Escrito por Salma Bautista
Fue creer una mentira, lo que llevó a la humanidad a la ruina. Y desde la caída, lucharemos con las mentiras por el resto de nuestras vidas. Pero por la gracia de nuestro buen Dios, la verdad de Su palabra destruye el poder de las mentiras del enemigo. Es cuando nos exponemos a la verdad de la Palabra de Dios que somos transformadas. Por tanto, tomemos la armadura de nuestro Dios «porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; y destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo» (2 Cor. 10:4-6). El libro «Mentiras que las jóvenes creen y la verdad que las hace libres» te permitirá descurbir qué mentiras estás creyendo y cuál es la verdad que te hará libre. -Vania Verboonen
La primera vez que leí este libro fue hace años. Por aquella época de mi vida descubrí un refugio en la lectura, un escape a mis problemas. Así que desarrollé el hábito de leer. Un tema que me interesaba mucho en ese momento eran las relaciones; cómo hablar con chicos, qué busca un hombre en una mujer, cuál es la verdadera belleza, etcétera. Yo estaba, sin saberlo, buscando mi identidad. Fue así como llegué a este libro.
Quisiera decir que la verdad expuesta en él abrió mis ojos en ese momento a mi pecado y me hizo libre, pero no fue así. Sin embargo, la semilla fue sembrada en mi corazón y cuando llegó el tiempo, curiosamente para mí (porque Dios obra maravillosamente), leyendo «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», el Señor me reveló Su verdad y descubrí las mentiras que yo había estado escuchando.
Este libro comienza mostrando algunas de las horribles consecuencias del engaño. Explica quién es el engañador: Satanás, el padre de mentiras; la engañada: yo, y la Verdad que nos hace libres: ¡Jesús! La mentira es todo aquello que no es verdad y la verdad es Jesús; la mentira es todo aquello que contradice lo que la Escritura dice. Jesús, el Verbo, es la Palabra. Su Palabra nos hace libres y si permanecemos en ella, permanecemos en la verdadera libertad.
Confieso que me costó mucho entender esa verdad y abrazarla. Viéndolo en retrospectiva, no es de sorprender que yo me sintiera un estorbo, inútil, fea, incapaz de ser amada, de hacer algo bueno. No me extraña que pensara que, quizá, si huía e iba a donde nadie me conociera, todo sería diferente, todo se iba a tornar mejor. Anhelaba olvidar y callar mis pensamientos y emociones al grado de considerar entregarme a los vicios; encontrar mi refugio en algo temporal y perecedero como los libros, la comida, los videojuegos.
¿Por qué no me extraña? ¡No leía la Biblia! Lo digo desde la experiencia: si no conocemos la verdad, no podremos reconocer la mentira. «Mentiras que las jóvenes creen y la verdad que las hace libres» presenta y desenmascara veinticinco mentiras. Mentiras sobre Dios, sobre Satanás, acerca de mí, de los chicos, las relaciones, mi fe, el pecado, los medios de comunicación y el futuro; y, aun así, no está cerca de ser exhaustiva. Muchas mentiras no se dicen en voz alta, pero se creen. Yo decía que no, que yo no creía eso y, no obstante, mis hechos exponían lo que había en mi corazón.
Si yo creía que Dios era suficiente, ¿entonces por qué siempre buscaba como si me faltara algo? Si yo creía que mi valor me lo asignaba Dios, ¿por qué me sentía tan mal al pensar en mis debilidades cuando las cosas no salían como quería? Si yo creía en la sabiduría de Dios al advertir sobre el yugo desigual, ¿por qué consideraba y ponía la mirada en chicos que no tenían temor de Dios? Si yo creía ser sincera ante Dios, y por extensión, ante el prójimo, ¿por qué crearía una cuenta falsa en Facebook? Si yo creía en Cristo y, por tanto, era cristiana, ¿por qué no leía la Biblia, por qué no me interesaba conocerlo? Si yo creía que en Cristo podía vencer mi pecado, ¿por qué no acudía a Él? Si yo creía que mi vida era de Dios, ¿por qué desperdiciaba tanto tiempo haciendo lo que me agradaba a mí y no a Él? Y la lista continúa…
Me disculpo si esta reseña se convirtió en un testimonio, pero me resulta muy difícil hablar de las mentiras que las jóvenes creen sin recordar las que yo creía (¡Qué el Señor me revele las que sigo creyendo!), y de la verdad que las hace libres sin agradecer tanto a Dios por Su gracia para conmigo.
Solo Cristo nos hace libres a través de Su Palabra. Cristo hace la obra en nuestros corazones y la hace perfecta. Recuerda que en la Escritura encontramos la verdad de que lo que el hombre siembre, eso también cosechará. Y esto aplica en el área de las mentiras igualmente. En realidad es sencillo: si escuchas y consideras mentiras (siembra), creerás y actuarás con base en las mentiras (cosecha); si te deleitas en la Palabra y meditas en la verdad (siembra), creerás y actuarás con base en la verdad (cosecha).
Y no, yo no pretendo haberlo logrado, mientras siga en este mundo caído estaré expuesta a mentiras. Sin embargo, Dios no me deja sola (ni a ti). Su Santo Espíritu nos guía constantemente a la verdad, y trae revelación y convicción a nuestras vidas. Su Palabra sigue haciéndonos libres, sigue lavándonos, santificándonos, dándonos sabiduría y discernimiento.
Antes de finalizar el libro, DeMoss y Gresh subrayan veintidós verdades poderosas para refutar mentiras cotidianas. ¿Cuáles? Tendrás que leer el libro para averiguarlo.
Solo en Dios y en Su palabra podremos encontrar la libertad teniendo una relación vital y creciente con el Señor Jesús, manteniéndonos en contacto permanente con la Palabra de Dios que es viva y nos traerá libertad. Podemos gozar de esa libertad que perdura para toda la vida, porque Cristo al morir por nuestros pecados, compró nuestra libertad.
«Yo soy el camino, la verdad y la vida». —Juan 14:6
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