¿Recuerdas cuando leímos acerca de Sara? Ella estuvo dispuesta a exponer su vida al peligro porque confiaba plenamente en Dios y no temía a ninguna amenaza. Y la razón por la que lo hizo es porque no cabe el temor en un corazón lleno de esperanza en Dios. Pedro hace referencia a esta mujer del Antiguo Testamento para animar a creyentes que estaban bajo persecución y para animarte a ti y a mí, hoy leeremos que somos dichosas cuando se nos presentan situaciones en las que sufrimos por nuestra fe, que somos llamadas a no temer y descubriremos un mandato vital como hijas de Dios. #leamoslaBibliajuntas
13 ¿Y quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno?
14 Pero aun si sufrís por causa de la justicia, dichosos sois. Y no os amedrenteis por temor a ellos ni os turbeis,
15 sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia;
16 teniendo buena conciencia, para que en aquello en que sois calumniados, sean avergonzados los que difaman vuestra buena conducta en Cristo.
17 Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.
---1 Pedro 3:13-17---
En este mundo de injusticia debemos esperar persecución, rechazo y burlas por nuestra fe, pero me encanta la pregunta que encabeza el texto de hoy “¿Y quién podrá hacernos daño si hacemos el bien? La respuesta es: nadie, nada podrá dañar la esperanza eterna que obtuviste al creer en Cristo como Señor de tu vida. Absolutamente nadie puede quitarte la herencia que recibiste cuando naciste de nuevo y que jamás podrá ser dañada. ¡Qué gran seguridad! Pero mientras caminas en este mundo roto, mientras te diriges a tu patria celestial, vas a sufrir, tendrás que soportar muchas pruebas, porque ellas demostrarán que tu fe es auténtica (1:6-7).
Pero esto no será sufrir por sufrir, (2:19) se trata de sufrir por la causa de Cristo, por mantener el estándar de Dios en un mundo que le ha dado la espalda.
Si hay algo que Pedro quiere resaltar en medio de las amenazas del sufrimiento, es que en medio de eso es que santifiquemos a Cristo en nuestros corazones.
¿Cómo santificamos a Cristo en nuestros corazones?
Estando preparadas para presentar defensa ante todo aquel que demande razón de la esperanza que hay en nosotros. ¿Cuál es esa esperanza? El Evangelio.
¿Cuál es la manera de hacerlo?
Con mansedumbre
Pedro nos motiva presentar el Evangelio con mansedumbre, pero cuando somos amedrentadas y rechazadas por nuestra fe, nos podemos sentir tentadas a aplastar a los demás argumentos llenos de enojo, pero la defensa que estamos llamadas a hacer no es al estilo del mundo, no es una defensa grosera ni violenta, debe ser una defensa que muestre el carácter del motivo de nuestra esperanza: Jesús. El dijo “Yo soy manso y humilde de corazón” así que la forma en que le presentemos debe ser congruente a su carácter.
Con reverencia
En medio de burlas o un ambiente hostil por el rechazo a tu fe, puede ser difícil presentar nuestra fe a otros con un sentido de respeto y reverencia. A veces solo queremos defender la verdad con celo, pero en ocasiones nos inflamamos de orgullo y nos cegamos ante el hecho de que se trata del mensaje más importante de toda la humanidad y debemos modelar a Cristo quien fue sumiso hasta la muerte.
Con buena conciencia
Además de presentar el Evangelio con mansedumbre y reverencia, también nos llama a tener una conducta que nos permita tener una conciencia limpia, una manera de andar que no deje un mal testimonio a aquellos que se interesan por conocer la razón de nuestra fe.
¿Cuál es el fin de una buena conciencia?
El propósito es el que me calumnie o que me difame no encuentre fundamento para difamar la obra de Cristo.
Mi forma de vivir debe mostrar que realmente soy una hija de Dios, a eso se refiere cuando nos llama a santificar a Cristo en nuestro corazones, que todo lo que hagamos traiga gloria a Su Nombre y que Él pueda verse glorioso en nuestra forma de proceder en medio del sufrimiento. Que nuestra vida sea una pancarta que anuncie a todos que Cristo es nuestro Señor y Rey. ¡Esa es nuestra mejor y verdadera adoración!
Aún cuando esto implique padecer por la causa de Cristo y aunque nos parezca chocante, es un verdadero privilegio sufrir por hacer el bien y glorificar a Dios en medio de nuestros sufrimientos. Y mientras lo haces no sabes en qué corazón Dios está obrando, o quien te está observando, quizás quien hoy te abochorna puede ser salvo y glorificar a Dios.
Y si estás pensando… “No estoy sufriendo, ni estoy en medio de persecución por mi fe…” Mi oración es que siembres estas verdades en tu corazón para que cuando llegue ese momento puedas permanecer firme y ser fiel a Dios en medio del fuego de la prueba.
¿Estás leyendo 1 Pedro con nosotras? Me encantaría saber cómo te ha bendecido este recorrido.
Reflexionemos
¿Cómo santificamos a Cristo en nuestros corazones?
¿Es tu forma de vivir un testimonio vivo para mostrarle a otros tu fe?
¿Cómo la buena noticia del Evangelio te da esperanza para vivir de esta manera?
¿Cómo estos versículos te invitan a pedir perdón o dar gracias?
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