¿Quién quieres ser?

¿Harías un breve ejercicio conmigo? Vamos, sígueme la corriente un momento…

Primero, piensa en las dos o tres actividades que más disfrutas hacer, o más buscas hacer en este momento de tu vida…

¿Ya las tienes en mente?

Ahora, cierra tus ojos y crea una imagen mental de dónde quieres estar en 10 años. ¿Qué te imaginas haciendo? ¿Cómo imaginas que seas?

Abre tus ojos y contesta esta pregunta honestamente: ¿Existe alguna conexión directa entre las actividades que consumen tu tiempo y deseos ahora mismo, y la persona que quisieras ser en 10 años?

En otras palabras, si siguieras en el mismo camino en el que andas ahora mismo, ¿llegarás a ese destino deseado? Porque…

  • Si te imaginas como un médico especializado, pero no quieres hacer la tarea de biología…
  • Si te imaginas como un músico dotado, pero tu mamá no logra convencerte a ensayar…
  • Si te imaginas como una maestra en una escuela prestigiosa, pero no te interesa enseñar a los niños de la iglesia…
  • Incluso, si te imaginas como una esposa sumisa y respetuosa, y una madre amorosa, pero no respetas la autoridad de tus padres y no sirves a los miembros de tu familia…

¿Cómo crees que vas a llegar del punto A (presente) al punto B (futuro)?

Te pedí que hicieras este ejercicio sobre tus planes y sueños del futuro para ilustrarte algo sobre la vida espiritual. Hazlo una vez más, ahora considerando tus actividades y sueños en la vida espiritual.

Piensa en las actividades espirituales que más ocupan tu tiempo. Imagínate dónde quisieras estar en tu caminar espiritual dentro de 10 años. ¿Crees que, si sigues tu camino actual, llegarás?

Te quiero presentar a un amigo que ha escrito un libro sumamente útil para cualquier creyente. Se llama Donald Whitney (realmente no lo conozco en persona), y su libro tiene el título «Disciplinas espirituales para la vida cristiana». Confieso que el título no suena demasiado interesante, pero estoy muy agradecida que me lo recomendaron tanto que lo tuve que leer. ¡Tú tampoco te arrepentirás si lo lees!

En el capítulo uno del libro, Donald utiliza la ilustración de un niño cuyos padres lo inscribieron en clases de guitarra. Él no tiene muchas ganas de ensayar, pero un día un ángel aparece y le da una visión de un guitarrista tocando de manera hermosa delante de un público enorme. El ángel le revela que ese guitarrista es él mismo dentro de unos años. «Pero, le dice el ángel, tienes que practicar». El punto es que cuando este niño recuerda en qué se va a convertir, la disciplina y esfuerzo que debe ejercer tiene rumbo y meta. Sin saber eso, podría sentirse como trabajo pesado inútil.

¿Cómo te sientes cuando escuchas que debes leer tu Biblia, orar, disciplinarte en tu uso del tiempo, controlar tus pensamientos, asistir fielmente a la iglesia, servir a otros? ¿Sientes un peso? ¿No tienes claro realmente a dónde te va a llevar esa práctica? Quizá te hace falta entender en qué te vas a convertir.

Dejaré que Donald te explique:

«La Biblia dice acerca de los elegidos de Dios: ‘Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo’ (Romanos 8:29). El plan eterno de Dios asegura que cada cristiano, al final, llegará a ser como Cristo. Seremos transformados ‘cuando Cristo venga’ de manera que ‘seremos como él’ (1 Juan 3:2). Si usted ha nacido de nuevo (vea Juan 3:3-8), eso no es una visión; ese es usted, cristiano, tan pronto como ‘Cristo venga’.» (Énfasis agregado)

No es «quizá un día», ni «si me esfuerzo mucho y me toca un poco de suerte». Es un hecho. Si eres hija redimida de Dios, salva por la obra de Cristo en la cruz por ti, arrepentida por tu pecado, y ejerciendo fe en Él, esta va a ser tu realidad en un futuro. Cierra tus ojos e intenta imaginarlo.

¡Ya tienes tu meta! Ya sabes hacia dónde estás corriendo. Cristo te salvó para la santidad, y te dice que busques la santidad porque sin ella nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Pero ¡ojo! «Es crucial, crucial, entender que no es nuestra búsqueda de la santidad lo que nos habilita para ver al Señor. Más bien, el Señor mismo es el que nos habilita para ver al Señor, no las cosas buenas que hacemos» (p. 3).

Lo que Dios más quiere para ti en los próximos 10, o 50, años, es tu santidad, que te parezcas cada día más a Cristo. Las disciplinas espirituales te proveen de las prácticas que necesitas para siempre estar persiguiendo esa meta. La transformación completa se llevará a cabo cuando veas a Cristo cara a cara. Pero, hasta entonces, tienes un camino trazado, el Espíritu Santo morando en ti para habilitarte, Cristo abogando por ti con el Padre, y hermanos en Cristo rodeándote.

¿Te unes conmigo en estas siguientes semanas para aprender a adquirir las disciplinas espirituales esenciales para nuestra vida? ¡Estoy orando por ti! ¿Por qué no pasas tiempo esta semana pidiéndole al Señor que te convenza de la importancia de ejercitarte para perseguir la santidad?

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Sobre el autor

Susi Bixby

Tiene 21 años de casada con Mateo, y ama a sus tres regalos de Dios: Aaron, Ana y David. Deseando vivir el diseño de Dios para su vida, dedica la mayor parte de su energía a su familia. Es esposa … leer más …

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