Para la chica enamorada de un inconverso

¿Estás enamorada de una persona que no es cristiana? ¿No sabes cómo pasó y necesitas ayuda para discernir qué sucede con tu corazón? Escribí las siguientes líneas para ayudarte a identificar cuáles fueron los límites que ignoraste, las mentiras que creíste; en fin, lo que sentiste y valoraste para enamorarte de ese joven.

Todo inicia en nuestra mente, con lo que creemos y cómo interpretamos lo que Dios dice de nosotras y de nuestras circunstancias. Es posible que a pesar de que sabes que Dios prohíbe las relaciones con inconversos, hayas pensado que ese es un joven bueno y que Dios te puede usar para traerlo a Sus caminos. Quizás comenzaste a relacionarte con él con la intención de ser solo su amiga sin pensar mucho en lo que pasaría después. ¿Puedes identificar el error de estas maneras de pensar? Fallamos cuando no somos radicales con el pecado.

El pecado es pecado. No hay otra forma de llamarlo porque es desobediencia a lo que Dios ha dicho y desconfianza en Su carácter. Cuando pensamos que Él no puede suplir nuestras necesidades, creemos que tenemos que intervenir para buscar lo que nos hará feliz, a pesar de que eso nos aleje de Dios o implique desobedecer.

El mandato es claro: «No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo?» (2 Cor 6:14-15).

La palabra «yugo» es definida en el diccionario como el instrumento para unir a dos bueyes o mulas en una yunta, formado por una pieza alargada de madera con dos arcos que se ajustan a la cabeza o al cuello de los animales y que se sujeta a la lanza de un carro o el timón de un arado.

Me llama la atención que en Deuteronomio 22:10 Dios le dijo a Su pueblo, Israel, que no pondrían arar un buey y un asno conjuntamente.

De acuerdo a las leyes alimenticias que Dios le ordenó a Su pueblo, el buey era un animal limpio y el asno uno inmundo. En las palabras del pastor John MacArthur, estos dos animales diferentes no podían trazar un surco derecho juntos. Sus temperamentos, instintos naturales y características físicas lo hacían imposible; así que nuestro sabio Dios le prohibió a su pueblo juntar a arar el buey y el asno para realizar trabajos agrícolas porque conocía lo diferente que eran estos dos animales.

Esta ilustración nos ayuda a entender mejor el corazón de Dios al prohibirnos unirnos en un yugo desigual con una persona que no abraza las mismas creencias, compromisos y amor por Dios. Al final, nuestras diferencias nos van a separar y en la mayoría de los casos terminaremos con heridas, y Dios quiere evitarnos ese dolor.

Aunque bien es cierto que el pasaje inicial es usado mayormente para advertir del matrimonio con un incrédulo, reconocemos que el noviazgo en el marco bíblico tiene como fin el matrimonio; así que, si no puedes casarte con un incrédulo, entonces iniciar una relación amorosa con alguien con quien no podrías casarte es peligroso, imprudente y necio.

Si bien es cierto que hemos visto casos en los que el no creyente se convierte luego de estar en una relación con una cristiana, son la minoría; la verdad es que en la mayoría de los casos el incrédulo termina influenciando al cristiano, pues es más fácil copiar lo malo que lo bueno.

De hecho, no porque alguien diga que es cristiano, lo es en realidad. Ten cuidado. Necesitas examinar el corazón del joven con el que quieres iniciar una relación porque el hecho de que alguien asista a la iglesia no lo convierte en cristiano. Necesitas observar cómo vive, cómo toma sus decisiones, si la Biblia es su autoridad y si Dios es su pasión. No trates de discernir esto tú sola. Involucra a tus padres, pastores y líderes espirituales para que ellos te ayuden a evaluar al joven antes de entrar en un noviazgo; así no serás guiada por tus emociones para tomar una decisión tan importante.

El matrimonio es algo serio, es un compromiso para toda la vida, por lo cual debes tomar la decisión con mucho cuidado. Ora a Dios y busca Su dirección. Si lo buscas con todo tu corazón, te puedo asegurar que Él no te defraudará.

Dios se reveló a mi vida cuando tenía 13 años, y la advertencia de no unirse en yugo desigual con un incrédulo fue de las primeras enseñanzas que aprendí. Propuse en mi corazón obedecer porque entendí que Sus planes y Su voluntad es y siempre será mucho mejor que la mía. Doy gracias a Dios porque me ha hecho dichosa al guiarme a escuchar y obedecer a Su consejo.

«¿Quién puede dar consejos al Espíritu del Señor?
¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo?
¿Acaso el Señor alguna vez ha necesitado el consejo de alguien?
¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno?
¿Le enseñó alguien al Señor lo que es correcto,
o le mostró la senda de la justicia?» (Is. 40:13-14).

Nosotras somos las que necesitamos el consejo de Dios. Él sabe lo que es correcto y bueno. Cuando Él nos prohíbe algo no es para limitarnos o quitarnos un deleite, sino para permitirnos disfrutar de un gozo verdadero. Así que, decide confiar y obedecer a Dios cueste lo que cueste. Te aseguro que vivir dentro de la voluntad de Dios será de más gozo a tu vida que la alegría que cualquier relación pueda ofrecerte. Haz de Jesús tu pasión y Él se encargará del resto. Quizás no sea fácil, pero créeme, no te arrepentirás al creerle a Dios.

¿Más sobre este tema? Aquí te comparto dos episodios del podcast Joven Verdadera:



 

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Sobre el autor

Angélica Rivera de Peña

Angélica forma parte del ministerio para mujeres «Ezer» y del ministerio de consejería de la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana. Tiene un certificado en ministerio cristiano del Southern Baptist Theological Seminary de Louisville, Kentucky; y es graduada del diplomado … leer más …

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