¿Quién es tu mayor amor?

El pasado 14 de febrero vi algo diferente a los demás días del amor y la amistad. Mi Instagram estaba lleno de publicaciones que no celebraban el amor de pareja o de amigos, sino que incitaban a amarnos a nosotras mismas por encima de todo. Vi a varias «influencers» celebrando el amor propio y exaltando el «girl power», como si esa fuera la cura para nuestros corazones rotos.

El mundo dice que primero debes de amarte a ti misma para poder amar a los demás correctamente. Y la realidad es que eso es una mentira: Debes amar a Dios primero para saber cómo amar a los demás (y a ti misma) correctamente.

«Dios es amor. Y cuando el amor está apartado de Dios, pierde su verdadero significado. Cuando nos convertimos a nosotros mismos en el último punto de referencia para el amor, el amor se distorsiona en lo que cada uno de nosotros quiere que signifique. Amarnos a nosotros mismos supremamente no es el mayor de los amores. Es el fin – la muerte – del amor». - John Bloom

¿Baja o alta autoestima?

Como seres humanos (y sobre todo como mujeres) estamos en constante lucha con nuestra autoestima. Pero el problema, como dice Tim Keller en su libro «The freedom of self-forgetfulness» (La libertad de el auto-olvido) no es que nos amamos poco, es que nos amamos demasiado.

Él también nos cuenta un dato súper interesante: en la antigüedad se creía que la raíz del mal en los delicuentes y déspotas era demasiado amor propio y hoy erróneamente creemos que es lo contrario; que la raíz de los males en el mundo es una baja autoestima. Explica que el orgullo espiritual es la ilusión de que somos lo suficientemente competentes para dirigir nuestras propias vidas, lograr nuestro propio sentido de dignidad y encontrar un propósito lo suficientemente grande para darnos sentido en nuestras vidas sin Dios ¿Te suena conocido? Echemos el tiempo atrás al Edén: «La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría (ser como Dios). Así que tomó del fruto y lo comió». – Génesis 3:6 (NTV)

Eva no comió del fruto prohibido y pecó porque creía que no era lo suficientemente bella o inteligente y capaz. Ella comió porque creía que lo merecía y que podía ser Dios en su propia vida. Sin darnos cuenta nosotras también (aún conociendo a Dios como Eva) muchas veces medimos nuestro éxito en base a los estándares del mundo: si somos lo suficientemente independientes, si somos lo suficientemente bellas, si somos lo suficientemente inteligentes, si tenemos las riquezas materiales que nuestro corazón desea o si estamos obrando en dirección a alcanzar un «mejor yo» o ser «la jefa de mi vida» y tomamos todas nuestras decisiones basadas en eso. Tenemos que estar en constante revisión de nuestro corazón para no pecar contra Dios de esa manera, Él nos dijo: «No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón». – 1 Samuel 16:7

Midiendo el éxito por el estándar divino

Ahora, déjame explicar un poco mejor qué significa cuando digo que no pongas el amor propio primero. Cuando digo que te ames en último lugar, no digo que tengas una mala opinión de ti, ni que ignores tus necesidades por complacer a los demás, tus necesidades son importantes a los ojos de Dios; lo que digo es que no pongas todas tus fuerzas en amarte a ti misma, queriendo alcanzar tus sueños y planes ignorando el plan que Dios tiene para ti, solo porque crees que es lo mejor. Cuando convertimos el amor a nosotras mismas en el único fin de nuestras vidas, nos estamos sentando en el trono de nuestros corazones y Dios es el único merecedor de ese lugar.

El único éxito real que podemos alcanzar es seguir los dos mandamientos que nos dejó Jesús: amar a Dios sobre todas las cosas y como resultado: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Destronando nuestro orgullo para que Dios tome su lugar en nuestros corazones.

Debemos estar centradas en amar a Dios como Él nos amó: lo suficiente para enviar a Su Hijo a morir por cada una de nosotras. Si de esa misma forma nos entregamos a Dios y a los demás de manera sacrificial, entonces nos sentiremos más plenas y estaremos amando a Dios, a los demás y a nosotras, de la forma correcta.

«...Porque la esencia de la humildad centrada en el Evangelio no es pensar más sobre mí mismo o pensar menos sobre mí mismo, es pensar menos en mí». - Tim Keller

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Sobre el autor

Nicole Tejera de García

Nicole Tejera de García es diseñadora de Aviva Nuestros Corazones y Revive Our Hearts, su pasión es servir a Dios en todas las áreas de su vida. Sirve como vocalista en el grupo de adoración de su iglesia local. Está … leer más …

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