“Feminismo”… quizás has escuchado esa palabra, tienes una vaga idea de qué se trata pero no sabes a ciencia cierta si es bueno o malo. ¿No es gracias al feminismo que las mujeres tienen mayor participación en la sociedad? ¿No gozamos ahora de mayores libertades y disfrutamos de más derechos? ¿Entonces por qué atacar el feminismo?
Si este planteamiento ha rodado por tu cabeza, queremos ofrecerte una guía breve acerca de qué es el feminismo de manera que puedas desenterrar algunas ideas preconcebidas en tu corazón,
¿Cuál es la definición del feminismo?
El feminismo (del latín femĭna, mujer, hembra, e -ismo) es un “ismo”, como el ateísmo, humanismo, el Marxismo… El “ismo” nos indica que se trata de una corriente filosófica, una doctrina , un sistema de ideas.
Es un conjunto heterogéneo de ideologías y de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad entre hombres y mujeres.
¿De dónde salió feminismo?
La raíz del feminismo, como de toda filosofía que no se apega a la verdad, tuvo su origen en el Edén, cuando Eva decidió en convertirse en su propia autoridad y confiar en su propia “verdad”. El pecado invirtió el orden de los roles que Dios había establecido para el hombre y la mujer y ambos a causa de la caída poseen la tendencia de tomar posiciones que no le corresponden.
El movimiento de la liberación femenina tomó un mayor auge a inicios de los 60’s, mientras el mundo respiraba un aire revolucionario, las mujeres siendo un estrato social poco favorecido también se unieron al fervor de protesta por sus derechos.
¿Cuáles eran los motivos por los que las feministas luchaban?
En el concepto más básico ellas luchaban a favor de la igualdad de roles y derechos entre el hombre y la mujer.
¿Qué había detrás de su propuesta?
Ellas querían ser dueñas de sí mismas, querían igualdad en el mercado laboral, no querían ser amas de casa por “default”. Buscaban actuar independientemente de los hombres, tener el control de la natalidad, la legalización del aborto, todo lo que quitara el peso del hogar, la maternidad y el cuidado de los niños sobre sus hombros. Ellas luchaban por ser soberanas en sus decisiones y preferencias.
¿Cómo era la mujer en ese entonces?
La mujer, de manera general, tenía una visión cristiana de su rol (aunque no fuera cristiana) estos eran los valores que permeaban la sociedad de occidente. Ella valoraba la fidelidad conyugal, estaba de acuerdo en que el hombre era el proveedor y protector de su familia y la responsabilidad primaria de la esposa era cuidar el hogar y educar a los hijos en un ambiente de respeto y admiración por su marido.
¿Qué eventos hicieron que las mujeres cambiaran de opinión?
Durante los 1950 una mujer filósofo, francesa, Simone de Beauvior propuso que para que las mujeres vivieran como seres humanos necesitaban demandar sus derechos, rebelarse colectivamente contra los hombres, y derrocar todas las estructuras sociales que hubieran construido los hombres y mantuvieran a las mujeres en servidumbre. Ella animó a las mujeres a dejar sus hogares y destruir la visión tradicional del matrimonio, la maternidad y la moralidad.
Años más tarde Betty Friedan se apoyó en este pensamiento y realizó un cuestionario para la reunión del 15avo aniversario de su promoción universitaria. Ella les preguntó a sus amigas cuáles eran sus niveles de satisfacción siendo esposas, madres y amas de casa. Ella pudo ver el desencanto y descontento que reinaba entre ellas y eso le sirvió como premisa para escribir lo que se convertiría en una bomba, su libro “La mística de la feminidad”. En el cual ella plantea que había un problema que no tenía nombre y ese era que la infelicidad de la mujer se debía al rol que la “sociedad” le había impuesto. Ella proponía que la mujer debía cuestionarse y rebelarse contra la labor de ser madre y esposa y construir un mejor plan de vida que incluyera preparación académica, una carrera con el fin de lograr algo importante en la sociedad.
En resumen su grito era: ¡Nosotras –mujeres– no confiaremos en ninguna autoridad que no sea nuestra propia verdad personal!
Esto fue una ola que fue creciendo, en el 1968 se reunieron 200 mujeres en Chicago para celebrar la Primera Conferencia Nacional de Mujeres a favor de esta revolución y ya para el 1970 (solo dos años después) más de 20,000 mujeres estaban marchando en la 5ta Avenida de Nueva York.
¿En qué se ha convertido la mujer en los últimos 50 años?
En solo unas décadas pasamos de la mujer servía a y atesoraba a su familia, su esposo, sus hijos y su comunidad a una que se sirve y se exalta a sí misma y busca su propia felicidad.
¿Dónde radica el problema del feminismo?
La premisa fundamental del feminismo es que las mujeres deben confiar sólo en su propia verdad personal, promueve que ninguna mujer debe someterse a ningún poder externo. Esta ideología se contrapone con la verdad de la Biblia, dejando de lado el diseño de Dios. El hombre y la mujer no pueden auto-definir sus roles y mucho menos redefinirlos. La única verdad absoluta es la Palabra de Dios, no lo que ningún ser humano diga de sí mismo.
¿Entonces, si las mujeres en su roles de esposa y madre no eran felices, por qué debemos retomar esos roles?
Betty Friedan obtuvo un diagnóstico correcto pero la solución que propuso era totalmente errónea. La felicidad de la mujer no radica en su autorrealización o en el rol que desempeña, se encuentra solo en Cristo. No hay ser humano en el planeta que pueda llenar el vacío que todo ser humano tiene.
Cristo es el único capaz de llenarnos, y el único camino hacia la satisfacción plena. Por el poder del evangelio, tanto la mujer como el hombre, pueden retomar su diseño de creación y vivir una vida centrada en Cristo, desempeñando sus respectivos roles.
¿Cómo nos ha afectado este movimiento?
Hoy en día vemos mujeres buscando su libertad y satisfacción en todo lo que las “libere” de los roles tradicionales con los que las mujeres han sido estigmatizadas. Ellas viven como si fueran dueñas de sus vidas, pero hay algo que no pueden ocultar y es que están sobrecargadas jugando múltiples roles, exhaustas, deprimidas y si vamos al fondo en realidad no son felices. Los matrimonios no son estables y los niños están desatendidos, es como si las palabras de Friedan en su libro hubiesen sido proféticas:
"No hay forma alguna de que ningún hombre, mujer o niño escape de la naturaleza de nuestra revolución".
La ausencia de las mujeres en sus hogares ha afectado terriblemente a toda la sociedad.
¿Cómo se puede reparar el daños?
La única cura para esta horrible pandemia y para todas las distorsiones del corazón es el Evangelio. No se trata primordialmente “corregir” los roles, porque estos no son el fin del ser humano, se trata de colocar a Dios en el trono de nuestras vidas y hacer de Su Palabra nuestra suprema autoridad. Es tiempo de que volvamos a las Escrituras para conocer la verdad de Dios y vivamos para su gloria, no la nuestra. Solo de esa manera la mujer encontrará satisfacción y podrá asumir su papel dentro del hogar, la iglesia y en la sociedad. Solo así ella podrá vivir de una forma coherente con el Evangelio.
¡Solo en Cristo se puede encontrar libertad plenitud y abundancia!
Bibliografia
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