La mesa está servida

¿Qué pensarías si te contara que he decidido almorzar solo los miércoles, que voy a pasar por alto voluntariamente todos los demás tiempos de comida durante la semana porque llegué a la conclusión que no tengo tiempo para comer, sobre todo porque es algo que me aburre mucho? Suena extraño, ¿verdad?

¿Te imaginas los efectos que esta decisión tendría sobre mí? Tal vez podría resistir la primera semana, pero estoy segura de que en la segunda incluso aquellos alimentos que no me gustan, como el brócoli o el coliflor, serían apetecibles para mí. Mi cuerpo empezaría a experimentar falta de energía, ya no podría enfocarme ni encarar las tareas del día con el ánimo correcto, y poco a poco mi cuerpo comenzaría a desfallecer. Sin algo que lo nutra y mantenga, el destino natural del organismo es colapsar. Con el paso de los días, probablemente terminaría en la sala de cuidados intensivos de un hospital.

Lo que suena más extraño son los motivos por los que dejaría de comer: la falta de tiempo y lo aburrido que es meter un alimento en mi boca y tener que masticarlo. ¿Te imaginas? Demasiado trabajo para hacerlo 3 veces al día, 7 días a la semana.

Traté de poner un ejemplo extremo porque sé que es difícil que alguna de nosotras intente cumplir con este régimen teniendo la posibilidad de disfrutar de alimentos recién preparados y dispuestos para nutrir el cuerpo y satisfacer el hambre. ¿Porque decidiría alguien rechazar una mesa bien servida y apetitosa simplemente por no tener el tiempo o por no querer esforzarse para degustar y deleitarse en los alimentos que tiene a su disposición?

La alimentación espiritual es esencial

Debo confesar que, en algunas temporadas de mi vida he decidido, voluntariamente, que mi espíritu se alimente solo el domingo. No es por no tener con qué alimentarlo, simplemente me he engañado pensando que no tengo el tiempo para hacerlo. Pero si soy honesta, nunca he pensado lo mismo respecto a otras cosas, por ejemplo, no pasa una semana sin bañarme por no tener tiempo. No recuerdo algún día en el que tuviese que programar una alarma para recordarme de cenar, ni tuve que llenar mi agenda programando mis tiempos de comida, es algo que hago naturalmente, y en algunas ocasiones más veces de las que debiera durante el día.

¿Será que cuando decido no pasar un tiempo en la Palabra de Dios, diariamente, la verdadera razón es la falta de tiempo, o será que no le doy prioridad al alimento espiritual en mi vida?

La alimentación espiritual está disponible en abundancia

Día tras día, el Señor prepara un banquete para ti, solo tienes que sentarte a la mesa para disfrutarlo. Él ha planeado, a través de Jesucristo, que tú y yo podamos vivir en perfecta comunión con Él y que le conozcamos a través de Su Palabra revelada. Pero muchas veces nos conformamos con muy poco alimento o preferimos que alguien lo mastique por nosotros y nos evite el trabajo de buscarle con intencionalidad, al igual que en el ejemplo de arriba, tu espíritu no estará satisfecho con un tiempo de comida a la semana.

La alimentación espiritual lleva a la madurez

Acerca de esto tenemos mucho que decir, y es difícil de explicar, puesto que os habéis hecho tardos para oír. Pues, aunque ya deberíais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que alguien os enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido. Porque todo el que toma sólo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. Pero el alimento sólido es para los adultos los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal. Hebreos 5:11-14

El autor de hebreos está advirtiéndole a su audiencia acerca de la apostasía y les dice que, aunque ellos ya han oído muchas veces la sana doctrina, al punto de poder ser maestros, necesitan que de nuevo vuelvan a recordarles lo básico (la leche, como a un recién nacido) ya que no pueden todavía digerir alimento sólido (como un adulto). Si te fijas les escribe, que quien consume leche es porque no está acostumbrado a la palabra de justicia, en cambio el que consume alimento sólido es aquel que a base de práctica ejercita sus sentidos y discierne entre el bien y el mal.

Si queremos ver un avance en nuestra madurez espiritual, y pasar de la leche que consumíamos cuando recién nos convertimos y todo era nuevo y alguien debía prepararlo para nosotras pues no estábamos listas para digerir verdades más profundas, debemos ejercitar nuestros sentidos, sentarnos a la mesa que está servida para nosotras, dar bocados diarios de Su Palabra para aprender a degustar su sabor y empezar a deleitarnos en ella.

Como ves, al final, como todo en la vida cristiana, este no es un asunto externo, de agendas apretadas o de temporadas con muchas ocupaciones, el meollo del asunto está en nuestro propio corazón y la importancia que tenga para nosotros buscar diligentemente al Único que puede saciar nuestra alma y satisfacer por completo nuestra sed.

¿Estás atravesando por una de estas temporadas donde la vida luce tan ajetreada que piensas que no tienes el tiempo para nutrir a tu espíritu? No te dejes engañar, puede ser que no termines en un hospital, pero te puedo asegurar, porque lo he vivido, que los efectos que eso traerá a tu vida serán evidentes y desgastantes…

Acude al Señor en oración, confiesa que no le has dado el lugar que merece en tu agenda, pídele que te ayude a buscarle con un apetito nuevo y organízate. Examina tus días, ve en qué cosas ocupas mas tiempo, haz una lista y mira si ellas tienen importancia eterna. Si tienes que poner la alarma una hora antes, hazlo. Es posible que para poder pasar un tiempo con el Señor lo que tengas que hacer es acostarte más temprano para despertar descansada. No dejes que el banquete se enfríe, siéntate a la mesa y disfrútalo.

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Sobre el autor

Mary Bonilla de Lorenzana

Reside en la ciudad de Guatemala, está casada con Roberto Lorenzana, con quien tiene dos hijos, Roberto y Sofía. Ella está grandemente agradecida con el Señor por permitirle el privilegio de ser esposa y mamá de tiempo completo. Le gusta … leer más …

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