La batalla de la mente

Hace unas semanas, estaba batallando más de lo normal con mis pensamientos. Y Dios, en su bondad, me estaba mostrando cómo mis pensamientos estaban afectando mis emociones y mis acciones.

Y todo hizo sentido cuando recordé una oración que le había estado haciendo a Dios:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;

Pruébame y conoce mis pensamientos;

Y ve si hay en mí camino de perversidad,

Y guíame por el camino eterno.

Salmo 139:23-24

Prepárate cuando hagas esta oración a Dios, porque Él te hará ver lo que hay en tu corazón.

Y con lágrimas en mis ojos te puedo decir que Dios me mostró lo egoísta, orgullosa, envidiosa, criticona, chismosa, vanidosa, injusta y lo farisea que puedo ser. Aunque me dolió mucho, sé que esto era bueno para mi alma. “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” Salmo 119:71

Pero qué importante lección me estaba enseñando mi Padre:

“Lo que hago con lo que pienso, va a determinar mis emociones y mis acciones.”

Y esto me lleva a preguntarme lo siguiente: ¿Estoy llevando mis pensamientos a la luz de lo que dice Dios en su Palabra, o a lo que dice este mundo?   

Así que, me uno a ti en la batalla en la que puedas estar en este momento con tus pensamientos.

Yo sé, que quisiéramos despertar cada día pensando en cosas buenas, agradables, en Dios, en tratarnos bien; tú sabes, cantando con los pajaritos como en la película de Encantada. Pero, ¿qué pasa al poco tiempo de haber despertado? ¡Todo lo contrario! Despertamos y automáticamente nuestra mente empieza a trabajar… ¿qué pendientes tengo hoy?, ya se me hizo tarde, uy mi esposo no tiró la basura, si eres más joven estás pensando en la escuela o en el chico guapo que te saludó y si eres como yo, también estás pensando en lo que vas a desayunar.

Es vital darle la atención requerida, pues como ya mencioné, lo que vamos a hacer con lo que estamos pensando va a afectar nuestras emociones y nuestras acciones.

El mundo nos dice: piensa positivo

“Piensa en ti, piensa y haz lo que te gusta, tú puedes, sigue tu corazón, y ¡eso te hará feliz!” ¿Has escuchado estos consejos? Yo sí. Chicas, si yo hiciera lo que quiero, pienso, deseo, si siguiera lo que me dicta mi corazón, estaría en serios problemas. Quizás me encontrarías en un hospital por sobrepeso o por alguna enfermedad o por sobredosis. ¿Suena muy intenso esto? Imagínate comer todo lo que quieras, hacer todo lo que quieras con quien quieras y a la hora que tú quieras. Poco a poco nos iríamos destruyendo, saciando nuestro cuerpo de placeres que no nos hacen bien y hasta nos podrían costar la vida.

Observa al mundo

  • Alguien que roba, empieza codiciando en sus pensamientos y en su corazón anhelando algo que él no tiene.
  • Alguien que mata, empezó pensando muchas cosas malas de esa persona hasta llegar a odiarla.
  • Alguien que comete adulterio, empezó pensando que merecía algo mejor o a alguien que la tratara mejor.

(Mira como Santiago 4:1-2 lo explica perfectamente)

Pero, ¿cómo se ve esto en mi vida como creyente?

Considera este ejemplo:

Una mañana despierto muy amorosa con mi esposo, pero él no responde de la misma forma y me habla ásperamente. Él se va a la oficina y me quedo yo en la casa haciendo el quehacer. ¿Y qué pasa? Mi mente empieza a trabajar. “¿Por qué me trató así? ¿Que no me ama? Yo aquí amándolo y él rechazando mi amor; cualquier hombre daría lo que fuera por tener a una mujer tan amorosa como yo, y claro, va a llegar a la casa queriendo que le sirva su comida y seguro querrá estar muy cerca de mí, ¡ni se le ocurra!”

Chicas, cuando mi esposo llega a comer a la casa, ¿cómo creen que lo voy a recibir? ¡Obvio muy mal! ¡Saqué a Dios por completo de la situación!

¿Qué pasaría si la escena sigue siendo la misma, pero ahora entregando la situación a Dios?

“Dios, tú eres soberano y estas en control de todas las cosas. Entonces sé que tú permitiste esto con un propósito. Sabes que me dolió la forma en la que me habló y sé que te dolió a ti también ya que fuiste tú quien pagó por ese pecado en la cruz. Ayúdame a reflejarte, amándolo y siendo paciente con él, como tú lo eres conmigo. Te necesito para poder vencer con el bien el mal ya que sé que yo no puedo hacer nada sin ti (Rom.12:21 y Juan 15:5). Mi esposo, al igual que yo, está en un proceso donde lo estás transformando, y sé que tú cumplirás tu propósito en nosotros (Sal. 138:8).”

Ahora, ¿qué dicen chicas? ¿Cómo recibiría a mi esposo después de pensar así? ¡Yo creo que hasta arreglada y con la comida bien calientita!

¿Qué fue lo que cambió?

Cuando Dios reina en nuestra vida y buscamos adorarle y honrarle, aun con nuestros pensamientos, Él se encargará de ayudarnos y de que demos buen fruto.

Como dice Nancy: “CUALQUIER COSA QUE TE HAGA NECESITAR A DIOS ES UNA BENDICIÓN”

Este ejemplo que les di con mi esposo, lo pueden aplicar a cualquier tema como:

  • Amargura
  • Enojo
  • Lujuria
  • Depresión
  • Problemas alimenticios
  • Adicciones
  • Orgullo  
  • Envidia

Es curioso cómo se nos puede olvidar considerar a Dios en cada área de nuestra vida, ¿verdad?

Dios nos dice en Romanos 12:2 que tú y yo podemos ser transformadas por medio de la renovación de nuestro entendimiento. ¿Qué quiere decir esto? ¡Cambiando nuestra mente! ¿cómo? ¡cambiando lo que pensamos!

Esto NO quiere decir que le eches ganas o que pienses positivamente. Al contrario, ¡que la llenes con la Palabra de Dios!

“La palabra de Cristo more en ABUNDANCIA en vosotros…” Colosenses 3:16.

Y no me refiero a memorizar la Palabra o leerla solamente, sino el creerla, atesorarla, deleitarme en ella, actuar acorde con ella, sin importar cómo me siento porque Dios siempre promete un buen resultado.

Entonces, ¿por qué sigo batallando con mis pensamientos?

No quiero que olvides esto: seguimos viviendo en un cuerpo de carne donde constantemente busca satisfacer sus deseos (Gálatas 5:16) y estos deseos están siempre en contra del Espíritu que ahora vive en nosotras a través de Cristo. Santificación progresiva. ¿Has escuchado este término? Esto sólo quiere decir que poco a poco Dios nos va transformando a la imagen de Cristo. Va quitando (podando) de nosotras todo lo que no se parece a Él.

¡Imposible hacerlo solas!

Dios es tan bueno, que no nos deja en esta batalla solas. Nos ha regalado a su Espíritu Santo para darnos el poder y el dominio propio con el que podemos aprender a frenar los pensamientos que no agradan a Dios y que nos llevan a sentimientos y acciones que nos destruyen y esclavizan.

Así que, ¡ánimo chicas! Corramos a los pies de Cristo donde encontraremos la gracia y la ayuda que nuestra alma tanto necesita.

Anhelo que nuestra oración pueda ser la siguiente:

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón (pensamientos) delante de ti, Oh Dios, roca mía, y redentor mío. Salmo 19:14

Recomiendo ampliamente el libro Mujer Verdadera 201: Diseño Interior de Mary Kassian y Nancy Demoss Wolgemuth. En la semana 4 encontrarás más detalles sobre este tema que será de mucha bendición para ti.  

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Sobre el autor

Paulina Torres

«Amada, escogida y rescatada para anunciar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable.» Paulina Torres actualmente vive en Querétaro, MX. Ella está dentro del liderazgo de mujeres de su iglesia y también sirve … leer más …

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