Evita el peligro de la adultescencia

Cuando leí el término “adultescencia” por primera vez, dejé mi cabeza fija. Subí mis ojos y los moví súbitamente como quien intenta encontrar en el cerebro algún registro de definición. Para mi sorpresa, no había algo concreto en mi base de datos. Pero por cierta agilidad, obtuve la ventaja de llegar a deducir. Me parecía una mezcla entre la etapa de la adolescencia y la adultez. Así que, como no es bueno conformarse, decidí extender mi búsqueda. Esta vez en fuentes externas que me permitieran completar la comprensión de esta nueva palabra, que a partir de hoy les aseguro formará parte de mi vocabulario.

Este término es el que trata de explicar un fenómeno que cada vez más se está haciendo muy común en personas que se supone, por su edad y por múltiples factores naturales, deberían asumir la vida con madurez. A muchas se les pasa el tiempo y no parece haber una congruencia entre edad y comportamiento. No es directamente proporcional su edad cronológica con sus actitudes y desempeño. Este fenómeno de la adultescencia no está exento de verse en nuestra vida espiritual. Debemos evitar a toda costa caer en este mal. Porque, si ya naciste de nuevo, el Señor espera ver frutos en crecimiento y maduración.

Si no maduras es terrible para todos

Puedo recordar, cuando di a luz a mi primera hija, una de las cosas que más me preocupaba era si tendría un desarrollo apropiado. Al tiempo que ella debía empezar a gatear no lo hizo. Pasaban los meses y ella no empezaba. Esta etapa era crucial para las otras que vendrían. Si ella no gateaba tendría diversas dificultades, entre ellas problemas con su proceso de lecto escritura. Fue un alivio que justo en el momento en que ya terminaría esa etapa, ella comenzó a gatear. Gatear en la etapa adecuada, ayudó en su proceso de crecimiento integral y nos alegró a todos.

Cuando no maduras es terrible para todos. Para ti porque no puedes vivir conforme a la voluntad de Dios para tu etapa de vida y la forma en que Dios puede usarte es muy limitada. Y es terrible para los que están a tu lado porque no estás siendo ejemplo. Es terrible porque no estarás permitiendo el avance de tus hermanos. Sí, aunque no lo creas tu importas en el cuerpo de Cristo. Dios espera que “…crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.” Efesios 4:15-16 LBLA. Tu madurez es importante para la vida de la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Es importante para el plan de Dios.

Esperanza en medio del peligro

Es terrible ver como los efectos de la adultescencia parecieran replicarse en la vida de algunas creyentes. Y es que simplemente hay muestras de cambios; pero no así, de evidencias de crecimiento y peor aún, de madurez. El Señor espera que nos desarrollemos adecuadamente. Pero, como sabemos, nuestras vidas de este lado del sol están limitadas por las consecuencias del pecado. Vemos como el plan original de Dios se ha visto manchado. Aún con eso, Él mismo se ha provisto de una solución que llega a nosotras providencialmente con la envoltura del Evangelio. Gloria a Dios por su hermoso plan de avance para nuestras vidas. Cristo es la esperanza en medio del peligro de la adultescencia.

Avanza a un extraordinario plan perfecto

Lo que Dios ha planeado es “... que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” Efesios 4:13. El conocimiento que Pablo nos plantea es uno que es pleno. Va desde el inicio de tu conversión y se extiende a medida que vas adquiriendo una mayor comprensión de la santidad de Dios y una mayor conciencia de pecado. Ese conocimiento se refiere también a la intimidad que es guiada por una vida de devoción al Señor mediante la lectura de su palabra y la oración. Al hacerlo, vas descubriendo la belleza de Cristo y todo lo demás palidece. Dios anhela que crezcamos en ese conocimiento de su hijo. Y su deseo expresado en esta carta a los efesios, nos muestra la intención de que eso ocurra aquí. Aunque es un proceso que durará mientras estemos en esta tierra de los vivientes y que seguirá hasta que lleguemos a verlo cara a cara, es su deseo que iniciemos y avancemos.

Por eso quiero compartirte 4 vías seguras para evitar el peligro de la adultescencia espiritual:

1. Planifica crecer mientras confías en el Señor

Planea tu crecimiento, proponte cambios. Debes tener el estándar celestial a la vista. Si no sabes a dónde quieres llegar, ya llegaste. Fija tu meta y elige el estándar de Cristo; porque Dios quiere que llegues a su estatura. Si Cristo es tu meta nunca dejarás de crecer.

El hecho de que planifiques no quiere decir que todo depende de ti. Proverbios‬ ‭3:5a nos da un sabio consejo al respecto: “Confía en el SEÑOR con todo tu corazón”. La voluntad del Señor es que dependamos de él plenamente. Que nos rindamos en entera y total confianza. Que esa confianza impulse tu avance. Pon tu vida en las manos del Maestro y él te capacitará para el cambio.
 

2. No te apoyes en tus capacidades

“y no te apoyes en tu propio entendimiento.” Proverbios‬ ‭3:5b

La segunda recomendación del proverbista es a no depender de tus capacidades, porque simplemente habrás comprado un ticket al fracaso. En la vida espiritual las fórmulas son diferentes. Más confianza en Cristo, menos confianza en ti y los resultados serán extraordinarios. No apoyarte en tu propia opinión sacará de ti tus ilusiones de suficiencia y las dejarán a un lado dando lugar solo a aquel que puede hacer todas las cosas. Te llevará a despojarte de tu propia sabiduría. Y te llevará a devolverte a él en confianza y seguridad.

3. Rodéate de personas maduras que te reten a crecer

En este caminar hacia la madurez debes saber que sola no podrás. Es necesario que te rodees de personas maduras que puedan servir de estímulo y reto en tu vida espiritual. Personas a quienes puedas referirte cuando estés rumbo a desmayar o en medio de situaciones grises. Crecerás en el estudio de la Palabra al ver a otros haciéndolo, aprenderás a orar, orando con otros. Dios las relaciones con creyentes maduros como medios de gracia para ayudarnos en nuestro avance y en nuestra santificación progresiva. Para retarnos a ir hasta la estatura del varón perfecto. Para llevarnos a la madurez.

Así que te animo a buscar a alguien de tu iglesia local y empieza el trayecto de compromiso de rendición de cuentas.

4. Confía en el poder del Evangelio

Con todo este telón de fondo, pudieras decir que la batalla está ganada. Pero este es solo el inicio de la batalla. Debes permitir que la verdad del Evangelio gobierne tus pensamientos. Con una confianza que está dirigida por la alta conciencia de tu insuficiencia. Esperanzada de que Él va a obrar poderosamente. Debes confiar en aquel que la buena obra empezó. Cristo mismo se encargará de completarla. El Espíritu Santo que está en ti obrará eficientemente. Confía en los poderosos frutos del Evangelio.

Piénsalo

Piensa en dónde estás ahora. Si estás avanzando en tu vida espiritual. Piensa en cómo vas a tomar estas vías para evitar la adultescencia espiritual. Te animo a ir en oración y pedirle al Señor que por medio de su Espíritu Santo te guíe. Que te dirija a elegir a alguien te sirva de estímulo y a quien puedas rendirle cuentas. Que te dé hambre y sed de su Palabra. Y que te produzca en ti el querer como el hacer por su buena voluntad hacia la madurez.

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Sobre el autor

Viannelys Román de Oller

Hija de Dios. Esposa de Esdras Oller, pastor De la Iglesia Cristiana De la Gracia (ICGracia), una iglesia naciente en Punta Cana, Rep.Dom. Sirve dirigiendo el ministerio de mujeres en ICGracia, donde, además, junto a otras hermanas, imparte enseñanzas bíblicas … leer más …

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