Una de las luchas más grandes que enfrentan las jóvenes creyentes es mantenerse lejos de los pecados de inmoralidad y cuidar su pureza, tanto en la mente como en el corazón. Ya sea por nuestras propias pasiones, el pecado en sí mismo o incluso las estrategias de Satanás, no hay excusa para no aferrarnos a la verdad y resistir la tentación con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotras (1 Cor. 10:13).
Este es un tema súper serio, querida joven, porque el enemigo está buscando cualquier oportunidad para dañarte y ensuciar tu vida. ¡Pero aquí viene lo bueno! Podemos establecer límites saludables con la ayuda de Dios, para mantenernos puras desde adentro hacia afuera. Con Él a nuestro lado, podemos mantenernos firmes y caminar en Su verdad.
Hemos sido apartadas de este mundo, de sus filosofías y su forma de vivir, pero lo más importante es que hemos sido separadas del pecado. Dios nos ha llamado a cultivar la pureza en nuestras vidas. Sin embargo, a veces bajamos la guardia cuando dejamos que nuestras emociones controlen nuestras decisiones, y como resultado, terminamos cayendo en pecado.
La Palabra de Dios nos dice:
«Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor». - 2 Timoteo 2:19
Amada joven, tú sabes los momentos en los que estás vulnerable, es ahí donde debes frenar y venir confiada ante el trono de la gracia a clamar por auxilio. Separa tu mente de todo aquello que atente contra tu pureza.
Santifícate
Debemos saber que la santidad puede definirse en dos niveles. La santidad posicional, que es la que Dios imparte cuando nos convertimos en Sus hijos, y la santidad personal, que es el fruto externo de la santidad posicional, evidenciada en la forma en que pensamos y vivimos. Ya hemos sido apartados por medio de la sangre de Cristo, ahora comenzamos a vivir de manera activa en pos de la santidad, esto no sucede automáticamente, debe de existir una disposición de consagrarnos por completo a Dios.
«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es que os llama, el cual también lo hará». -1 Tesalonicenses 5:23-24
Ser santificados es ser hechos santos en nuestra práctica. La santificación es un proceso que comienza en cada hijo de Dios al momento de la regeneración y continúa hasta nuestra glorificación final cuando veremos a Cristo cara a cara.
Consérvate pura
Si hemos sido separadas y vamos en pos de la santidad, entonces ahora conservemos la pureza en lo que vemos, escuchamos, tocamos, y más importante, en nuestra mente y corazón. ¡Qué nuestros sentidos estén alineados a las instrucciones de la Palabra de Dios!
- Escoge sabiamente tus amistades, que estas velen por tu integridad y crecimiento espiritual. ¡Y tú por ellas!
- Ora por la guía del Espíritu Santo para buscar una mentora a quien puedas rendir cuentas de tu andar de forma que alguien vele por tu corazón.
- Haz de la oración tu aliado de todo momento, no bajes la guardia.
- Satura tu mente de la Palabra de Dios.
Cada una de nosotras debe ser intencional acerca de la protección de nuestro corazón y nuestra mente contra la inmoralidad. Meditemos juntas en estos versículos:
«Por lo demás, hermanos, les rogamos, y les exhortamos en el Señor Jesús, que tal como han recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que deben andar y agradar a Dios, como de hecho ya andan, así abunden en ello más y más.Pues ustedes saben qué preceptos les dimos por autoridad del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor,no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios.
Que nadie peque ni defraude a su hermano en este asunto, porque el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes les dijimos y advertimos solemnemente.Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a santificación. Por tanto, el que rechaza esto no rechaza a un hombre, sino al Dios que les da a ustedes Su Espíritu Santo». -1 Tesalonicenses 4:1-8
¡Dios te bendiga Joven Verdadera!
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