Escrito por Marlene Luna de Flete
Recuerdo estar arrodillada un día en el piso de mi baño, y con lágrimas en mis ojos le pedía al Señor que nuevamente me mostrara Su verdad en medio de la adversidad que estaba atravesando. En ese momento no tenía la Biblia conmigo, pero sí recordaba palabra por palabra, los versículos que desde pequeña mi abuela me enseñaba. Entre sollozos, mi voz quebrantada recitaba esos versículos:
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» -Filipenses 4:13
«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia». -Isaías 41:10
«Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas». -Salmos 17:8
En ese momento, en medio de mi angustia, la Palabra de Dios vino a mi mente una vez más; llegó justo a tiempo y me dio las fuerzas que necesitaba para levantarme, llenarme y ayudarme a actuar bajo Su verdad. Me di cuenta de que esta experiencia es uno de los resultados de memorizar las Escrituras.
La Biblia tiene un valor incalculable, nos permite conocer a nuestro Creador, nos muestra nuestra condición, nos instruye, nos corrige, nos da vida, nos enseña y nos redarguye. Tal y como lo dice el apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:16-17: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».
Cuando pasamos tiempo leyendo, meditando, escudriñando y memorizando las Escrituras, somos moldeadas a la semejanza de Cristo.
«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón». -Hebreos 4:12
Seamos honestas, a veces nos llenamos de excusas cuando escuchamos la palabra memorizar: «Es que no tengo buena memoria», «me toma mucho tiempo aprender algo nuevo siempre», «tengo tantas cosas que hacer que el tiempo no me da para eso» o «no sé ni por dónde comenzar». Lo cierto es que estas excusas no nos llevarán a ningún lado.
Mi querida amiga, es de gran beneficio para nosotras memorizar las Escrituras, y quiero compartirles algunos de los que he experimentado:
- Nuestra fe se fortalece. (Romanos 10:17)
- Nuestro carácter es cambiado y transformado. (Romanos 12:2)
- Nuestra pasión por Dios y Su evangelio aumenta en nuestro corazón. (1 de Juan 5:2-3)
- Empezamos a ver las cosas a través de los lentes de Cristo. (2 Corintios 3:18)
- Podremos discernir mejor lo que Dios dice de nosotras vs. lo que el mundo quiere que creamos de nosotras. (Filipenses 1:9-10)
- Nuestra mente es renovada. (Efesios 4:21-24)
- Nos ayuda a resistir la tentación. (Efesios 6:13)
- Podemos estar protegidas ante los bombardeos de mentiras del mundo. (Salmos 91:4)
- Podemos combatir los bombardeos de mentiras del mundo. (Efesios 6:17)
Crear el hábito de memorizar puede tornarse un poco difícil; porque como todo buen hábito, la memorización requiere de nuestro esfuerzo, disciplina y perseverancia. Tenemos un reto por delante porque es posible que tengas tu Biblia en tu celular, o tengas en casa una colección de Biblias de diferentes versiones y colores; y aunque es una bendición tener la Biblia a nuestro alcance, fácilmente podemos darla por sentada y disminuir su valor. Es mi deseo que la Escritura no solo esté en nuestras manos, sino también en nuestro corazón. Esta es una forma de amar Su Palabra y una oportunidad de meditar en la verdad durante nuestra rutina diaria.
Hoy en día hay muchísimos recursos y formas prácticas que te pueden ayudar a hacerlo. Compartiré contigo algunas de ellas que me han funcionado:
- Ora al Señor y pídele que te guíe y te ayude a desarrollar este hábito.
- Planifica, y bajo la dirección de Dios, escoge los versículos que vas a memorizar. En especial aquellos que se aplican a ti en la temporada de la vida en la que te encuentras.
- Haz una lista de esos versículos.
- Proponte como meta aprenderlos en una semana o menos.
- Lee y escribe los versículos varias veces. Puedes ponerlos en lugares visibles, compartirlos con alguien, hacer un dibujo, ponerle un ritmo, hacer un poema o una canción.
- Busca una forma práctica de poner esa verdad en acción.
Querida hermana, nunca es tarde para iniciar a desarrollar este hábito transformador. Es por eso que quiero animarte a comenzar hoy a atesorar la Palabra de Dios en tu corazón de esta manera; y si ya lo has desarrollado, es mi oración que puedas permanecer, animar e influenciar a otras a imitar esta práctica. ¡No te rindas!!
¿Ya escuchaste el episodio acerca de la memorización bíblica del podcast de Joven Verdadera? Escúchalo aquí.
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