Reseña: «Esto lo cambia todo»

¡Qué alegría poder compartir con ustedes la primera reseña! ¡Qué hermoso poder recordar que hay una verdad por la que vivimos, una verdad que lo cambia todo, empezando dentro de nosotras! Una verdad que cambia nuestra condición delante de Dios, trayéndonos de muerte a vida, que rompe nuestras cadenas y nos trae a vida eterna. Y, ¿cuál es la verdad que lo cambia todo? El evangelio. La preciosa realidad que caracteriza nuestra vida y cada aspecto de esta. Nuestra escritora invitada nos muestra cómo Jaquelle Crowe nos anima a profundizar en las Escrituras para comprender cómo el evangelio impacta cada área de nuestra vida. Y de manera particular, «Esto lo cambia todo» me hizo recordar que no hay área de nuestra vida que no esté bajo el señorío de Cristo y, por lo tanto, debemos buscar crecer en obediencia en cada una de ellas. -Vania Verboonen 

Escrito por Ana Contreras

«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; ahora han sido hechas nuevas» (2 Cor. 5:17). El evangelio es el poder de Dios para salvación (Ro. 1:17) y el poder de Dios, una vez que ha traído convicción de pecado y nos ha conducido al arrepentimiento, produce un cambio que abarca todas las áreas de nuestras vidas. Implica una transformación sin igual, «porque hemos sido compradas por precio» (1 Cor. 6:20) para servir a un nuevo amo: el Señor Jesucristo. 

Sí, todo nuestro ser, hábitos y relaciones estaban marcadas por el pecado, pero ahora que han sido tocadas por la gracia del Señor, deben ser afectadas, transformadas y vividas para la gloria de Dios, con el fin de honrar al Hijo a través del Espíritu Santo. «Esto lo cambia todo» llamó mi atención, ya que me di cuenta que la vida de una joven cristiana, a pesar de los cambios que atravesamos, las dudas y los temores que experimentamos; debe estar marcada por la obediencia a Dios. Y esta es la mejor forma de vivir nuestra juventud, siéndole fiel a Aquel que merece toda la honra y la gloria en nuestras vidas. Este libro hace hincapié en la verdad de que nunca se es tan joven como para no seguir al Señor Jesucristo. 

También ilustra de forma práctica 8 puntos en los cuales el evangelio genera un cambio en nuestras vidas. Además incluye preguntas de reflexión al final de cada capítulo, lo que permite el autoexamen del lector y replantear su estilo de vida. Explicaré cada sección muy brevemente, con el objetivo de motivarte a leer esta maravillosa obra: 

  1. Identidad. Como jóvenes nos encontramos en una etapa en la que constantemente nos preguntamos: «¿Quién soy?». Si nos encontramos viviendo en el mundo, buscaremos encontrar nuestras respuestas ahí, al igual que llenar los vacíos de nuestra vida con la visión del mundo y fortalecer nuestra identidad con cosas terrenales. Sin embargo, es el evangelio el que transforma nuestra identidad. Una vez que hemos creído en Cristo, como lo dice la autora , la respuesta de nuestro corazón es: atesorar a Cristo, despreciar todo lo demás, poner nuestra fe solo en Cristo; conocerle, sufrir por Él, al igual que parecerse a Él, como bien lo resalta la autora Jaquelle. 
  1. Historia. Nuestra historia es la historia de Dios, pero ¿cuál es esa historia? La obra de transformación en nuestros corazones por el poder de Dios: el evangelio. Lo increíble de nuestra historia es que Dios envió a un Salvador para unir al Padre y a Sus escogidos, a pesar de ser estos anteriormente enemigos de Dios (Ro. 5:10) a causa de la separación que había producido el pecado. Cristo llevó el castigo de nuestra paz (Is. 53:5) para que nosotras fuéramos aprobadas y adoptadas como hijas de Dios. 
  1. Comunidad. Una vez que el evangelio transforma nuestro corazón como hijas de Dios, desearemos estar con las personas que el Señor ha redimido con el fin de glorificarlo en familia, y extender misericordia, amor y gracia a aquellos que son Su pueblo. El evangelio se vive en comunidad. Jesús no murió por un solo individuo. No podemos querer solo a la cabeza y no al cuerpo. Debemos amar el cuerpo completo. Esta es la forma como demostramos nuestra obediencia y amor a Cristo, como verdaderas seguidoras de Él. 
  1. Pecado. El evangelio cambia completamente nuestras lealtades. Si antes vivíamos como esclavas del pecado, ahora lo odiamos y luchamos contra él. La única razón por la cual podemos mortificar este pecado es porque Cristo tuvo la victoria final sobre él, por tanto, somos libres de la condenación. Somos amadas y aceptadas por Dios y podemos seguir a Cristo en humildad, negándonos para dar gloria a Aquel que es digno. 
  1. Disciplinas espirituales. El amor de Jesús nos lleva a ejercitarnos en la piedad (1 Ti. 4:7-8) con el fin de que podamos parecernos cada vez más a nuestro Señor. Las disciplinas que todo cristiano debe procurar son: la lectura de la Palabra, la memorización de las Escrituras, la oración y el evangelismo, con la finalidad de cultivar nuestra relación con el Señor. Estas deben ser obedecidas no como una obligación, sino con gozo y gratitud por la misericordia y gracia extendida a nosotras.
  1. Crecimiento. Como redimidas, somos consideradas aprendices de Cristo y vamos creciendo en conocimiento de Él (2 Pd. 3:18) porque estamos vivas. Para ello necesitamos discernimiento, diferenciar entre lo bueno y lo malo, entre la doctrina bíblica y la falsa, entre la santidad y el pecado. Crecer implica observar y aprender de la Palabra de Dios y buscar discernimiento a través de la oración. 
  1. Tiempo.«Lo que hagas hoy tiene un impacto eterno» (p. 115). Sin duda esta es una verdad que deberíamos vivir todos los días reconociendo que no somos amas del tiempo, Dios lo es. Vivir todos los días para la gloria de Dios es recordar que nuestra vida es Suya, que estamos al servicio de un Dios eternamente soberano, a quien le rendiremos cuentas de cómo usamos cada uno de nuestros días.
  1. Relaciones. En la trinidad hay una comunión íntima de amor y perfección. Dios nos creó en semejanza a Él (Gn. 1:27) y, por lo tanto, existen las relaciones entre la raza humana. Como hijas redimidas, el evangelio dicta nuestras relaciones. Como cristianas debemos mostrar el carácter de Cristo al conducirnos con aquellos que nos rodean. A medida que crecemos en nuestra semejanza a Cristo, buscaremos demostrar cada día más la misericordia, el amor, la gentileza y la prudencia de nuestro Salvador. 

¿No te deleitas en admirar el gran poder de nuestro Dios? ¡Él nos hace nuevas! No dejemos que el concepto que tiene el mundo de la juventud nos engañe, «estos no son nuestros años de rebeldía; son los años en los que nos levantamos para obedecer el llamado de Cristo» (p. 14). Muchas veces somos tentadas a pensar que las cosas que el mundo ofrece aseguran nuestra felicidad y nuestro estatus, sin embargo, todo eso perecerá, pero la que hace la voluntad de Dios, permanecerá (1 Jn. 2:17). Vive a Cristo, vive para Cristo, vive en Cristo. Cristo lo es todo.

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