Reseña: Una grieta en tu santidad

Escrito por Brenda López

Salvación y santificación, los dos lados de la misma moneda que pueden traer tanta confusión al andar de un creyente si no son entendidas como la Palabra de Dios las define. La realidad de lo que ya es y lo que está por venir. El saberte creyente pero no verte santa. De una manera u otra, esta es la lucha de toda hija de Dios. Fuimos rescatadas de nuestros pecados para que vivamos para Dios. Y como nuestro Dios es santo, nosotras debemos ser santas (1ª Pedro 1:15-16). «Una grieta en tu santidad» te retará a ver diferentes áreas de tu vida a luz de la Escritura para traer convicción a caminar y crecer en santidad. -Vania Anderson 

¡Necesitamos congruencia! Eso es lo primero que pensé al leer la siguiente frase del pastor Kevin DeYoung en su libro titulado: «Una grieta en tu santidad»: «Aquellos que son más apasionados con respecto al evangelio y a la gloria de Dios, ¿no deberían ser también los más dedicados en la búsqueda de la santidad?». 

Un creyente congruente actúa coherentemente con respecto a lo que afirma creer; su manera de pensar, hablar y actuar están totalmente relacionadas con la verdad de la Palabra de Dios. Dirigiendo esto al corazón del libro, el creyente verdadero buscará ser santo porque Dios es santo (1 Pedro 1:16). Sin embargo, pareciera que a muchos cristianos no nos interesa la santidad tanto como nos atraen las buenas nuevas de salvación. Nos gusta lo que escuchamos: el perdón de nuestros pecados, un cambio de vida, gozo y paz para con Dios; pero no queremos una vida diferente necesariamente.

Esto puede deberse a que vemos la santidad como una opción, no como el resultado de nuestra salvación y parte del regalo de la obra de Cristo a nuestro favor. Pero, ¿por qué se ha generado esta grieta? Me atrevería a resumir la respuesta diciendo que tenemos un mal entendimiento de lo que es la santidad y el propósito de ella. 

Creemos que la santidad es simplemente abstenerse de algunas cosas que a Dios no le agradan o que es simplemente seguir reglas o mandamientos dados hace muchos años y que encontramos en el Antiguo Testamento, pero la santidad va mucho más allá. La santidad es ser renovada en el conocimiento de la imagen del Creador y ser transformadas de gloria en gloria para ser más como a Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable, en Palabras del autor, es buscar la mortificación del viejo hombre y la vivificación del nuevo (2 Cor. 3:18).

Con esto en mente, la obediencia juega un papel importante en el peregrinaje y santificación del cristiano, ya que a ojos del creyente, obedecer a los imperativos de Dios no es una carga, más bien, es la respuesta natural al evangelio de Jesucristo. Por esta razón, se puede afirmar que los mandamientos y la ley de Dios no son solo reglas a seguir, la santidad no es una restauración ética, es más que moralidad y amabilidad. Así lo expresa el autor al mencionar que Dios, a través de Cristo, se complace en aceptar la obediencia sincera, porque por medio de Su gracia, nuestra obediencia imperfecta es aceptable a Su vista. 

Somos contadas como santas ante el Padre solo gracias a la obra completa y perfecta de Jesucristo en la cruz del Calvario y Su resurrección. La razón es que ahora que estamos unidas a Cristo gracias al Espíritu Santo que nos llevó al nuevo nacimiento, Él nos guía en el proceso de santificación y nos conduce al arrepentimiento. 

Nuestra santificación es posible gracias a esta unión con nuestro Señor Jesucristo que nos lleva a ser cómo Él. 

Hermana mía, estar en el proceso de santificación no quiere decir que ya no enfrentarás más luchas y tentaciones. Mientras estemos de este lado del cielo, aún habrá tempestades y pecado; sin embargo, recuerda que tienes al Espíritu de Dios guiándote y animándote a ser cada día más como Cristo. Él te ha llamado a ser santa como Él es santo de modo que tu vida refleje congruencia con el evangelio.