ¿Eres libre mientras estás atada a tus propias pasiones? Realmente no. Somos dominadas por nuestros deseos. Por causa del pecado, nuestra carne quiere hacer lo malo constantemente.
Mira lo que dice Romanos 7:14-15,19-21:
“Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago... Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí…”
Estamos en una batalla espiritual contra nuestra carne. Proverbios también nos advierte contra otro aspecto de la falta del dominio propio, la vagancia—una falta de poder dominar nuestro cuerpo y ser esclavos del sueño.
¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu necesidad como un hombre armado.” (Prov. 6:9-11)
“El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.” (Prov. 13:4)
Realmente para lograr cualquier cosa buena en la vida hay que esforzarse y disciplinarse. Luchar contra el pecado y vivir para la gloria de Dios requiere un esfuerzo sobrenatural. Necesitamos dominar nuestras emociones, nuestra lengua, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestros apetitos carnales. Debemos someternos al control de Dios sobre cada área de nuestras vidas. Definitivamente es una batalla que no podemos librar en nuestras fuerzas.
En Cristo podemos descansar porque tenemos el Espíritu Santo.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.” (Gal. 5:23)
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (1 Tim. 1:7)
“¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.” (Romanos 7:24-25)
Gracias a Cristo por la libertad que nos ha dado del poder del pecado y por el poder que tenemos en Él para vivir vidas de caracterizadas por el dominio propio. ¿Qué decisiones vas a tomar a partir de hoy para esforzarte a crecer en esta área? Cuéntanos en la sección de comentarios.
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