Escrito por Rebekah Gill
Hace algunos años, cuando era un poco más joven, una amiga mía me estaba hablando de una película que vio. Me senté allí, con la mirada perdida, sin tener idea de lo que estaba hablando. Ella pasó a hablar de sus películas y bandas favoritas y yo tenía las mismas preguntas flotando en mi cabeza.
Pero me quedé sentada allí, moviendo la cabeza, actuando como si supiera de lo que estaba hablando. Internamente yo estaba buscando en mi memoria cualquier rastro de esos nombres. Unas cuantas chicas se unieron a la discusión. La mitad del tiempo no sabía de lo que estaban hablando, pero quería ser parte de la conversación y contribuir con algo desesperadamente.
Parecía como si yo fuera la única en el grupo que no había visto esas películas ni sabía algo acerca de las celebridades. Quise sacar mi teléfono y hacer una búsqueda rápida en Internet para ponerme al día.
Yo quería encajar.
Muy a menudo las chicas a mi alrededor discutían acontecimientos de Hollywood y yo hacía un gesto torpe, sin saber de quién o qué estaban hablando. Este sentimiento de exclusión provocaba descontento dentro de mí. Me daban ganas de conducir a la sala de cine para ver la última superproducción, aunque sabía que no debería estar viéndola. En este momento no me importaba guardar mis ojos. Yo solo quería encajar.
La lucha contra los deseos mundanos era un gran problema para mí. De hecho, era mi mayor lucha.
Todos los días somos bombardeadas con música de la radio, revistas en el estante, carteles en la carretera y películas llamativas. Todos vivimos en una cultura donde la gente convierte en prioridad mantenerse al día con las nuevas tendencias, mantenerse en forma, tener un novio, y obtener un muy buen trabajo. Esa lista de «deberes» sigue y sigue.
Si eres una adolescente viviendo en cualquier parte del mundo, sabes de lo que estoy hablando.
«¿Cómo se supone que voy a honrar a Dios con mi vida cuando parece que a pocas chicas le preocupa?».Responder a esa pregunta es una batalla que enfrentaba día a día, y estoy segura de que también te enfrentas a ella. Puede ser muy desalentador.
El camino menos transitado
No es fácil, pero poco a poco voy aprendiendo que el camino menos transitado es el que vale la pena tomar.
Este pasaje me ha alentado mucho.
«No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2:15-17, NBLA).
No es fácil, pero puedes aprender a mantenerme firme contra el pecado. El pecado puede parecer apetitoso en el momento, así como el fruto prohibido parecía muy apetecible a Adán y Eva (Génesis 3:1-7). ¿Valió la pena al final? Absolutamente no.
Amiga, estoy contigo. Conozco la lucha en la que estás. La tentación de comprometerse con el fin de encajar es la misma en todas partes. No podemos escapar de ella, pero podemos elegir la verdad. Aquí hay tres cosas que pueden ayudarte a mantenerte firme.
- Lee tu Biblia.
Podemos correr a la Palabra de Dios para obtener fuerza y sabiduría. Podemos llenar nuestra mente con la verdad que necesitamos para representar a Cristo, aun cuando al hacerlo nos sintamos excluidas.
Un gran lugar para comenzar es en el libro de Proverbios. Salomón da muchos consejos a los jóvenes sobre cómo resistir el mundo y sus tentaciones.
- Lee libros cristianos sólidos.
Aquí algunas recomendaciones:
- Joven Verdadera
- Mentiras que las jóvenes creen
- Y la novia se vistió de blanco
- Chicas sabias en un mundo salvaje
3. ¡Ora!
Ora por ti misma. Ora por los amigos que tienes. Ora por tus hermanas en Cristo. La oración es un arma muy poderosa que puedes utilizar cuando luches en la batalla contra el pecado.
No estás sola.
Incluso cuando nos sentimos excluidas, no estamos solas realmente.Todos nos enfrentamos a las mismas tentaciones y luchas, pero también tenemos un Dios que nos ayudará en nuestras frustraciones y tentaciones. Él es el que nos guiará cuando las luchas sean duras y la vida se vuelva difícil. Él tiene cuidado de ti y se preocupa por tus luchas.
Tú puedes hablar de las luchas que enfrentas. Recibirás aliento cuando oren por ti.
● ¿Cuál es tu mayor lucha?
● ¿Cómo Jesús está ayudándote a superarlo?
● ¿Qué versículo en específico te está ayudando a no comprometerte solo para encajar?
PD: La imagen en la parte superior de este mensaje soy yo en realidad. ¡Esa es una imagen honesta de cómo me sentí muchas veces! ¿Te sientes identificada?
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