Reseña: No desperdicies tu vida

Escrito por Valeria Jiménez

Nuestra vida es tan corta y frágil, tan pequeña en contraste con el inmenso mundo en el que vivimos; pero sin duda alguna llena de valor, significado y propósito. Fuimos creadas para Dios, para verlo y disfrutarlo, para anunciar Su gloria y ejemplificar Su gracia. Pero nuestras vidas son desperdiciadas cuando vivimos para cualquier cosa fuera del propósito principal por el que fuimos creadas, cuando andamos por la vida sin pasión, como si no hubiera propósito para nuestra existencia y careciera de significado. «No desperdicies tu vida» te reta a no solo considerar cómo estás viviendo tu vida delante de Dios, sino a mostrarte el valor de tu vida a la luz de la eternidad. — Vania Verboonen 

¿Te has preguntado si tu vida hasta este momento ha sido bien aprovechada? Te voy a pedir que te detengas un momento como cuando estás viendo una película y te has perdido de ciertos detalles que no te permitirán entenderla bien o disfrutarla completamente. Retrocede a lo largo de los años y haz memoria de todo lo que lograste hasta ahora, lo que no has logrado, las actividades que más han consumido tu tiempo, las vidas que has impactado, las relaciones que has tenido, las cosas que no hiciste por pereza o porque no les diste la atención debida, en fin. Haz memoria de todo lo que puedas recordar y te sirva de evidencia para saber si tu vida ha sido bien vivida y totalmente aprovechada. 

Dependiendo lo que hayas aprendido hasta este momento sobre qué es desperdiciar o qué es aprovechar es como juzgarás si tu vida ha sido una vida bien vivida o una desperdiciada. Comencemos por responder a la pregunta: ¿Qué es desperdiciar tu vida? Vivimos en un mundo que se caracteriza por la búsqueda de su propio beneficio (sus pasiones), que anhela alcanzar sus sueños y juzga su vida sobre la base de cuántos de estos cumplió, cuánto éxito tuvo, o cuánta fama o dinero juntó. Pero entendiendo que no fuimos creadas por Dios para nuestros propios beneficios, sino para Su gloria, podemos decir que todo lo que hagamos en la vida y no tenga el propósito de glorificarle se le llama pecado, pues no nos deja disfrutar lo valioso que es Dios, ni reflejar Su valor en este mundo. 

John Piper nos confronta con la siguiente pregunta: «¿Cuál es la pasión de tu vida que hace que todo lo demás se vea como basura?». Esa pasión que motiva tus actos, que indica tus afectos; aquello por lo que vives cada día, a lo que le dedicas tus fuerzas y energías. La pasión por la que vives es la que te motiva cada mañana a levantarte y actuar de cierta forma cada día. La pasión por la que debemos vivir es glorificar a Cristo; una realidad que no puede estar presente en el corazón de alguien que no conoce al Señor. Es Dios únicamente quien nos ayuda a tener esa pasión para glorificarle en medio de todas las situaciones que día a día vivimos; por tanto, lo que el mundo ofrece se verá como basura en comparación de lo que el Señor nos da: Su persona y vida eterna a su lado.

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3). Fuera de eso no hay nada que pueda llegar a satisfacer el alma, ya que fue creada para adorar al Único merecedor de alabanza. Él debe ser nuestro gozo día a día, pero ¿realmente estoy viviendo una vida para la gloria de Dios o la estoy desperdiciando? Oro para que el Señor nos ayude a examinar nuestros corazones (Salmo 139:23-24) y entendamos si estamos yendo por el camino correcto, y que nos muestre qué es necesario corregir para crecer en nuestra pasión por Él. 

Ahora bien, es necesario preguntarnos: ¿cómo puedo mostrar la gloria de Dios? ¿Cómo puedo disfrutar a Dios y atesorar más a Cristo? ¿Cómo compartiré lo que atesoro? No podemos hacer nada de esto en nuestras fuerzas, el Señor es quien obra en nuestros corazones regenerados, porque Él es el motivo de nuestro gozo, que nos ayuda a hacer todo para la gloria de Su nombre (1 Co. 10:31). Hemos sido creadas para ver y conocer a Dios, para que nuestra satisfacción sea por completo en Él y podamos entender cuál es Su valor en nuestra vida. 

Su Palabra nos anima a vivir gozándonos en Cristo, tomar nuestra cruz cada día y seguirle (Mateo 16:24), llevándonos a hacer de nuestra vida una pasión por el Único que la merece. El autor nos anima a encontrar lo que la Biblia dice respecto a no desperdiciar nuestra vida, y hace el siguiente énfasis: «Me parecía cada vez más claro que si quería llegar al final de mi vida sin decir: “La he desperdiciado!” tendría que insistir, seguir, continuar, hasta alcanzar el propósito final de Dios y unirme a Él» (p. 28). He conocido a muchas personas que buscan tener satisfacción en sus deseos carnales, en lo que les «hace feliz» y les mantiene con una vida «tranquila». Pero ¿cómo están delante de Dios? ¿Viven con paz en su corazón? ¿Alguna vez alguien les ha mostrado esa plenitud que pueden tener en Cristo? La pregunta clave que el libro me ha llevado a examinar es: ¿qué estoy haciendo yo? ¿Qué estoy haciendo para saborear a Cristo y demostrar Su valor supremo en este mundo caído? ¿Mi vida refleja a Cristo y que vivo para Él?

Uno de los puntos principales de este libro es que la gloria de Dios se encuentra en la cruz de Cristo. El poder estar satisfechas cada día en Él es un regalo inmerecido que como sus hijas podemos mostrar, atesorar y compartir al mundo. Y no solo podemos, ¡sino que debemos! Esto es un regalo eterno que nos encamina al propósito de Dios, buscando únicamente Su gloria. En última instancia, el autor hace un énfasis al llamado que como cristianas tenemos de ir y predicar la Palabra de Dios a un mundo caído, en obediencia y fe. Pero esta obediencia debe ir acompañada de un corazón que anhela y busca vivir completamente para la gloria de Dios, haciendo de Él el tesoro más valioso y mostrándolo así a este mundo perdido. 

Busquemos el reino de Dios y Su justicia antes que todas las cosas, y lo demás vendrá por añadidura (Mateo 6:33). Atesoremos a Cristo por encima de todo. Te animo a que comencemos a ver la necesidad que hay de Cristo en esta tierra y no busquemos la comodidad. ¡Actuemos! Tenemos el mejor ejemplo y Maestro, y la mejor arma que es Su Palabra; no estamos aquí para vivir para nosotras, somos salvas por gracia (Efesios 2:8). La evidencia más congruente de ser hijas de Dios es estar satisfechas en Él, disfrutar de Sus bondades y ayudar a otros a ver el tesoro sin igual que es nuestro Dios.

¡No desperdiciemos nuestra vida y vivamos únicamente para la gloria de nuestro Creador! 

Y tú, ¿estás aprovechando tu vida o la estás desperdiciando?
 

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