¡Bienvenida nuevamente al reto del amor verdadero! Toma tu Biblia y lee Génesis 24 antes de saltar a la publicación. Hoy Nicole Forgette nos guiará en el estudio de la historia de amor de Isaac y Rebeca. ¿Lista para el reto de hoy? —Betsy Gómez
Me encanta escuchar las historias acerca de cómo se conocieron las parejas. Días atrás asistí a una cena de parejas en la que hablamos por más de tres horas. Cada pareja tomó un turno para compartir cómo se conocieron y cómo los hombres le propusieron matrimonio a sus esposa. Todavía no estoy casada, pero mi novio estaba allí conmigo y pasamos un tiempo divertido explicando, entre muchas risas, cómo nos conocimos en un avión el verano pasado. (Así es, ¡estábamos sentados uno al lado del otro en un avión!) ¡Incluso, él compartió algunos detalles que yo ni siquiera recordaba!
Seré honesta, siempre me he imaginado ser parte de alguna historia de Hollywood o Hallmark; algo así como… «casi me atropella un autobús cuando el príncipe encantado bajó del cielo y me salvó la vida. Fue amor a primera vista, y vivimos felices para siempre».
Pero como fui soltera por más tiempo de lo que había anticipado, me he dado cuenta de que mis expectativas acerca del amor verdadero no habían sido muy realistas, pues estaban basadas en películas en lugar de lo que Dios dice. Así que, permíteme contarte cómo se conocieron los integrantes de una pareja, esta historia es real, caótica e incluso mucho mejor que las historias de Hollywood.
La historia de cómo se conocieron Isaac y Rebeca
Esta historia comienza en Génesis 24. Léelo antes de continuar.
Abraham se da cuenta que tiene que buscarle una esposa a su hijo Isaac, que tenía 40 años de edad. Así que, Abraham comisiona a su siervo para encontrarle una esposa a su hijo.
Ahora bien, no se trataba de cualquier mujer. Abraham instruye a su siervo a ir donde vive su familia para encontrar una mujer, pues no podía ser una mujer de los cananeos que habitaban entre ellos en aquel tiempo. Para él era vital encontrar una mujer que sirviera al mismo Dios. (Y aún hoy es imprescindible para nosotras buscar a alguien de la misma fe).
Este siervo se encontraba completamente solo y sin ayuda para esta misión. Así que el siervo emprendió un largo viaje para buscar una esposa para el hijo de su señor. Él sabía que la tarea no es sencilla, y probablemente llegó a sentirse confundido y hasta tal vez perdido como para saber, siquiera, por dónde empezar… así que, hace lo que ha visto hacer a su señor: se pone a orar.
Oh Señor, Dios de mi señor Abraham, te ruego que me des éxito hoy, y que tengas misericordia de mi señor Abraham. He aquí, estoy de pie junto a la fuente de agua, y las hijas de los hombres de la ciudad salen para sacar agua. Que sea la joven a quien yo diga: “Por favor, baje su cántaro para que yo beba”, y que responda: “Beba, y también daré de beber a sus camellos”, la que Tú has designado para Tu siervo Isaac. Por ello sabré que has mostrado misericordia a mi señor. Y sucedió que antes de haber terminado de hablar, Rebeca…salió con el cántaro en su hombro (Gen. 24:12-14, 15).
Ahora bien, es muy probable que nuestra oración por un esposo no será respondida antes de que nosotras hayamos dicho «amén» como en esta historia; pero es un buen recordatorio de que debemos orar por un esposo antes de conocer a alguien, y no comenzar a orar una vez que conocemos a alguien para que ese muchacho sea nuestro esposo.
Ahora, vamos a conocer a esta mujer que estaba sacando agua del pozo, Rebeca. Este día era probablemente igual que cualquier día normal para ella. Ella estaba haciendo sus tareas cotidianas.
A medida que Rebeca se acerca al pozo para llenar su cántaro, el siervo de Abraham (un extraño) se acerca a ella para beber agua, y ella rápidamente le insta a beber.
Pero lo que ella hace después es mucho más asombroso, pues le ofrece agua a sus diez camellos (v. 19). Darle agua a los camellos no es una tarea pequeña; un solo camello puede beber 200 litros (¡53 galones!) ¡en tres minutos! ¡Eso habla de un corazón de sierva! Ella hizo exactamente todo aquello por lo que el siervo había orado.
Y considera esto: ella no se ofreció a servir a un hombre por el que estuviera interesada; Isaac ni siquiera se le pasaba por la mente e incluso, ni siquiera lo había visto aún. Ella se ofreció a servir a un extraño mientras terminaba con sus tareas diarias.
Solamente Dios pudo haber dirigido la historia de una manera tan perfecta, ya que resulta que Rebeca pertenecía a la familia de Abraham. ¡Realmente, Él es el verdadero casamentero!
«Ella le respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo que Milca dio a luz a Nacor”» (v. 24).
Así que el siervo va a la casa de ella para contarle a toda su familia acerca de Abraham y de cómo Dios le ha dirigido a su propósito (vv. 29-49).
Amor en el desierto
Entonces, ¿dónde estaba Isaac en todo esto? Leemos que él era un hombre trabajador y que también pasaba tiempo de meditación con Dios (v. 63). (¡Dos rasgos de un carácter atractivo y piadoso!).
Isaac había venido a Beer-lajai-roi, pues habitaba en la tierra del Neguev. Y por la tarde Isaac salió al campo a meditar. Alzó los ojos y vio que venían unos camellos. Rebeca alzó los ojos, y cuando vio a Isaac, bajó del camello, y dijo al siervo: “¿Quién es ese hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?”. “Es mi señor”, le respondió el siervo. Y ella tomó el velo y se cubrió. El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho (vv. 62-66).
Las Escrituras no nos dan muchos detalles de la boda, pero sí leemos que Isaac amó a Rebeca. ¡Algo precioso para un matrimonio arreglado!
«Entonces Isaac la trajo a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca y ella fue su mujer, y la amó. Así se consoló Isaac después de la muerte de su madre» (v. 67).
¿Isaac amó a Rebeca a primera vista? No podemos estar seguras de eso, pero la forma en que las Escrituras nos cuentan cómo se conocieron, pareciera como si ellos hubieran sido felices para siempre...
¿Qué es realmente ser felices para siempre?
La historia de Isaac y Rebeca comenzó de una manera maravillosa, pero a medida que continúas leyendo más acerca de su matrimonio en los capítulos siguientes de Génesis, ves que definitivamente no todo son rosas y mariposas.
- Hay una lucha por tener hijos durante los primeros veinte años de su matrimonio.
- Hay favoritismo con sus gemelos.
- Hay deshonestidad y engaño entre el marido y la mujer.
Mas ellos debieron haber puesto su confianza en la total certeza de la fidelidad de Dios a la hora de escribir la historia de ambos. Era tan claro que ellos tenían que ser el uno para el otro, ¡y Dios hizo que así sucediera! «Del Señor ha salido esto» (v. 50). El haber tenido bebés no resolvió sus problemas matrimoniales, y mostrar favoritismo con sus hijos en un intento de sustituir lo que faltaba en su relación tampoco funcionó.
La historia de Isaac y Rebeca nos recuerda lo siguiente: hallar un esposo no nos satisfará completamente en la vida ni nos evitará las luchas que esta trae consigo.
Al estar soltera, aprendí que cuando trato de intervenir en cómo tiene que ser el amor en mi vida, solo me hago daño a mí misma (y también a los demás). A medida que he crecido en mi relación con Dios desde la primera vez que lo conocí, he experimentado un amor verdadero que satisface mis anhelos y necesidades más profundas, algo que ningún hombre puede hacer. La certeza del amor de Dios me motiva a amar a los demás sin importar las dificultades.
¿Y tú? ¿Estás orando por el amor verdadero que solo Dios puede dar?
¿Puedes decir junto con el apóstol Pablo en Filipenses 3:8: Yo estimo como pérdida todas las cosas [incluyendo no casarme nunca] en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor?
Regresa la próxima semana, estudiaremos la historia de Jesús y Su novia, la Iglesia, en Efesios 5:25-27 y Apocalipsis 19. No te olvides de leerlo antes de saltar a la publicación.
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