Por qué debes ser una joven de la Palabra
Mis hermanos y yo nos levantábamos muy temprano porque mi papá era maestro y tenía que llegar a la junta de maestros. Recuerdo estar sentada en el sillón de la sala, lista para ir a la escuela, leyendo mi Biblia y orando a las 6:30 de la mañana. Tendría unos 8 o 9 años. Era lo que hacíamos. Había que leer la Biblia. Igual con el devocional familiar. Casi todos los días alrededor de la mesa o en la sala mi papá leía unos versículos y orábamos. Desde muy pequeña yo sabía que la Palabra de Dios era importante.
30 años después, veo algunas cosas más claramente. Ahora que evalúo mi experiencia de vida con la Biblia, entiendo que por muchos años fue simplemente “una tarea más” que cumplía como buena cristiana. Si tú vives, o has vivido, en un hogar cristiano, puede que entiendas a lo que me refiero. Se hace por rutina y obligación muchas veces.
A pesar de esto, estoy muy agradecida con Dios por el hábito inculcado desde mi infancia: el hábito de abrir la Palabra y considerarla. La obra que Dios hizo en mi corazón fue gradual. A la edad de 18 años tuve que dejar a mi familia en el campo misionero de Chile y regresar a mi país para estudiar. Dios empezó a confrontarme acerca del objeto de mi confianza. Al no estar cerca de mis padres, ya no podía confiar en ellos. ¿Confiaría en mí misma? A través de maestros piadosos, y la disciplina de lectura que ya era parte de mi vida, Dios me ayudó a entender que su Palabra es suficiente para darme dirección y sabiduría.
Cada día tú escoges qué hacer con la Palabra de Dios. Y lo que tú decides depende de cómo ves a Dios y a su Palabra, y de cómo te ves a ti misma. Si no estás en la Palabra es porque no crees necesitar a Dios. Lo veo en mi propia vida. Cuando no busco estar en la Palabra es porque “he dejado de necesitar” (según yo) a Dios.
¿Por qué ser una joven de la Palabra?
Porque solo así entenderás a Dios y a la vida, y te entenderás a ti misma.
Primero, debes ser una joven de la Palabra por quién eres tú. Eres una mujer creada a la imagen de Dios, pero caída en pecado. La Biblia es un espejo que te revela quién eres. 2 Corintios 3:18 dice, “Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”. Cada mañana todas nos levantamos y usamos el espejo para revelarnos el daño hecho durante la noche y evaluar cuanta reparación tendremos que hacer para salir presentables, ¡¿verdad?! Pues este versículo nos dice que el Espejo de la Palabra nos ayuda en el proceso de transformación, revelándonos como somos. En ese Espejo puedes ver, por ejemplo, que eres necia. “Porque mi pueblo es necio” (Jer. 4:22). Te dice que eres ignorante. “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” (Os. 4:6). “Todo hombre es torpe, falto de conocimiento” (Jer. 10:14). Te recuerda que eres débil y susceptible al error. “Porque entre ellos están los que se meten en las casas y llevan cautivas a mujercillas cargadas de pecados” (2 Ti. 3:6). Solo cuando te veas a ti misma en la Palabra, entenderás tu gran necesidad de estar en la Palabra.
Segundo, debes ser una joven de la Palabra por quien es Dios. Él se revela ahí. “Pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Ef. 1:17-18). Las mujeres en especial valoramos mucho la apertura y transparencia de las personas hacia nosotras. Nos encanta que alguien se abra y nos revele su verdadero ser. El hecho de que Dios se haya querido revelar a mí en su Palabra debe motivarme a querer buscarle en su Palabra y conocerle lo más posible. Solo cuando veas a Dios en su Palabra, entenderás tu gran necesidad de estar en la Palabra.
Tercero, debes ser una joven de la Palabra por el camino que traza. Pasar tiempo en la Palabra de Dios te guía por el camino de la bendición. Hay claras promesas de Dios para los que aman la Palabra. “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” (Jn. 14:23). “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho” (Jn. 15:7). También hay principios claros que indican lo mismo. El Salmo 1 nos habla del hombre que pasa tiempo y se deleita en la Palabra de Dios, y, como resultado, todo lo que hace prospera. ¿Qué joven hoy en día no busca éxito y prosperidad en lo que hace? ¿Quién no querrá que Dios le de todo lo que le pida? Los requisitos de estas promesas y principios son amar, guardar, y permanecer en la Palabra. Solo cuando veas el valor de la sabiduría de la Palabra de Dios, entenderás tu gran necesidad de estar en la Palabra.
Estamos empezando un nuevo año. Es una buena oportunidad para evaluarnos honestamente y considerar qué nos caracteriza como mujeres jóvenes creyentes. ¿Eres una joven de la Palabra? ¿Realmente crees que necesitas a Dios diariamente, constantemente? Si es así, buscarás pasar tiempo en Su Palabra que nos dejó como una revelación de su propia persona. ¡Qué precioso don! Busca un plan de lectura y establece desde hoy el hábito de leer y estudiar este recurso divino.
¿Hay otras razones porqué ser una joven de la Palabra? ¡Compártelas en la sección de comentarios!
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