El otro día mi esposo mandó a mi hijo de 7 años a preguntarme el número de un vuelo. Cuando se lo dije y vi su rostro, supe que lo iba a olvidar en el camino, se lo repetí varias veces y él se fue corriendo mientras lo decía en voz alta una y otra vez. Si quería llegar con la información correcta, él no podía darse el lujo de pensar en otra cosa o de distraerse mientras se dirigía hacia su papá. Ese momento me sacó una sonrisa porque esa es la misma actitud con la que debo vivir, recordando a mí misma las verdades del Evangelio. Si quiero llegar hasta mi Padre, no puedo descuidarme ni entretenerme en algo que desvíe mi atención, necesito concentrarme y esforzarme para comprobar que estoy en la verdad.
De esto se tratan las palabras de Pedro antes de partir, en esto él fue diligente, en alertarnos a no olvidar las verdades elementales que nos salvaron. En los versículos anteriores Pedro señala que él mismo fue testigo ocular del poder y la majestad de Cristo y que sus oídos escucharon la confirmación del Cielo cuando el Padre declaró que Él era Su Hijo amado.
Tan solo esa afirmación de Pedro debería llenarnos de gozo el corazón, aquel que le negó tres veces, que se avergonzó de ser llamado su discípulo, ahora con gran valentía asegura que él es testigo de la majestad de Cristo y hace todo su esfuerzo porque nosotras también podamos ser recordadas de la verdad. ¡Tus años de juventud necesitan ser marcados por el recordatorio de Pedro! Miremos en los próximos versículos por qué es importante traer esto a la memoria y otra vez. #leamoslaBibliajuntas
19 Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.
20 Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal,
21 pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.
2 Pedro 1:19–21
¡Presta atención!
Necesitamos esforzarnos en añadir virtudes a nuestra fe y confirmar que estamos caminando en la verdad porque corremos el riesgo de padecer de ceguera espiritual y de amnesia, olvidando así de dónde Dios nos sacó y la obra que ha hecho en nosotros.
¿Por qué prestar atención?
Vivimos en un mundo de mucha oscuridad moral, espiritual y doctrinal de manera que necesitamos prestar atención a la Palabra de Dios como quien se aferra a una antorcha en un camino de tinieblas. Las cosas que Pedro nos ayuda a recordar no son simples fábulas, es la verdad a la que necesitamos apegarnos, es el único terreno confiable entre tanta arena movediza, es la única roca en la que podemos afirmar nuestros pasos.
Necesitamos prestar atención porque:
1. La Palabra de Dios es segura
La Biblia es la fuente absoluta de toda verdad, es tu punto de referencia y tu autoridad. Es la espada con la que haremos frente a todo engaño y filosofía contraria que llega a nosotras a través de los medios de comunicación y de los labios de falsos maestros.
2. La Palabra de Dios brilla en la oscuridad
El consejo de Dios es la luz que te ayudará a caminar confiada en medio de una sociedad tan perversa y tenebrosa. Es la lámpara a tus pies y la luz para tu camino. (Salmos 119:105)
3. Dios es el autor de toda la Biblia
Podemos aferrarnos con confianza a la Escritura porque fue Dios mismo quien la inspiró, las palabras que lees en tu Biblia no son un invento humano. Es el aliento de Dios para ti y es útil para instruirte, corregirte de manera que puedas alcanzar la imagen de Cristo. (2 Timoteo 3:16-17)
Pedro estaba muy seguro de que esta era la Palabra de Dios y estaba sumamente comprometido con transferir a la próxima generación de creyentes el peso de esta realidad y a la vez su deseo era alertarles porque vendrían falsos maestros a tratar de engañarles. Hoy comparto la misma pasión de Pedro, es mi anhelo y urgencia que tú también, en cualquier etapa que te encuentres puedas entender que lo único seguro y lo único que permanece es el Consejo de Dios. ¡Corre a tu Biblia! Aférrate a ella, léela, estúdiala como lo que realmente es, la misma Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo a los hombres. Acércate a ella con humildad y en dependencia absoluta de quien la inspiró con el fin de que puedas sacar la verdad de ella y no caigas en la trampa de añadirle tu opinión o punto de vista. ¿Qué esperas? Sáciate de los tesoros que se encuentran en ella.
Reflexionemos juntas
¿Es la Palabra de Dios tu única autoridad y punto de referencia? ¿O son tus opiniones y puntos de vista los que gobiernan tus decisiones?
¿Prestas atención a la enseñanza que recibes? ¿Confirmas que proviene de la Palabra de Dios?
¿Eres intencional en llenarte de la Palabra de Dios cada día con el fin de aumentar la esperanza viva que sostiene tu fe?
¿Cómo estos versículos te llevan a adorar a Dios y a pedir perdón?
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