Quita de mí el camino de la mentira,
y en tu bondad concédeme tu ley.
Salmos 119:29
¿Has visto esas escenas en las películas en las que una persona viene persiguiendo a otra a toda velocidad y en algún punto del camino interroga algún transeúnte sobre la dirección que la persona tomó y éste lo desvía? Al pensar en el “camino de mentira” esa es la imagen que viene a mi mente.
En esta oración el salmista está pidiéndole a Dios que aparte de él el camino de la mentira, la Nueva Traducción Viviente dice “Líbrame de mentirme a mí mismo”. Ya sea que el engaño venga de adentro o desde fuera el resultado es el mismo: nos apartamos del camino del Dios, y de aquel que es el Camino la Verdad y la Vida, nuestro amado Señor Jesucristo. No puedes seguir el camino de mentira y el verdadero al mismo tiempo, de la misma manera en que no puedes dirigirte hacia el Norte caminando hacia el Sur.
¿Cómo volvemos al camino correcto? La segunda parte de esta oración nos da una pista: “concédeme tu ley”. Es la Ley del Señor que nos dirige de regreso a Él. En los versículos 9 y 10 de este mismo salmo, esto se aclara un poco más:
¿Cómo puede el joven guardar puro su camino?
Guardando tu palabra.
Con todo mi corazón te he buscado;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
El Señor es poderoso para librarnos de tomar el camino equivocado, y no solo eso sino que es únicamente por Su poder y gracia en nuestras vidas que nos mantenemos en el correcto. “Concédeme tu ley, no dejes que me desvíe de tus mandamientos”... ¿Has orado de esa manera últimamente?
Si hay algo que encuentro fascinante aquí es ver al atributo de Dios al que él apela:”en tu bondad concédeme tu ley”. ¡Él está confiando en la bondad de Dios para hacer esta petición! Cuán grande y bueno es nuestro Dios que nos ha traído al Camino. ¿Te has detenido a meditar en la bondad de Dios últimamente, en los favores que ha tenido para contigo? Toma unos minutos y deja que la primera parte del salmo 103 te ayude a meditar un poco en los beneficios del Señor para contigo:
Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
4 el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
5 el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila.
Si en alguna manera te has desviado, creyendo las mentiras del Enemigo, confiando en tu propio entendimiento, apartándote del camino de verdad… Te invito a correr a los brazos de nuestro Padre bueno y a pedirle que en Su bondad te conceda Su Ley. Y a disponer tu corazón a buscarle en Su Palabra diariamente de manera que Ésta que es lámpara a tus pies y luz a tu camino te guíe por la senda eterna
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