Querida joven, mientras escribo estas líneas no puedo evitar que vengan a mi mente los años de mi juventud. Con toda esa carga de energía durante la etapa universitaria y toda una vida por delante; podía sentir que no había obstáculo alguno para llevar a cabo mis planes. Estudiaba por las tardes, trabajaba durante las mañanas y considero que cada una de las tareas que realizaba eran legítimas.
Sin embargo, entre tanto ajetreo, había algo que yo no estaba considerando. En esa búsqueda por sentirme productiva y capaz de conseguir mis metas, estaba tan centrada en mí misma que Dios estaba fuera de la ecuación. Siendo una chica cristiana, no recuerdo haber dicho tal frase como: «no tengo tiempo para Dios», pero la realidad de lo que estaba frente a mí no podía negarlo. Mi estilo de vida simplemente revelaba que esa mentira que era incapaz de pronunciar se había convertido en una verdad para mí.
No hay nada de malo en tener metas y ser una persona productiva. Lo que no entendía era que seguir mi propia agenda sin tomar en cuenta a Dios es «como perseguir el viento». Así lo dice el sabio Salomón, es una vida sin sentido. No importa cuánto te esfuerces, cuánto tiempo hayas invertido o lo que has logrado, al final nada de eso tiene sentido. Se escucha muy pesimista y desalentador este mensaje, pero esto fue lo que el rey Salomón descubrió después de llevar una vida llena de sabiduría, riquezas, placer, poder y todo lo que se puede desear. Nada de todo lo que logró o pudo descubrir de este lado del sol, le dio satisfacción.
Probablemente tu agenda esté llena de planes con buenos deseos. Tal vez hay tantas cosas que quisieras realizar. Nuestro corazón cada día corre tras nuevos anhelos que se despiertan uno tras otro intentando llenar el vacío y darle sentido a la vida.
Querida amiga, Dios ha plantado en tu corazón un deseo mucho más grande de lo que tú y yo podemos comprender. Él sembró la eternidad en el corazón humano (Ecl. 3:1). En cada una de nosotras hay un deseo por lo eterno. Aunque vayamos por la vida tratando de disfrutar al máximo nuestra juventud, en el fondo somos conscientes de que debe haber algo más que esta vida fútil y transitoria. La razón es porque nuestro corazón tiene un hueco que tiene la forma de Dios.
Él nos ha creado para estar completas y satisfechas sólo en Él. Nada de lo que persigas aquí en la tierra podrá llenar ese vacío. Es probable que cada segundo de tu juventud lo cuentes como algo muy valioso, pero si no tomas en cuenta a Dios, es como el vapor que escapa de entre tus manos. Es fugaz y en vano.
Gracias a Dios que esta vida no es todo lo que tenemos y Él es el único que puede darle sentido a cada uno de tus días aquí en la tierra. Esta verdad debe llenarnos de esperanza, pero ¿cuál debe ser nuestra perspectiva bíblica del tiempo mientras permanecemos de este lado del sol?
Déjame recordarte 3 verdades que te ayudarán a tener una perspectiva bíblica del tiempo aquí en la tierra.
- El tiempo de este lado del sol es solo una pequeña porción de la eternidad. Vive para lo eterno.
Normalmente centramos nuestra vida en el aquí y el ahora. Eso nos hace mantenernos con una vista muy limitada. Cuando solo vemos lo que está frente a nuestros ojos, entonces tenemos una visión distorsionada de la realidad. Es como ver las piezas sueltas de un rompecabezas; no vemos ninguna imagen clara, pero, cuando vemos en la tapa de la caja la imagen completa de lo que se forma, entonces sabemos que hay algo más que solo piezas sueltas.
Cuando entendemos que nuestro tiempo aquí no lo es todo, cuando extendemos nuestra mirada y vemos a la luz de la eternidad, entonces sabemos hacia dónde avanzamos. Vivir para lo eterno es vivir el presente con la mirada puesta en Cristo.
- Vive según el propósito para lo que fuiste creada. Vive para la gloria de Dios.
Tu tiempo aquí tiene un propósito, y vivir conforme a ese propósito lo cambia todo. Le da sentido a tu vida. Fuimos creadas para Su gloria, para encontrar deleite en Él. Así que, usa tu tiempo de manera que traigas gloria a Su nombre. Esto no quiere decir que cada minuto de tu vida debes dedicarlo a leer tu Biblia o estar en la iglesia, sino que cada minuto de tu vida tengas presente que todo lo que hagas es de Dios, por Él, y para Él. No se trata de dedicarle un tiempo a Dios. Se trata de vivir toda la vida consciente de que estamos delante de Dios. «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor. 10:31).
- Considera a tu Creador en los días de tu juventud.
Dios es el creador y nosotras somos criaturas. Él es quien gobierna por sobre todas las cosas. Él es quien determina el tiempo de nuestra existencia aquí en la tierra.
«Acuérdate, pues de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer». -Eclesiastés 12:1
Porque tu juventud es un precioso regalo de Dios, vive de tal manera que cada día sea una oportunidad para conocerle más. Disfruta tu tiempo gozándote en el Creador y no solo en las cosas creadas, pues en ellas no encontrarás plenitud.
Recuerdo una frase que decía mi padre cuando predicaba: «Nosotros no podemos decidir cuánto tiempo viviremos, pero sí podemos decidir cómo viviremos el tiempo que nos resta».
No inviertas tu tiempo corriendo tras el viento, corre con la mirada puesta en Aquel que te creó.
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