Escrito por Ana Zenon & Korimaya Zaconeta
«A veces soñamos con el día en que nos encontremos un mapa en el piso que nos indique a dónde debemos ir como misioneros, o tal vez solo esperamos un sentimiento fuerte. Quizás no esperamos una revelación en sueño o una visión, pero el mandamiento de tomar nuestra cruz y seguir a Cristo, de ir y hacer discípulos, simplemente no parece que sea para nosotras. O si lo es, es una simple sugerencia. De una forma u otra, nos distraemos con mil cosas en esta vida y olvidamos qué significa seguir a Cristo y responder a Su llamado de vivir una vida “radical”.
Para algunos cristianos, vivir de manera radical significa vestir de cierta manera, evitar cierto tipo de música y seguir una lista de ciertos “sí” y otros cuantos “no”, o viceversa. Y qué bendición que podamos tener convicciones diferentes, siempre y cuando estas nos lleven a la vida radical que Cristo desea para nosotras, y que encontramos claramente delineada en las Escrituras. ¡Qué tengamos ese corazón que está dispuesto a dejar todo atrás por seguir al Salvador, y solo a Él! Te invito a que al leer este libro, te preguntes al principio de cada capítulo: “¿Qué dice la Biblia acerca de vivir una vida radical?”, y busques escudriñar las Escrituras para creer y vivir conforme a lo que es verdad. Y tú, ¿cómo estás siguiendo a Cristo hoy?». - Vania Anderson
Quizás has llegado a pensar que eres muy joven para vivir de manera radical, piensas que eso debe ser aplicado a las hermanas adultas o ancianas de tu iglesia, pero no a ti y por ello le repites a tu corazón una y otra vez: ¡esto no es para ti! Lo cierto, amada joven, es que estás equivocada. El mandamiento de tomar nuestra cruz y seguir a Cristo es de cada hijo de Dios, sin importar la edad. Ser una seguidora de Cristo implica que somos nuevas criaturas, con una nueva posición delante del Dios Santo y que, por lo tanto, debemos vivir como tal. Y buscando crecer en obediencia en el mandamiento más grande de amarle a Él por sobre todas las cosas y después a nuestro prójimo como a nosotras mismas, y esto implica dar nuestras vidas porque otros conozcan el evangelio.
El apóstol Pablo, después del encuentro que tuvo con nuestro Señor Jesucristo, vivió de una manera completamente radical (Hch. 9:3-9). Y, ¿a qué nos referimos con esto? Bueno, claramente en ese pasaje vemos la conversión del devoto perseguidor de Cristo y Su Iglesia, siendo salvado y convertido en su fiel seguidor; de tal manera que él mismo dijo: «Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios» (Hch. 20:24). No podemos conformarnos con vivir un cristianismo superficial, esto es, sin compromiso y sin pasión, cuando vemos ejemplo tras ejemplo en las Escrituras de personas que, cuando conocieron a Cristo, experimentaron un cambio radical. Una vida que hacía alarde de la gracia de Dios, una vida transformada por el poder de Dios en cada aspecto.
De igual manera, Pablo escribió lo siguiente: «Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo» (Flp. 3:7-8).
En su libro, David Platt nos ayuda a entender el significado del término «radical» y nos hace ver cómo luce la vida de una persona que ejemplifica esta palabra. Fui motivada a leer este libro porque varias de mis amigas me lo habían recomendado. Entre más escuchaba hablar de este libro, más aumentaba mi deseo de poder leerlo. Realmente es uno de esos libros que exaltan a Cristo y Su evangelio, que humillan al hombre confrontando su pecado, mientras lo lleva a ver la gracia de Dios, y así, desear que nuestras vidas lo reflejen. «Porque cuando abandonamos las baratijas de este mundo y respondemos a la invitación radical de Jesús, descubrimos el infinito tesoro de conocerlo y experimentarlo a Él» (p. 24).
Por Ana Zenón
De igual manera, vivir una vida radical implica vivir una vida en la gracia de Dios y la fuerza espiritual que Él provee para Sus hijos. Una vida que en sumisión y obediencia a la Palabra de Dios lo da todo por el evangelio, por disfrutar el valor supremo de Dios y buscar que otros lo disfruten también. ¿Es esto verdad en tu vida? ¿Qué tan a menudo te preguntas si verdaderamente estás viviendo el evangelio, si tu cristianismo es auténtico?
«Radical» te desafía a hacer un análisis de tu propio caminar y qué tan en serio tomas la Gran Comisión: ir y hacer discípulos a todas las naciones. Hemos sido alcanzadas y rescatadas de vivir en una cultura que exalta nuestra autosuficiencia, autoestima y la confianza en nosotras mismas, y que como creyentes hemos seguido las corrientes de este mundo, creyendo y buscando lo mismo tanto en la Biblia como en nuestra Iglesia.
Este es un libro retador, que te ayudará a ver qué clase de evangelio estás creyendo y, por lo tanto, qué clase de evangelio estás viviendo.
Aquí resalto una porción del libro que te ayudará a hacer un diagnóstico bíblico de uno de los muchos problemas de vivir así: «El evangelio moderno dice: “Dios te ama y tiene un maravilloso plan para tu vida. En consecuencia, sigue estos pasos y serás salvo”. Mientras tanto, el evangelio bíblico dice: “Eres enemigo de Dios, estás muerto en tu pecado y en tu actual estado de rebelión, ni siquiera puedes ver que necesitas vida y mucho menos revivirte a ti mismo. Por lo tanto, dependes de manera radical de Dios para que haga algo en tu vida que tú nunca podrás hacer”» (p. 37).
El autor te desafiará a vivir el evangelio como quizá nunca antes lo habías hecho. En cada página le acompañarás a explorar diversos principios acerca de cuál es nuestro propósito en la vida y cuál debe ser nuestra visión y misión como creyentes, recordando que la satisfacción suprema no se encuentra en conseguir mucho para nosotros, sino en hacer mucho para Dios. Recordándonos que el propósito de nuestra vida trasciende el país y la cultura en la que vivimos; el gozo se encuentra en la generosidad, no en el materialismo, y la verdad se encuentra en Cristo, no en el universalismo.
«En definitiva, vale la pena arriesgarlo todo por conocer, experimentar esta recompensa que es Jesús» (p.175). Qué bueno es recordar nuestro fin último a través de otros; disfrutar a Dios y vivir para Su gloria, viviendo el Gran Mandamiento de amar a Dios por sobre todas las cosas: Mt. 22:37-40) y la Gran Comisión de ir y hacer discípulos de todas las naciones (Mt. 28:19-20).
por Korimaya Zaconeta
«Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos». -2 Corintios 5:14-15.
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