En esta sociedad que nos empuja a ser mujeres autosuficientes, que no se queden “estancadas” en el cuidado del hogar, ni siendo femeninas, ni tampoco de disfrutar ser una mujer hacedora para la gloria de Dios, en muchas ocasiones me preguntan, ¿Qué marcó la diferencia en mi vida?
Desde pequeña Dios me dio el privilegio de rodearme de mujeres que me han traspasado su legado. Él ha usado cada pequeño detalle para impactar mi corazón animándome a abrazar Su diseño.
Algunas cosas prácticas que estas mujeres imperfectas –pero comprometidas a vivir para Cristo– han modelado a mi vida:
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Amar los detalles, la cocina, la limpieza, el orden como más que un deber, una responsabilidad, son algunas de las muchas cosas que mi madre, desde mi infancia trabajó en mi vida.
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Sus primeras enseñanzas parten de los momentos de oración cada noche al acostarme, las lecturas bíblicas cada mañana, así como acompañarla a las diligencias. Todas estas actividades utilizadas para traer la Palabra a mi corazón y ayudarme a entender Su propósito para mi vida.
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Sus tiernos consejos, sus palabras de aliento a confiar en las promesas de Dios y su deseo de que aprendiera a amar mi hogar, se evidenciaba al enseñarme a bordar, coser, cocinar junto a ella, hacer lacitos, preparar una mesa o simplemente fregar y colocar cada utensilio en orden.
Mi madre está divorciada desde que tengo tres años; sin embargo, su testimonio me ha mostrado cómo su Amante Esposo nunca se ha ido de su lado. Dios la ha tomado y la ha hecho una mujer valiente y determinada, de convicciones firmes, perseverante para llevar sola, hacia adelante una familia con cuatro hijos, amparada bajo la sombra de las alas de nuestro amante Señor. En diferentes ocasiones renunció a sus deseos por amor a nosotros, pero sobre todo para someterse a la voluntad de Dios con gozo.
Hoy entiendo que el valor de la mujer está en Cristo, su mayor recompensa y su perla de gran precio ante cada circunstancia de la vida.
Mami me enseñó a valorar el tiempo rendida en la presencia de Dios en oración y a poner en prioridad mi hogar antes de salir a la calle a trabajar o realizar cualquier estudio. El valor de la gracia, la perseverancia y la dedicación que Dios ha puesto en ella, me ayuda a comprender más, lo que Dios quiere en mi vida como mujer, y que solo en Él, puedo realizar todas las cosas cotidianas con el amor, el empeño, la gracia y la constancia que refleja el hacerlas para Cristo.
De igual manera, otras mujeres de mi iglesia siempre estuvieron a nuestro alrededor, apoyándola en todo nuestro proceso de crianza. En muchas ocasiones, mis hermanos y yo nos quedábamos en las casas de estas familias mientras mi madre trabajaba. Estos momentos me permitieron ver mujeres con el deseo de pasar un legado al enseñarme cómo hacer decoraciones, manualidades, hornear o simplemente tener conversaciones en las cuales compartían sus vivencias y me animaban a mirar a Dios, como el Único que es Todo-Suficiente en mi vida.
A lo largo de los años se han sumado más mujeres en mi vida a quienes tengo el privilegio de llamarles amigas, tías y madres que han velado por mí, como por sus propias hijas. Compartir con ellas su legado, me hace ver la vida en esta etapa de mi vida con una firme convicción cada vez más clara de:
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Amar la Palabra de Dios
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Confiar en Sus promesas
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Orar constantemente
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Depender de Dios
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Amar el orden y los detalles
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Cuidar mi hogar
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Seguir aprendiendo de estas mujeres mientras me equipo a fin de ser una mujer que busca intencionalmente agradar a Dios durante mi soltería para que cuando Él en Su tiempo me conceda mi hogar y una familia, pueda adornar cada detalle con la gracia que he aprendido por tantos años
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Compartir con otros de las cosas que he aprendido y
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Abrazar a Dios, como el tesoro más valioso
¿Y tú? ¿Eres una mujer que se amolda a la sociedad o has buscado entender el diseño bíblico de Dios para la mujer? ¿Cuál será tu legado?
Te animo a buscar a alguna mujer en tu iglesia que te enseñe a ser más que oidora, hacedora del diseño bíblico para nosotras y así motivar a otras a conocer más de Cristo. No te puedo decir que siempre es fácil y que todo es color de rosas, necesito vivir a la luz del evangelio y encontrar en la cruz lo que necesito para permanecer firme cada día. Lo que sí puedo decirte es que es un deleite estar rendida a los pies del Señor y buscar hacer Su voluntad. Dile a Dios: Heme aquí, úsame para Tu gloria.
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