¿Qué tal si hacemos algo distinto? Quisiera que tomaras dos hojas en blanco y dibujaras a una persona en el centro de cada una de las hojas dejando un espacio arriba, abajo y en los laterales. ¿Lista?
A la personita número uno le dibujaremos una corona en la cabeza (tienes toda la libertad de tomarte tu tiempo y ser creativa), la llamaremos «Srta. Arrogante». En la serie «Jóvenes en busca de Dios» se habló mucho acerca del orgullo, así que tenemos una idea de cómo es la «Srta. Arrogante». Ahora dibuja alrededor de nuestra «Srta. Arrogante» burbujas de pensamiento (signos de diálogo) y en cada una de estas burbujitas escribe los pensamientos que suele tener una joven orgullosa.
Puede ser algo como esto:
- Soy mejor que otras personas.
- Ellos están equivocados, yo estoy en lo correcto.
- No me importan los demás, mientras yo tenga y haga lo que deseo, estará bien.
- Yo me amo y me admiro, todos deben aceptarme como soy.
- Publicaré lo que quiera en las redes porque soy libre de expresar lo que siento, no me importa el sentir de los demás.
De acuerdo, pon a un lado a nuestra «Srta. Arrogante» y mientras sigues leyendo, trabajaremos con nuestra siguiente personita, la «Srta. Mansa y humilde».
«Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia». -Colosenses 3:12 (Énfasis añadido)
¿Qué es la mansedumbre?
Ser manso es lo contrario a ser arrogante y orgulloso. Ser manso es pensar en los demás y en lo que ellos necesitan antes de pensar en nosotras mismas; es tener la actitud de querer ayudar a los demás en lugar de querer ser mejor que ellos. Esto es humildad. Así que, la mansedumbre y la humildad siempre van juntas.
Jesus es nuestro mayor ejemplo de mansedumbre y humildad. Él bajó, dejó su trono en el cielo para hacerse hombre, sacrificar Su vida, derramar Su sangre para perdón de nuestros pecados y darnos acceso al Padre. Jesus pensó en nosotras, pensó en la humanidad y pensó en el hermoso plan redentor que el Padre tenía para salvación y para glorificarse a Sí mismo. Su actitud de mansedumbre era primeramente con el Padre y después con Sus escogidos. Él no pensó en Sí mismo, Él se negó a Sí mismo para que tú y yo pudiéramos ser salvadas de la condenación eterna (Fil. 2:7-8).
Así que, Jesús es el campeón de la mansedumbre, Él es y debe ser nuestro mayor ejemplo, Él dijo: « …aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón…» (Mateo 11:29) .
Podemos aprender mansedumbre al estudiar y al conocer más de cerca a Jesús.
Vístete de humildad y mansedumbre
La humildad y mansedumbre son el fruto del Espíritu, son el resultado que comprueba que realmente estamos creciendo espiritualmente. Aquí te comparto algunas formas en las que puedes crecer en esta área:
- Reconoce que no mereces la salvación y que solo mereces la condenación eterna.
- Recibe lo que Dios te da con gozo, sin pelear ni quejarte con Dios cuando atraviesas circunstancias difíciles o cuando no te da lo que quieres.
- Disponte a honrar y servir a los demás.
- No presumas de lo que tienes, de lo que haces «bien» o de lo que haces por otras personas.
- Honra y sirve a los demás con el propósito de glorificar y agradar a Dios.
«No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse». -Filipenses 2:3-6
La falsa humildad y mansedumbre
Ser manso y humilde es difícil. Hoy en día estamos tan bombardeadas con ideas y pensamientos del mundo sobre el amor propio o el orgullo. Si «hacemos algo por alguien» tenemos que publicarlo, si no, entonces no cuenta. De pronto nos vemos envueltas en una mentira que nos hace creer que sí estamos pensando en los demás, cuando realmente solo deseamos que otros nos admiren. Cuando cada vez que publicamos algo en redes no pensamos en el corazón de los demás, sino en nuestros propios intereses.
Solo Dios puede ayudarnos a ser mansas y humildes. Esto es solo posible por medio del estudio de la Palabra de Dios, exponiéndonos constantemente a Su verdad.
Pensamientos para desechar y guardar
Ahora volvamos a nuestra actividad del inicio. Vamos a tomar nuestro dibujo de la «Srta. Mansa y Humilde», en lugar de una corona como la de la Srta. Arrogante, dibujaremos una cruz a su lado y encima de la cruz, una corona. Vamos a analizar la forma en la que piensa la «Srta. Mansa y Humilde». Aquí algunos ejemplos:
- Voy a agradar a Dios en medio de mi circunstancia en lugar de quejarme y enojarme contra Él.
- Voy a ceder lo que deseo para que otros puedan obtener lo que necesitan.
- Voy a dedicar a Dios lo que hago por otros en lugar de publicarlo o decirlo a los demás.
- Voy a cuidar el corazón de mis hermanos a la hora de usar mis redes sociales.
- Voy a agradar a Dios haciendo algo por esa persona con alegría, aun cuando posiblemente reciba rechazo y no reciba ningún halago.
Ahora que «vestimos» a la «Srta. Mansa y Humilde» con estos pensamientos, vamos a ser intencionales para observarnos a nosotras mismas. ¿Cuáles pensamientos son con los que me «visto» diariamente? ¿Me identifico más con los pensamientos de la «Srta. Arrogante» o con los pensamientos de la «Srta. Mansa y Humilde»? ¿Cuáles son las mentiras que debo desechar y cuáles pensamientos y verdades son las que debo guardar?
Puedes pegar o tener a la vista esta actividad para que sirva de recordatorio y puedas autoexaminarte diariamente. ¡Te animo a ejercitar la mansedumbre y humildad en tu día a día!
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