Escrito por Sarah Garrett.
Sé lo que es luchar con la ansiedad.
Antes de entrar en mi historia, quiero compartir algunos versos, probablemente familiares, para recordarnos lo que dice la Palabra de Dios sobre este tema.
«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil. 4: 6-7).
«Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros» (1 Ped. 5: 6-7).
Si realmente creyéramos y practicáramos estos versículos, nuestra ansiedad debería desaparecer. Pero aunque podía citar estos versículos, simplemente no parecían ayudar con mis sentimientos de ansiedad. ¿Te identificas?
#laluchaesreal
Mi lucha con la ansiedad comenzó poco después de la universidad. Me especialicé en educación en inglés, y después de graduarme fui contratada para enseñar a estudiantes de primer año en la escuela secundaria. ¡No podría haber estado más emocionada de embarcarme en este viaje!
Pero después del primer día de clases, algo dentro de mi mente se quebró. Estaba completamente arropada por la ansiedad. Como maestra, ahora estaba a cargo. Todos los estudiantes me veían como un ejemplo. Tenía que mantener el control y siempre ofrecerles la respuesta correcta. La presión que sentí resultó ser abrumadora. Vomité cada mañana durante dos semanas y apenas dormía. Después de una oración extremadamente ferviente de parte de mi madre y de mi familia, pude dejar de vomitar y recuperarme lo suficiente como para funcionar. Sin embargo, no quería simplemente funcionar; quería prosperar.
Los meses pasaron, y todavía estaba invadida de sentimientos de ansiedad. Comencé a preguntarme si tendría que dejar el trabajo que sabía que estaba llamada a hacer para tener nuevamente una vida «normal», libre de ansiedad.
Nuestro reino de autoridad
Providencialmente, fui invitada a asistir a la iglesia con una amiga de la universidad en Georgia. Su pastor estaba enseñando sobre la autoridad que los cristianos tienen en Cristo. Él nos recordó que, a través del Espíritu Santo, tenemos el poder dentro de nosotras para enfrentar cualquier situación, y que dondequiera que vayamos como cristianos, tenemos «autoridad del reino». En 2 Pedro 1: 3-4, Pablo predica un sermón similar que dice:
«Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia».
El pastor de mi amiga pasó a enumerar muchas situaciones en las que las personas se sienten impotentes. En un momento dijo: «Cuando entras en esa aula, tienes autoridad del reino».
Tal vez estaba diciendo esto para los estudiantes en la sala, pero inmediatamente lo relacioné con ser una maestra. En ese momento, algo cambió. Fue como si de repente creyera que podía vencer mis sentimientos. Pensé, tengo el poder de Dios dentro de mí. ¿Por qué tengo miedo? Fui al altar y oré para que pudiera siempre caminar en la autoridad que tengo como hija de Dios. Y es que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos para agradar a Dios, solo necesitamos creerlo y actuar en fe.
Al día siguiente, fui a trabajar, respiré profundo y comencé nuevamente. La ansiedad no desapareció por completo durante unos meses, pero sabía que iba a lograrlo. Cuando sentía que la ansiedad se asomaba, me decía a mí misma que tenía la autoridad de Dios dondequiera que estuviera, y esos sentimientos ansiosos se desvanecían.
La libertad es real
Les cuento esta historia, con la esperanza de ayudar a aquellas que la lean, a superar la ansiedad. La libertad que tienes en Dios es tan real como los sentimientos de pánico que pueden ser tan familiares para ti.
Gálatas 5: 1 dice: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud».
Cristo nos liberó para que pudiéramos vivir libres. Sí, libres del pecado y del castigo, pero también libres de la ansiedad que Él nos ordena que arrojemos sobre él.
Oro que si lees esto y estás luchando con la ansiedad, mi historia pueda ser pronto tu historia y que puedas dejar la ansiedad atrás y caminar en el poder de Dios. De hecho, te invito a ver el final de esta publicación como un altar virtual. Eres libre de orar como lo hice, de caminar en la autoridad del reino que se te ha otorgado como hija de Dios.
¿Luchas con la ansiedad? ¿Crees en la promesa de Dios de que la libertad es posible? Cuéntanos más abajo.
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