Ser como Cristo

Hubo un momento en mí caminar con Cristo en el cual separaba mi vida cristiana de todo lo demás. Veía la escuela, la iglesia, la familia, mis relaciones de amistad y mi vida cristiana como cosas totalmente separadas. Después aprendí de versículos como Colosenses 3:3-4 que esto no era así:

«Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria» (énfasis añadido).

Nuestro día a día no está de ninguna manera aislado de nuestra nueva vida en Cristo. El viejo yo ¡ha muerto! Ahora nuestra vida es Cristo. Por lo tanto, debe ser nuestro deseo ser más como Él y ver cada día de nuestras vidas (por cotidiano y monótono que parezca) como el proceso de santificación que Dios está usando para transformarnos como ha prometido que lo hará hasta que estemos juntos por la eternidad (Filipenses 1:6).

Y entonces, ¿hay alguna parte en la Biblia que me ayude a saber cómo puedo ser como Cristo? Bueno… ¡tenemos la Biblia entera para ello! Pero aprendamos juntas de un pasaje en particular:

«Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz».

-Filipenses 2:5–8

¿Cuál fue el ejemplo que nos dejó Jesús?

  • No se aprovechó de ser Hijo de Dios para aferrarse a ello

Siendo Jesús el único Hijo del Padre, no tomó ventaja de serlo para exigir que se llevara a cabo otro plan que no implicara venir a la tierra en forma de hombre y morir en una cruz. Más bien, Él sabía cómo se tenían que hacer las cosas y vivía en completa sumisión a la voluntad de Su Padre. 

Cuando Jesús estaba a punto de ser entregado para ser sacrificado, presentó Su petición a Dios Padre diciendo: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa», pero sometiendo Su voluntad terminó Su petición diciendo; «no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras» (Mateo 26:39, 42, 44).

¿Vives bajo el entendimiento de que como hija de Dios debes someterte a Su voluntad o al presentar tus peticiones lo haces más como una exigencia a Dios de lo que crees que se debería hacer?

  • Se despojó de sí mismo para tomar forma de siervo

«...el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos». –Mateo 20:26–28

Jesús intencionalmente enseñó a Sus discípulos a ser servidores, no solo con palabras, sino con Su ejemplo. Incomodarnos para poder bendecir a otros no suena como algo atractivo y mucho menos como algo por lo cual podamos ser recompensadas, sin embargo, al servir a otros modelamos a Cristo mismo, quien no solo nos enseña la importancia del servicio, sino que también nos ha servido.

¿Eres intencional en mostrar a otros el amor de Cristo a través de una actitud de servicio? ¿O es más común en ti que hagas de mala gana y a regañadientes los deberes de los que eres responsable o que se te pide que realices?

  • Fue obediente

En mi adolescencia y mi juventud temprana, la obediencia fue una de las cosas con las que más luché. Mi naturaleza caída se veía a flor de piel a través de mi desobediencia. Fui muy rebelde y cuando me decían no a algo, parecía más como una luz verde para hacer exactamente lo contrario.

Querida joven que me lees, para que hablemos de la obediencia, tienes que tener claro que esta es más que un hacer externo; la obediencia es una actitud que fluye de un corazón que ama en primera instancia a Dios y después a los demás.

Lo más sencillo sería darte una lista de cosas que debes obedecer para ser una buena cristiana, pero te animaría a ser moralista en lugar de desear conocer y amar a Dios para que como resultado de ese amor, busques la obediencia. Entonces, más bien te animo a orar para que Dios te dé ese anhelo de conocerle cada día a través de Su Palabra, para que conociéndole, sepas qué es lo que a Él le agrada y busques obedecerle motivada por lo que Él ha hecho por ti, y así, también puedas obedecer a tus autoridades.

¿Cuál es mi motivación para ser como Cristo?

Siendo realistas, hay muchas cosas en nuestra vida diaria que nos desviarán de buscar y desear ser como Cristo. A causa de nuestra naturaleza pecaminosa, es fácil quitar nuestra mirada de Él, y dar lugar a nuestra carne. Es entonces cuando fácilmente nos enojamos, nos ofendemos, nos preocupamos, tenemos ansiedad, tememos ante diversas decisiones difíciles, etc. 

En esos momentos, seamos intencionales en recordar que Dios nos da de Su gracia para cada momento de nuestra vida, y al percatarnos de que estamos teniendo una reacción pecaminosa, vengamos delante del Señor en arrepentimiento estando seguras de que «el Señor está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en verdad» (Salmos 145:18).

¡Tu mayor motivación para ser como Cristo es Cristo mismo y la vida que ahora tienes en Él! 

Búscalo, ámalo, conócelo.

¿Cuál es el siguiente paso?

  • Toma un momento para orar. No hagas una oración técnica, sino una sincera, pidiéndole al Señor que Su Espíritu Santo obre en ti para que puedas cada día desearle y buscarle a través de Su Palabra y aprender a ser más como Él quiere que seas.
  • Sé intencional en morir cada día a tú yo recordando que el proceso de santificación no termina sino hasta que estemos para siempre con nuestro amado Señor.

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Sobre el autor

Débora Cázares de Rivera

Débora es originaria de Coahuila, México, pero actualmente reside en Nuevo Mexico, junto a su esposo Jordan Rivera y sus dos hijos.

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