No desperdicies la espera

Una palabra de siete letras.

Su silencio no es tan apreciado.

Lo único que separa hoy y mañana... Esperar.

Todos sabemos lo que se siente al esperar. Nuestra fe parece marchitarse como las crujientes hojas marrones en otoño, y el temor a lo desconocido parece agobiar nuestros pensamientos como el rocío se inclina sobre las hojas. Nos aferramos desesperadamente al aire fresco de la esperanza mientras esperamos que Dios se mueva como el viento enérgico, vigorizando nuestra indeseada temporada de espera.

¿Puedo contarte un secreto? Todos estamos esperando algo.

Estamos esperando que llegue esa persona especial.

Estamos esperando hacer amistades.

Estamos esperando la libertad del pecado.

Estamos esperando sanar.

Estamos esperando una respuesta a la oración.

Lo que sea que esté en tu lista, la pregunta no debería ser «¿Qué estás esperando?», sino «¿Cómo eliges esperar?»

Mi inesperada espera

No hace mucho tiempo, solicité un puesto de ministerio a tiempo completo en una iglesia que había admirado a distancia desde hace años. ¡Si tuviera que escribir la descripción del trabajo de mis sueños, sería este!

Una semana después de enviar mi solicitud, recibí una llamada para programar una entrevista. Estaba mareada, flotando en la nube nueve (¡podría haber sido la nube diez, estaba tan emocionada!). Después de la entrevista inicial, pasaron los días, luego las semanas, y finalmente recibí la llamada indicando que el trabajo quedaría retenido indefinidamente. La puerta no estaba necesariamente cerrada, pero tuve que esperar.

Estaba triste y confundida. Cuando colgué el teléfono, comenzó la montaña rusa emocional. Pasé de sentir las alturas anticipadas de una posibilidad futura a sumergirme rápidamente en el camino del miedo, pensando: ¿Qué pasaría si estoy esperando un trabajo que tal vez nunca llegue?

Una espera no desperdiciada

Mientras espero, esto es lo que sé que es verdad: cuando esperamos en Dios, seremos usadas ​​por Dios de la manera que le otorgue la gloria máxima. ¡La Biblia entera demuestra que esto es verdad! Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, vemos un hilo común de espera entretejido a través de las páginas de las Escrituras. Algunos personajes esperaron bien y otros no.

Me alienta la historia de Simeón que se encuentra en el libro de Lucas, su testimonio ha transformado la manera en la que elijo esperar.

Aquí está la historia de Simeón:

«Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley. (Luc. 2: 25-27). Mientras leo estas palabras, me animo al encontrar tres nuevas formas de esperar.

  1. Espera en acción

Espera, pero no desperdicies el tiempo. Simeón estaba donde necesitaba estar físicamente (en el templo, el lugar de adoración) y espiritualmente (era devoto y justo) para recibir lo que Dios había prometido. Simeón no dejó que la ausencia del cumplimiento de Dios no le permitiera seguir Aquel que promete.

Sé obediente a Dios ahora. Aquí hay algunas preguntas para ayudarte a saber si estás esperando en acción.

  • ¿Estás posicionada espiritualmente (asistiendo a la iglesia, leyendo su Palabra, en comunidad con el pueblo de Dios) para ver a Dios moverse (Santiago 1:22)?
  • ¿Estás obedeciendo su voluntad conocida (1 Tesalonicenses 4: 3) mientras esperas lo desconocido?
  • ¿Te abstienes de decir, «cuando llegue ______, entonces seré más disciplinada»?
  1. Espera en fe

Mientras esperas, mantente firme en las promesas de Dios (Isaías 40:31). Nuestras acciones siempre deben ser impulsadas por la fe. Las acciones de Simeón fueron impulsadas por su fe en la Palabra de Dios. De manera similar, Dios nos ha dado Su Palabra, y está llena de promesas. ¿Estás esperando la promesa inmutable de Dios o tu necesidad percibida? Aquí hay algunas promesas para guardar:

  • Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Fil. 4:19).
  • Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad. (Sal. 84:11).
  • Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Isa. 40:31).

  1. Espera recordando

Cuando recuerdes lo que Dios ha hecho en tu pasado y esperes lo que Él ha prometido hacer en el futuro, detente y piensa: ¿Hay bendiciones que disfruto hoy por las que una vez oré? ¿Qué pasaría si comenzara a agradecer a Dios diariamente por esas cosas, a alabarlo en voz alta, a escribirlas en mi diario y a proclamar su fidelidad a los demás? ¿Qué me impide creer que Dios lo hará de nuevo?

Considera a Simeón. Él creyó lo que Dios había prometido en el pasado (Luc. 2:29), y se mantuvo convencido y alabó a Dios por lo que haría en el futuro (vv. 30-32). Esto es lo que le permitió a Simeón vivir con esperanza.

Lo que sea que estés esperando hoy, la pregunta no es si vas a esperar (todos estamos esperando algo), sino cómo vas a esperar. Quiero esperar bien.

«Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor» (Luc. 1:45).

¿Cómo estas verdades han alentado tu corazón? Comparte con nosotras en la sección de comentarios.

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Sobre el autor

Oghosa Iyamu

Oghosa Iyamu actualmente está completando su Maestría en Divinidad en Southwestern Theological Seminary en Fort Worth, Texas. Oghosa es un apasionada por la reconciliación racial y el crecimiento de la próxima generación de mujeres a través de la enseñanza bíblica. … leer más …

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