La solución sencilla de Dios para tu ansiedad

Cuando estás perdida en la ansiedad, a menudo es difícil tratar de ver las cosas correctamente. Es como si te hubieras topado con un denso bosque de emociones y...

muchos, ¿y si?...

desilusiones y...

un sinfín de listas de tareas de pendientes y...

temores.

Es como si una hiedra creciera desde el suelo, envolviendo sus ramas alrededor de tus piernas más rápido de lo que puedes levantar tus pies.

Y te da pánico.

Todo se siente abrumador y desesperadamente complejo. Así que caes al suelo lodoso y lloras sola. ¿Cómo es posible que todo pueda estar bien? Es todo un lío complicado, sin esperanza, ¿verdad?

Pero aquí está una de las cosas más preciosas que he descubierto en mi batalla contra la ansiedad:

La solución de Dios para nosotras es ridículamente sencilla.

Algo, respira profundamente-y-sonríe, tan sencillo como:

Por nada estéis afanosos (Fil. 4:6)

Eso es todo. Dios, a través del apóstol Pablo, simplemente dice: «¿Ansiedad? No lo hagas».

Él no ofrece un plan de diez pasos que requiere que profundicemos en teología difícil de entender. Él no nos da más cosas que agregar a nuestras listas de tareas pendientes. Él no arroja más peso ni acumula más culpa en nuestras espaldas.

Simplemente dice: «No estés ansiosa».

Nuestro bueno y bondadoso Dios se adentra en nuestros complejos y corazones inestables y ofrece una simplicidad total. Filipenses 4:6 es como el aliento dulce de aire fresco, liberando toda la tensión, toda la preocupación, toda la complejidad.

¿Pero, es realmente así de sencillo?

Admito que cuando leía ese versículo solía pensar, ¿afanosa por nada? Ese es un ideal encantador. Pero, en serio, eso no es posible conmigo.

Nuestros corazones ansiosos son escépticos, ¿no es así?

«Por nada estéis afanosos» también puede sentirse como una bofetada en la mano. «¿Estas ansiosa de nuevo?» ¡Detente! «Podría dejarte esforzándote más, intentando exprimir la ansiedad de tu vida. Simplemente no lo hagas, simplemente no lo hagas... ¡De verdad, detente ahora mismo!». (Esa solía ser mi táctica. Realmente no funciona para nosotras, las personas ansiosas, ¿verdad?)

Pero, ¿y si este versículo es en realidad una invitación simple y gentil? ¿Una invitación a descansar, a arrojar nuestros pesas e ir a Dios en oración y alabanza?

Esto es exactamente lo que es.

El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús (Fil. 4:5–7).

Porque Dios está cerca, no tienes que estar ansiosa. Más bien, puedes acudir a Él en oración, alabarlo, y Él te envolverá en Su paz incomparable.

Esa es su solución gentilmente sencilla para nuestra ansiedad.

Gracia que nos detiene en nuestros caminos

Esos versículos no son una varita mágica que borra la ansiedad; proporcionan la dirección para girar cuando queremos responder a situaciones en ansiedad.

Es un proceso de por vida. Durante nuestras vidas enteras seguimos aprendiendo cómo mirar a Cristo en cada situación.

He comenzado a orar que Dios me dé la gracia de reconocer cuando estoy entrando en una espiral ansioso en descenso. Ese es el punto de partida. Es como una luz de advertencia que se prende en mi corazón, ayudando a detenerme en mi camino.

Samantha, estás empezando a ponerte ansiosa. Lo sientes, ¿no? Aléjate por un segundo. Respira profundamente. Mira a Jesús.

En lugar de permitir que mi mente, mi corazón y mi cuerpo se pongan ansiosos, el Espíritu Santo me susurra y me recuerda que hay otro camino que tomar. Y porque Su Espíritu Santo vive en mí, en realidad puedo obedecer. Él me capacita para vivir el «por nada estéis afanosos» que vemos en Filipenses.

No elijo a Jesús cada vez, pero cuando soy honesta con Él, cuando humildemente clamo por ayuda, Él responde con Su paz.

Es algo parecido a esto...

Jesús, Tú me ves ahora mismo. Ves mi ansiedad, ves por qué estoy actuando así, ves en qué mentiras estoy creyendo. Ayúdame. Ayúdame a respirar normalmente, ayúdame a pensar con claridad, ayúdame a confiar en Ti. Gracias, gracias, gracias por evitar que entrara en modo de colapso. Eso es lo último que necesito en este momento. Yo solamente te necesito a ti. Tú eres bueno. Y tú estás en control.

Pídele a Dios que te ayude a reconocer tus patrones de ansiedad, luego pídele que te ayude a romperlos obedeciendo Su Palabra; por nada estés afanosa.

De la preocupación a la adoración

Si vamos a sacar la ansiedad de nuestras vidas, probablemente deberíamos reemplazarla con algo mejor, ¿verdad?

No es casualidad que Pablo nos diga (¡dos veces!) Que nos regocijemos en el Señor justo antes de que nos diga que no estemos ansiosas. Suena como que hay una conexión en algún lugar, ¿verdad?

La adoración silencia la ansiedad. La gratitud a Dios le dice a la preocupación que tome un largo paseo por un corto muelle.

La alabanza reorienta nuestros corazones y nos recuerda la Verdad. Si tenemos a Jesús, tenemos todo lo que necesitamos. Cuando nuestros ojos están fijos en la bondad de Dios, simplemente no tenemos espacio para las mentiras de la ansiedad.

Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús (1 Tes. 5:16–18).

La voluntad de Dios para ti no es que vivas atrapada por la ansiedad, sino que vivas con un corazón lleno de oración, agradecimiento y gozo.

No estés ansiosa. Da gracias. Él puede hacer que eso suceda en tu vida.

¡Unos cuantos extras para ti!

Si está buscando más información sobre la ansiedad, echa un vistazo a estas publicaciones:

 

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Sobre el autor

Samantha Keller

A Samantha le encantan los días en el lago, el café fuerte y escribir sobre las formas en que Jesús transforma nuestros desórdenes cotidianos en hermosas historias. Le encantan las cuatro estaciones en el norte de Indiana y usualmente viste … leer más …

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