Me encanta que estés caminando por 1 Pedro de puntillas, sin apresurarte y deteniéndote a observar con detalle lo que Dios tiene que hablarte como una joven que se ha separado para Él. Hoy veremos los primeros dos versículos del capítulo 2, pero antes de entrar de lleno necesitamos descubrir qué relación tienen con los pasajes anteriores (recuerda que esto es una carta y debe ser leída de corrido, la división por capítulo y versículos fue añadida para facilitar la búsqueda).
1 Por tanto, desechando toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación,
2 desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación,
3 si es que habéis probado la benignidad del Señor
¿Te diste cuenta de la relación que tienen estos versículos con los últimos del capítulo anterior? ¡No hagas trampa, lee 1 Pedro 1:22-25!
Pedro nos hablaba acerca de nuestro nuevo nacimiento a través de la Palabra de Dios y cómo esta nos purifica para amar a los hermanos.Y ahora nos llama a desechar todos estos pecados: malicia, engaño, hipocresías, envidias y toda difamación. ¿Viste que todos tienen que ver con la forma en la que nos relacionamos con los demás? Ninguna de nosotras pasaría con buenas notas si examinaran nuestras vidas a la luz de estos pecados. ¿Quién puede llamarse inocente de todos ellos? Y si vamos un poco más lejos reconoceremos que son pecados con los que luchamos diariamente, pecados de los que no nos hemos podido despojar. Los años de colegio y universidad son un escenario que provee muchas oportunidades para ceder a estos pecados contra las chicas que nos rodean, nuestros padres, líderes y hermanos de nuestra iglesia.
Desecha toda malicia
Ya que has nacido de nuevo a una esperanza viva, como has obedecido a la verdad del Evangelio, entonces desecha toda malicia, destruye ese deseo de hacerle daño a otra persona; pon a un lado todo tipo de engaño y de hipocresía, deshazte de la envidia que te produce tristeza cuando otros prosperan y que te produce enojo cuando las cosas que deseas no te suceden a ti y aparta de ti toda acusación que trate de dañar la reputación de otros. En otras palabras quítate esa ropa de maldad que tienes puesta y tirala a la basura. Tú sabes que esto es lo que tienes que hacer, y es probable que lo hayas intentado, pero te preguntas ¿cómo puedo hacerlo?
Desea intensamente la Palabra de Dios
La clave se encuentra en los versículos 2 y 3 , “desead como niños recién nacidos la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis probado la benignidad del Señor”.
Todos estos pecados que no nos permiten amar a plenitud y con toda sinceridad provienen de un corazón que necesita crecer y probar la bondad del Señor. Y la solución para mí y para ti es que deseemos desesperadamente el alimento de Su Palabra para que podamos crecer.
Mi actitud ante la Palabra
“Como niños recién nacidos”, ¿has visto a un bebé llorar por hambre? Mira uno aquí:
Puedes estar pensando que esto no aplica a ti porque no eres una recién nacida en la fe y es importante que entiendas que Pedro no se está refiriendo a eso cuando dice “como niños recién nacidos”, él está haciendo una comparación para que entendamos cuál es la actitud con la que tenemos que venir delante la Palabra de Dios.
¿Tu actitud ante la Palabra de Dios es similar a la desesperación que expresa este bebé? ¿Anhelas con cada fibra de tu ser el alimento que tu alma necesita? ¿Tienes hambre espiritual?
En ocasiones nos frustramos porque no logramos ser consistentes en nuestra disciplina de la lectura y estudio de la Biblia, y lo atribuimos a que no tenemos un esquema, una buena estrategia o un buen plan y lo que realmente sucede es que en el fondo no tenemos hambre. Y es probable que la razón por la que no sentimos esa hambre que desespera es porque estamos llenas de otras cosas.
Janet Pope lo expresa bien en esta frase:
-No tengo disciplina para leer la Biblia,
-¿Comes 3 veces al día por disciplina?
-No, porque tengo hambre.
-Pues quizás no es disciplina que te falta, sino hambre.
¡Chicas necesitamos tener hambre de la Palabra! Tiremos a la basura todos los desechos con los que estamos saturando nuestra alma.
El efecto de la Palabra en mí
Así como la leche que tomaste cuando eras una bebé y la comida que luego comenzaste a ingerir te ayudaron a tomar el tamaño que tienes hoy, así mismo la leche pura de la Palabra de Dios nos ayuda a crecer y madurar. Exponerte a la Palabra de Dios no quedará sin efecto, producirá cambios, cambiará tu forma de pensar, tu manera de verte a ti misma y de ver a Dios y lo más hermoso: te dará el privilegio de gustar la bondad de Dios.
El alimento de Su Palabra tiene un delicioso sabor y despierta todos tus sentidos a la realidad de que Dios es inmensamente bueno. Ese sabor solo pueden degustarlo quienes hacen de ella su único alimento. Esta es la clave para deshacerte del pecado que fácilmente quiere envolverte, querrás desechar toda malicia y todo engaño, e hipocresías, envidias y toda difamación, como vimos en el versículo 1.
El resultado del crecimiento
¿Has escuchado que todo ser vivo, nace, crece se reproduce y muere? Pues en este caso el final no es el mismo, porque no hemos nacido de una simiente que muere, sino de la Palabra de Dios que permanece para siempre. Por ella naciste de nuevo, a través de ella te sostienes, con ella creces y por ella vivirás eternamente.
Mira como lo dice la NTV:
“deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación.”
Nuestro crecimiento espiritual confirma que somos hijas de Dios, que verdaderamente somos salvas por gracia. Cada día nos acercamos un poquito más a la imagen de Aquél que nos salvó, a Aquel que es la Palabra de Dios encarnada. Su nombre es Jesús.
Para reflexionar
- Pídele al Señor que te muestre en cuales de estas áreas necesitas crecer en arrepentimiento: Malicia, engaño, hipocresías, envidias y difamación.
- ¿Deseas la Palabra de Dios con desesperación y urgencia? Toma un momento y pídele al Señor que ponga hambre en ti.
- ¿De cuáles cosas estás llenando tu alma? ¿Redes sociales? ¿Conversaciones vanas? ¿Entretenimiento que te aleja de la verdad de Dios?
- Pídele al Señor que te permita gustar de Su bondad.
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