DÍA 4
¿Que te describe mejor a la hora de viajar?
- Empacas solo lo estrictamente necesario.
- Prefieres ser precavida y empacar cosas extras por si pasa cualquier cosa.
Yo suelo meter un montón de cosas en la maleta, y la verdad es que la mayoría de las veces regresan intactas. Casi nunca utilizo lo que llevó extra, pero siempre tengo la sensación de que debo llevar de más. Eso da como resultado, que mi maleta pese mucho, que me cueste encontrar lo que realmente necesito, que si no tenga lugar para guardar algo que compre en el destino a donde voy, en fin… termino arrepintiéndome de llevarlo.
Busca estos versículos:
- Salmo 119:19
- Mateo 6:19 – 20
Si seguimos usando esta analogía, ¿cómo se encuentra tu maleta?
- ¿Qué tanto equipaje extra tiene?
- ¿Estás afanada acumulando cosas, posesiones o afectos creyendo que allí encontrarás tu seguridad?
- ¿Estás dándole importancia a las cosas eternas? ¿Estás haciendo tus tesoros en el cielo, o aquí, donde la polilla un día los destruirá?
Tu mayor tesoro ya está contigo. El valor de conocer a Cristo no se compara con nada que podamos poseer, ni siquiera en el plano emocional.
Una manera de saber que es lo que más valoramos es fijarnos en dónde invertimos nuestro tiempo y recursos. ¿Cómo pasas tus días? ¿Qué cosas no podrían faltarte?
Haz una lista de la manera en que invertiste tus últimos 3 dias y en base a esta lista anota cuales son las cosas que más valoras y ocupan tu tiempo. Luego ve si estás llenando tu maleta de cosas valiosas o vanas. Examina tu lista y piensa en cada cosa que día a día llena tu equipaje y pídele al Señor que la oración de Pablo sea una realidad en tu vida, y que tu corazón cada vez más se enfoque en lo eterno.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:8-14
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