La Navidad es mi época favorita del año, recordar la llegada de Jesús a esta tierra hace a mi corazón saltar de alegría, cada elemento de la historia de salvación me enternece y me llena de regocijo. Pero también me fascina todo lo que involucra la celebración, los villancicos, las alabanzas, las decoraciones, las reuniones familiares, los regalos. Sin lugar a dudas la Navidad es un tiempo muy especial.
Tengo que confesar que como muchos en mí país comienzo a decorar a principios de noviembre, es mi intento de lograr que diciembre tenga un poco más de 31 días. Pero cuando se apagan los bombillitos, cuando llega el tiempo de desarmar el arbolito y de guardar las decoraciones en cajas, siento una melancolía. La casa se ve tan vacía, es como si cerráramos ese capítulo y la vida normal volviera a su curso. Las campanas y los cascabeles dejan de sonar y la cotidianidad se roba el encanto que nos llenaba el corazón. Los rincones que estaban iluminados se ven sombríos y grises. Esto no solo pasa con la decoración de mi hogar, sucede en la realidad de los corazones que andan buscando esperanza, en aquellos a quienes no les ha resplandecido la buena noticia de salvación, simplemente permanecen en su escondite oscuro sin música ni canción.
Deja la luz encendida
Para ellos hay una luz que necesita permanecer encendida, hay unos bombillitos que jamás deben apagarse.
Yo (Jesús), la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Juan 12:46
Cristo, la luz del mundo vino con el propósito de encender la mecha de aquellos que estaban apagados. Vino a salvar aquellos que estaban destinados a la oscuridad eterna y los iluminó con el fin de que hicieran brillar su luz para llamar a otros en tinieblas. La luz que hemos recibido no puede esconderse, ni apagarse cuando termina la Navidad, la razón de nuestra esperanza no puede callarse ni disimularse ante un mundo entenebrecido. Necesitamos hacer brillar la llama del Evangelio a través de nuestras vidas, con hechos visibles con el fin de que muchos puedan glorificar a Dios.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
Somos una lámpara, la luz es Cristo. Nuestras vidas deben revelar la naturaleza de Dios en medio de la oscuridad que nos rodea. No solo con nuestras palabras, sino también con nuestros hechos es vamos a hacer brillar el carácter del Dios en el que profesamos creer. No solo con nuestras creencias, si no con la demostración práctica de lo que sostiene nuestra fe es que vamos a mostrar a otros que hemos creído el Evangelio. Con obras coherentes a la que Cristo hizo, marcadas por el sacrificio, la entrega desmedida, el amor que perdona la ofensa, que extiende su mano al desvalido y que atiende al pobre y oprimidos, es que vamos iluminar a un mundo incrédulo. Esa es la luz a la que el alma en oscuridad va a mirar, porque es la luz de la verdadera piedad, es la luz de Jesús.
En este oscuro mundo, la luz de Cristo puede resplandecer todos los días. Tu testimonio puede ser ese reflector que ilumine a todos con el mensaje del Evangelio. La manera en la que amas a los que te rodean puede ser el cascabel que traiga la melodía de gozo a las almas tristes. Tus buenas obras pueden irradiar a los corazones apagados y Evangelio puede traerlos a la vida para que den gloria a Dios en las alturas. Y aquellos con días muy agitados pueden encontrar en ti razones para descansar en esa noche de paz que trajo salvación y perdón.
La Navidad puede continuar contigo, deja que la luz de Jesús brille en ti los doce meses del año.
Para reflexionar
¿Las personas que te rodean pueden observar a Cristo en la forma en la que vives?
¿Glorifica a Dios la forma en la que te comportas delante de los no creyentes?
¿Cómo esta reflexión te lleva al arrepentimiento y a la oración?
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