Prescripción inesperada para el pánico

En los últimos dos días he tambaleado dos veces al borde del pánico. Me sentí como si estuviera parada en un precipicio. Mi corazón se aceleró, mis palmas sudaban, mi pecho estaba oprimido. Yo desearía estar siempre fresca como un pepino, pero la realidad es que a veces la vida me pone ansiosa.

¿Te has sentido alguna vez de esa forma? Preocupada… inquieta… llena de pánico. (¿Quién no?)

  • Tal vez te has sentido asustada cada vez que tienes que tomar un examen.
  • O te preocupa que Dios te va a decir que “no” a un sueño que anhelas.
  • O estás constantemente con miedo de que las personas que amas mueran o sean alejadas de ti.
  • Tal vez la ansiedad te pegue en la cara cuando piensas sobre el futuro incierto.
  • O cuando el trabajo se pone estresante.
  • O cuando alguien alrededor tuyo se enoja.

¿Qué debemos hacer cuando la ansiedad llega a nuestras vida? La Biblia nos ofrece una receta sorprendente.

“Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios”. Fil. 4:6.

“No estés ansiosa por nada.” Archiva ésto en la columna “más fácil decirlo que hacerlo” de tu vida. Pero la Biblia no nos da clichés y sentimientos aéreos. Dios no nos está sugiriendo lo imposible aquí. Él tiene que estar pensando que el evitar es algo posible. ¿Pero cómo? ¿Cómo podemos vencer el pánico?

Lea el versículo de nuevo. La respuesta es sorprendentemente simple.

No estés ansiosa por nada, pero en toda oración y  con acción de gracias deja conocer tus peticiones delante de Dios. En lugar de trabajar tu misma en un manojo de nervios, ora.

La oración no funciona como algo cósmico "botón fácil". Eso no desaparece las cosas que nos ponen ansiosas, pero nos recuerda quien está a cargo aquí. Incluso si lo único que puedes decir es “Estoy ansiosa, Dios”, aún ahí estás reconociendo que Dios puede hacer lo que tú no puedes. No hay nada que nos ponga inquietas que Él no pueda quitar.

El puñetazo

Yo no sé ustedes, pero cuando me siento ansiosa, la oración no es a lo primero que acudo. Prefiero hablar con una amiga, anestesiar mis sentimientos con las redes sociales o hacer un berrinche (o hacerlo todo al mismo tiempo). Pero la Palabra de Dios no promete que alguno de estos planes de ataques me salvarán de mi ansiedad. ¡Pero Dios sí puede! Quiero aprender que la primera reacción ante la preocupación sea siempre la oración, ¿no crees?

¿Qué tipo de oraciones debemos orar al sentirnos en pánico?

Afortunadamente, Pablo (el escritor de este pasaje en Filipenses) es muy específico.

Con acción de gracias, sean dadas a conocer tus peticiones delante de Dios.

  • Cuando la ansiedad nos golpea como un boxeador de peso pesado, tenemos que obligarnos a orar con agradecimiento. Claro, no es nuestro impulso natural el mostrar gratitud cuando nuestras manos están sudorosas y nuestro corazón está acelerado. Tal vez eso es parte de por qué Dios nos pide que lo hagamos. En lugar de ceder a nuestra respuesta humana de pánico, Dios nos pide elegir la respuesta de gratitud semejante a la de Cristo.
  • Cuando estés ansiosa por la escuela, empieza a mencionar todas las cosas por la que estás agradecida ahí. ¿Tienes una profesora a la que amas? ¿Una asignatura en la que eres buena? Amigos a quienes deseas ver en los pasillos cada mañana? Agradece a Dios por todo eso.
  • Cuando estás tensa por lo que está pasando en casa, dile a Jesús qué regalos buenos Él te ha dado a través de tu familia, tu casa, tu perro, y tus hermanos.
  • ¿Es tu empleo como una olla de presión? Agradece a Dios que te ha dado un trabajo y que nunca deja que hagas las cosas difíciles por tu cuenta. Dale gracias por el dinero en tu cuenta, incluso si no es mucho.
  • ¿Estás asustada por el futuro? Agradece a Dios por todos los regalos que Él te ha dado en el pasado y en el presente. Seguramente, un Dios que te ha llevado hasta donde estás no te abandonará en las próximas semanas, meses o años, ¿verdad?

Vamos, pídele a Dios que te ayude a salir de la ansiedad (Te aseguro que he estado ahí.), Pero llena cada oración con un montón de acción de gracias. La gratitud tiene el poder de mover un interrumptor en nuestros corazones. Nos recuerda que cada don perfecto viene de Dios. (Santiago 1:17). Eso reenfoca nuestra atención lejos del temor de creer que Dios no es realmente bueno y nos recuerda que Él ya nos ha colmado de una gracia inmerecida y buenos regalos. La oración y la acción de gracias trabajan como un puñetazo que saca de circulación nuestra ansiedad. Debido a estas herramientas que Dios nos ha dado, el pánico no nos mantiene contra las cuerdas.

¿Luchas con la ansiedad? ¿Habías visto el agradecimiento como un “aniquilador del stress”? Comparte con nosotras en la sección de comentarios.

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Sobre el autor

Erin Davis

Erin Davis es una autora, bloguera y oradora a la que le encanta ver a mujeres de todas las edades correr hacia el pozo profundo de la Palabra de Dios. Es autora de muchos libros y estudios bíblicos, incluidos Beautiful … leer más …

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