Si estás leyendo esto, puedo asegurar dos cosas: eres cristiana o te interesa conocer más acerca de Cristo. Y sea una o la otra, estoy también segura de que has escuchado la palabra «evangelio» incontables veces. También es posible que hayas escuchado frases como: «vivir una vida que muestre el evangelio de Cristo» o «busca una iglesia en la que prediquen el evangelio». Y es que así debe ser, pero… ¿será que verdaderamente sabes lo que es el evangelio?
Esa es una pregunta que yo misma me hice hace unos 10 años. Tenía tantas confusiones en cuanto a la vida cristiana y a la vida de iglesia, que me hacían dudar de si realmente entendía lo que es el evangelio. Esas dudas me llevaron a pensar cosas erradas, y por ende, a tomar malas decisiones. Así que, hoy quiero compartirte algunas preguntas clave para que tú también puedas poner a prueba cuánto entiendes el evangelio.
1. ¿El evangelio es un buen consejo para ser mi mejor versión?
Si usas las redes sociales, puede que asegures que sí. Se nos presenta el evangelio como un mensaje positivo en el que encontramos los mejores consejos de esperanza, amor y felicidad. Pero por más personas famosas que publiquen mil tiktoks diciendo que el amor es la respuesta, eso NO es el evangelio. La palabra evangelio significa literalmente «buenas noticias». Así que, el evangelio de Cristo son buenas nuevas, no de algo que hacemos, sino algo que se hizo por nosotras y a lo que debemos responder (Salmo 40:19). Y porque el evangelio son noticias, buenas noticias, debe ser anunciado a todo el mundo, ¡eso es lo que se hace con las noticias! Se comparten en cadena nacional para que todos se enteren.
2. ¿El evangelio es un estilo de vida con una lista de restricciones?
Así como vimos en el punto anterior que el evangelio son buenas noticias, entonces es necesario también hablar de las malas noticias; el hombre ha pecado y necesita un Salvador. La realidad es que todos los seres humanos nacimos en pecado y esto nos aleja de la comunión con Dios, quebrantando nuestra relación con Él. Puede que leas hasta aquí y digas: «Ya me van a decir todo lo que no puedo hacer». Sin embargo, lo más glorioso de todo esto es que NO SE TRATA DE TI. Me explico: la ira de Dios es contra el pecador (Ro. 1:18-32), lo que lo convierte en el gran problema de nuestra condición caída. Sin embargo, en Su plan redentor, por amor a nosotras, Dios envía a Su único Hijo (Juan 3:16) a vivir como nosotras en la Tierra, pero sin pecado, para poder reconciliarnos con Él (Romanos 5:8). El castigo tuyo y mío Jesús lo llevó en Sus hombros y fue hasta la muerte para pagar el precio por nuestros pecados y así llevarnos de muerte a vida (1 Juan 3:14). ¡Qué gloriosa es esa noticia! La deuda que teníamos fue pagada sin merecerlo. Y eso es el evangelio, la obra de Cristo en la cruz para restablecer de nuevo nuestra relación con Dios. Jesús vivió la vida que nosotras no podíamos vivir, murió la muerte que nosotras debíamos morir, y al tercer día resucitó. Y es esa gloriosa resurrección la que no solo le dio la victoria sobre la muerte, sino que también trajo salvación a los que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, y también esperanza viva de un futuro con una creación restaurada. Se trata de Él, Su carácter, Su amor, Su Poder y Su gracia. ¡El evangelio no es una lista de restricciones, es el acceso a una vida en plena libertad!
3. ¿El evangelio es una lista de obligaciones?
Para muchos, el evangelio se centra en las cosas buenas que podemos hacer los seres humanos, tales como: donar para los huérfanos, ayudar a los enfermos, visitar a los viejitos o cuidar de las viudas. Y aunque todas estas cosas son loables y piadosas, eso no es el evangelio. Yo estuve ahí, teniendo la idea que necesitaba hacerme lo suficientemente buena para vivir el evangelio, y aunque suena muy humilde, es una negación a la fe. Y si has sentido que debes hacer buenas obras, te entiendo. Es parte de nuestra condición caída. Es lo mismo que hicieron Adán y Eva cuando cubrieron sus cuerpos después del pecado original (Génesis 3). Es como una manera de calmar la conciencia cuando sentimos el peso de la culpa, buscando ganar la atención, aprobación y el perdón de Dios. El problema aquí es que, en el fondo, nuestra conciencia aún sigue con el peso del pecado porque no hay obra humana que sea suficiente para el perdón. Y esa es la realidad, nunca serás lo suficientemente bueno; nunca nadie lo ha sido, ¡solo Cristo! La esencia del evangelio está en lo glorioso que Jesucristo hizo para restablecer nuestra relación con Dios, no lo que nosotras hacemos. ¡Y qué bueno que no depende de nosotras!
El evangelio es una historia.
Y esa es la mejor manera de definirlo. La historia gloriosa de que Dios envió a Su hijo a tomar tu lugar y morir por tus pecados para que puedas reconciliarte con Él. Porque Jesús vivió una vida sin pecado, amando al prójimo y teniendo un récord de bondad que nosotras nunca podremos alcanzar, para que hoy podamos tener ese récord a nuestro favor, de manera que al creer en Él, cuando Dios nos ve, ya no ve nuestro pecado, sino el sacrificio perfecto de Cristo sobre nosotras.
Y puede que te parezca complicado de compartir con otras personas, así que te explicaré brevemente esta historia con cuatro palabras claves para que lo puedas recordar cada vez que quieras contarle las buenas nuevas a alguien!:
CREACIÓN: Dios es el Creador del cielo, la Tierra y todo lo que hay en ella con tan solo hablar (Heb. 1:3). Él, siendo santo, creó todo, incluyendo al hombre y la mujer de una manera perfecta, sin pecado, con el propósito único de traer gloria a Su santo nombre (Col. 1:16).
CAÍDA: Pero Adán y Eva rompieron esa perfección al desobedecer a Dios, y debido a ese pecado original, toda la humanidad está separada de Dios. Por la entrada del pecado al mundo, nuestra vida no tiene esperanza puesto que la paga del pecado es la muerte. (Génesis 3, Ro. 3:10-11, Ef. 2:12).
REDENCIÓN: Pero Dios (esas para mí son las palabras más gloriosas de la Biblia) nos amó desde el principio y diseñó un plan perfecto para poder nosotros reconciliarnos con Él. Necesitábamos Uno perfecto, sin pecado, tal cual era el mundo en el momento de la creación. Así que, envió a Su Hijo a vivir la vida que nosotras por el pecado jamás podríamos vivir, y a morir la muerte que nos correspondía. Al hacerlo, Jesús no solo llevó tus pecados y los míos con Él a la cruz, sino que al mismo tiempo nos justificó delante de Dios. ¡Ese es el glorioso intercambio dado en la cruz! El Único verdaderamente puro y bueno tomó nuestro lugar y en ese momento nos dio todo lo que a Él le correspondía. Y por ese acto de amor puro y verdadero, hoy tenemos acceso libre ante el trono de Dios y nuestros pecados son perdonados. (Heb. 4: 15) (2 Cor. 5:21) (Col. 3: 3-4)
CONSUMACIÓN: Lo mejor de todo es que ¡Él resucitó! Sin ese acto sobrenatural, Su muerte habría sido en vano, ya que al hacerlo tenemos la garantía viva de que Él regresará por Su pueblo redimido a llevarnos nuevamente a vivir con Él en santidad, como fue Su plan desde la creación. Él regresará en gloria, hará todo nuevo destruyendo de una vez y para siempre a la muerte y la maldad. ¿¡No es esto más que glorioso!? (Apocalipsis 21-22).
Gloria a Dios por Su gracia. Gloria a Dios por Su Hijo. Gloria a Dios que en todo este glorioso plan no tenemos nada de participación, porque el más mínimo detalle en nuestras manos, lo haría imperfecto.
¿Tenías dudas de si conoces realmente el evangelio? Es mi oración que este artículo sirva para abrir tus ojos ante la historia más maravillosa que jamás vas a escuchar. El evangelio es la gloriosa historia de redención por parte del único Dios que solo obra por amor a Su nombre.
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