Lectura Bíblica: Lucas 24:44-49; Apocalipsis 21:1-8
¡Hemos hecho un largo viaje en tan solo 15 días! En el texto de hoy escuchamos las palabras de Jesús cuando dice que era necesario que todo esto sucediera para cumplir lo que se prometió en Génesis, los salmos, y los profetas. El Gran Escritor planificó la trama, acomodó la escenografía, puso en juego a los protagonistas, y llevó a su clímax la historia.
Pero ¿ha terminado la historia? ¿Qué dice Jesús en este pasaje de Lucas? «Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (vv. 46-47).
Jesús dejó para cada uno de sus seguidores objetivos e instrucciones claras. Él dio a conocer su voluntad y su deseo para el mundo. Cristo desea que todas las naciones escuchen del arrepentimiento para el perdón de pecados. Hay tres elementos de este pasaje que nos ayudan a entender esta tarea que nos dejó, y cómo llevarlo a cabo:
- «Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras» (vv. 45). Jesús conocía la urgente necesidad que sus discípulos tenían, y que tú y yo tenemos, de comprender las Escrituras. Necesitamos que Dios abra nuestra mente para comprender la Palabra.
- «Que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados, a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (vv. 47). Es sumamente importante el contenido de lo que creemos y predicamos. Cualquier creencia religiosa o mensaje compartida que no tiene a la muerte y resurrección de Cristo como su centro, y la fe y arrepentimiento como su respuesta, es deficiente o falso. Debemos predicar este mensaje empezando desde nuestro Jerusalén. Si no predicamos y testificamos en casa, no podremos alcanzar a las naciones.
- «Yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre» (vv. 49) Ya sabes a cuál promesa se refiere Jesús, ¿verdad? En Ezequiel 36:27 Jehová dijo, «pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos». Jesús también había prometido Su Espíritu a sus discípulos en Juan 14:16-17. El Espíritu Santo es el que nos habilita para predicar. Nada podremos hacer sin Él. ¡Gracias a Dios por este don que nos da cuando nos arrepentimos con fe en la obra de Cristo!
¿Cómo termina la historia? ¡Aún no termina!
Todos aquellos que crean la buena noticia del Evangelio, no solo recibirán un nuevo corazón, sino que también habitarán en una nueva tierra. Te invito a que leas Apocalipsis 21:1-8 para darle un vistazo a cómo luce ese lugar.
Dios nos llevará de vuelta al jardín de donde salimos. Él restaurará todas las cosas y nos llevará a una ciudad donde no habrá muerte, lágrimas, ni dolor. Allí viviremos en perfecta comunión con Él por toda la eternidad porque Él habitará entre nosotros y será nuestro pueblo. ¡La alabanza a Dios será nuestra canción perpetua! Lo único que tendrá fin es la muerte, porque la historia de Dios será una de gozo por toda la eternidad.
Reflexiona
- Ver lo grande que es Dios y su plan nos puede ayudar a entender lo pequeñas que somos nosotras. ¿Te sientes más pequeña al meditar en esta bella historia? ¿Te humilla saber que no mereces tener parte de ella?
- ¿Hay personas a tu alrededor, familiares, vecinos, o compañeros de escuela o trabajo, que no conocen el arrepentimiento y perdón de pecados? ¿Estás siendo «testigo de estas cosas» delante de ellos? ¿Qué podrías hacer hoy para tomar el siguiente paso en cada relación?
- Fija tu mente en la visión de Apocalipsis 21, del nuevo cielo y la nueva tierra, de habitar con Dios en harmonía sin pecado y sin lágrimas. ¿Cómo pensar así en la eternidad te da una mejor perspectiva a tus días?
Ora
- Permite que se ensanche tu corazón al meditar en la gran historia y el Gran Escritor que tienes. Él no sólo escribió la historia del mundo, sino que también escribió tu pequeña historia. Agradécele su gracia inmerecida, y humíllate delante de Él, rindiendo el resto de tu historia para su uso total.
- Haz una lista de todas las personas que conozcas sin Cristo, y empieza a orar por ellos uno por uno, pidiendo que lleguen al arrepentimiento. De igual manera, pide que Dios te de oportunidades especiales para testificarles.
- Ora como Jonathan Edwards, «Señor, estampa eternidad en mis ojos».
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