Hola querida joven,
Aunque soy originalmente de República Dominicana, esta semana estoy en medio de un viaje exploratorio en el hermoso país de Guatemala. Dios se está moviendo en Latinoamérica y tu eres parte de los hijos de Dios, y discípulos de Cristo que él ha redimido para sí y quiere para usar para su gloria. Hace unos meses vengo meditando en este tema, y tratando de poner en práctica las cosas que he aprendido en mis años de caminar con Dios. Increíblemente, o “Dioscidencialmente” esta semana pasada se estuvo predicando y discutiendo este mismo tema, en un grupo pequeño al cual asistí. Quiero compartir algunas de las preguntas e ideas que han surgido y te agradezco el tiempo que tomes para leer estas sugerencias.
Quiero iniciar con esta pregunta: ¿Por qué debo pensar en servir a mis líderes? ¿No soy muy joven para eso? La respuesta nos lleva a otra pregunta: ¿Quién es un líder? Un líder, una mentora o líder de mujeres, es alguien con influencia y responsabilidad en la vida de otras personas. Sin embargo, lo primero que necesitamos recordar es que un líder es nuestro prójimo. Un líder dentro de la iglesia, es y debe ser un hijo de Dios, redimidos por la sangre de Cristo, sobre quién Dios ha puesto un llamado y una responsabilidad en relación a otras ovejas compradas también con la sangre de Cristo. De tal forma, que se cumple el principio, tantas veces repetido en la palabra de “los unos a los otros”. Los líderes, tienen roles distintos a los seguidores dentro del pueblo de Dios, pero también son pecadores redimidos, discípulos y seguidores de Cristo en proceso de santificación. Por esto, Dios demanda mucho de estos líderes dentro de la iglesia, en su responsabilidad de cuidar a su pueblo (1 Timoteo 3:1–16)
Ora:
Ora por tus líderes. Con corazón sincero. Con dolor. Con amor. Ora por sabiduría para dirigir al pueblo de Dios. Ora por su pureza: mental, de corazón, familiar, sexual, para que sean ejemplo de los creyentes. (1 Timoteo 2). Ora para que la palabra de Dios habite en ellos rica y abundantemente (Colosenses 3:16–17). Pídeles que te digan dos o tres motivos ministeriales por los cuales orar. En adición a esto, pregunta por dos o tres motivos ministeriales por los cuales orar.
Pregunta:
Antes de asumir saber las cosas pregunta, ¿cómo ha estado usted esta semana? Si no estás de acuerdo con algo del liderazgo o de la vida de iglesia, pregúntale directamente al líder. No asumas nada y siempre concede el beneficio de la duda y que no hay mala intención.
Sirve:
Si tienen hijos pequeños ofrece servirles de niñera o recluta amigas de la iglesia para hacer esto de forma regular. Siempre es una gran ayuda, es cuidar los niños para que el líder y su esposa puedan tener una noche para salir como pareja, por ejemplo. O para que puedan irse a un retiro y puedan cuidar sus hijos. Amáles de forma práctica, pide a Dios que te de amor por tus líderes y que te dé oportunidades para mostrarles ese amor
Anima:
Escribe una nota agradeciendo por el sermón, estudio, tiempo de adoración o cualquier otro servicio que ese líder esté rindiendo. Agradece por su tiempo para prepararse y servir. Escríbele un versículo bíblico u oración.
Ofrece retroalimentación:
Comparte con tu líder como Dios está hablando a tu vida, te está cambiando o cómo estás discipulando o invirtiendo en la vida de otro. El mayor anhelo de un líder sano lo encuentras en Colosenses 1:28, "Por lo tanto, hablamos a otros de Cristo, advertimos a todos y enseñamos a todos con toda la sabiduría que Dios nos ha dado. Queremos presentarlos a Dios perfectos en su relación con Cristo.” Crece en Cristo. Cuida de tu propia alma, y comparte con tus pastores o líderes como ellos han sido instrumentos de Dios en ese crecimiento.
Llora con ellos, celebra con ellos:
Los líderes tienen muchas cosas que los entristecen: cuando alguien se aleja de los caminos del señor, cuando alguien los juzga injustamente, cuando se sienten solos, por problemas financieros, por problemas en la iglesia o con su familia. Consuela a tus líderes. Cuando tengas razón para celebrar, celebra con ellos. Un día lleva el dulce preferido de tu líder o de sus hijos para que compartan en familia. Toma una fotografía familiar de tus líderes y enmárcala.
Perdona:
Sin duda alguna tus líderes te fallaran. Te sentirás tentada a través de los años a llevar cuentas de sus fallas. No caigas en esa trampa. La palabra nos llama a perdonar “setenta veces siete”. En la primera carta del apóstol Pedro, un líder que tuvo que ser perdonado por sus muchos errores, él escribe a los creyentes dispersos: "El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones. Lo más importante de todo es que sigan demostrando profundo amor unos a otros, porque el amor cubre gran cantidad de pecados.” (I Pedro 4: 7-8). Perdonar es una forma práctica de amar y es la mayor expresión de amor que nos recuerda el evangelio y nos apunta a Cristo cada día. Él murió por nuestros pecados, y nos ha perdonado. Cada vez que pecamos y nos arrepentimos, él nos llama a perdonar una vez más. Así que perdona a tus líderes, y no les guardes cuentas viejas. Y si necesitas tratar un problema, sigue Mateo 18.
Recuerda que tus líderes son tus prójimos:
Envía mensajes de ánimo y exhortación a las esposas de los líderes de la iglesia, que tal vez no estén directamente en el ministerio. Ora por sabiduría, gracia, ánimo y contentamiento. Que no se sientan solas. Que Cristo las llene de propósito y gracia para los retos que tienen que enfrentar en su propias vidas cristianas y ministeriales.
Por último recuerda, sé humilde. Puede ser que algún día de alguna forma serás influencia sobre otros y tengas que enfrentar los retos y dificultades que tus líderes hoy atraviesan: "Del mismo modo, ustedes los más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos; y todos vístanse con humildad en su trato los unos con los otros, porque «Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes». Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.” (1 Pedro 5:3–6)
*Algunas de estas escrituras son de la Nueva Traducción Viviente y otras de La Biblia de Las Américas
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