Estoy sola en mi habitación, siento que mi cuerpo está en llamas, no puedo dejar de pensar en sexo. ¡Auxilio!
Intenté varias cosas para saciar mi deseo sexual, pero todo lo que hacía solo lo calmaba temporalmente. ¿Qué me está pasando? ¿Acaso me estoy volviendo loca? ¿Soy adicta?
En ese momento no veía la gravedad de mi problema, estaba ciega ante mi cautividad. ¡¿Cómo llegué aquí?!
Mi deseo sexual desordenado era solo un síntoma de la condición de mi alma.
Yo no sabía en ese momento que mi alma necesitaba algo mucho más que satisfacción sexual. Había algo mucho más profundo. Yo buscaba algo o alguien que llenara el vacío que llevaba dentro…buscaba intimidad, aceptación, amor.
Llevaba toda mi vida alimentando mis deseos y mis sentimientos. Lo que quería, lo hacía; con quien yo quería salir, salía. Mi desesperación sexual era solo una consecuencia de ser guiada por mí y no por Dios.
Jesús justamente nos enseña un ejemplo en Mateo 7:24-27 de cómo se ve una vida guiada por Él y cómo se ve una vida guiada por lo que sentimos. Habla de dos personas que edifican su casa. Una pone en práctica lo que Jesús dice, edifica su casa sobre la roca y aunque pasa por pruebas y tormentas, su casa no se cae. Mientras que la que oye y no hace lo Jesús dice, edifica su casa sobre la arena, pasa por las mismas pruebas y tormentas, y es grande su destrucción.
Tú y yo estamos edificando nuestra vida. La pregunta es: ¿vamos a edificarla sobre la base de lo que Dios dice o sobre la base de lo que sentimos?
Creo que no vemos la magnitud de las consecuencias que traen el ser guiadas por lo que sentimos y el escuchar a este mundo que ha sido muy astuto en distorsionar la verdad de Dios sobre el sexo y sobre nuestra identidad. De hecho, el mundo es experto en ocultar o contradecir todo lo que es verdad y nos ha hecho creer que lo más importante es ser guiadas por lo que sentimos o por lo que se siente bien.
¿Acaso estamos ciegas ante el desorden, confusión y muerte que esto ha causado?
La gente está teniendo relaciones sexuales con las personas que se les antoja sin necesidad de compromiso o intimidad. El sexo ha perdido su valor. ¿Consecuencias? Enfermedades venéreas, millones de bebés son abortados cada año por embarazos no deseados porque no sienten que es el momento de ser padres y un bebé estorbaría con sus planes de vida. ¡Y ni se diga todo el dolor que este estilo de vida ha ocasionado en la vida de cada mujer!
Los jóvenes están desesperados por identidad. Cientos de suicidios ocurren cada año porque no le encuentran valor a su vida. Chicos sometiéndose a múltiples cirugías para parecerse a alguien que sienten ser. Mujeres que ya no sienten ser mujer y deciden por sí solas ser hombres. Otros que mejor ya no sienten ser ni mujer ni hombre y se autollaman no binarios (ni hombre ni mujer).
Ser guiadas por lo que sentimos ha traído un caos en nuestro mundo y en nuestra vida. ¿Qué debemos hacer? ¡Debemos correr a la verdad y someter lo que sentimos a lo que Dios dice!
«¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra». -Salmo 119:9
¿Qué dice Dios sobre el sexo? Aquí te va la maravillosa noticia: el sexo fue idea de Él. ¡Exacto! ¿Puedes creerlo? Dios lo inventó y lo diseñó con un propósito. En Génesis 1:28, Dios le dice a Adán y Eva que sean fecundos y que se multipliquen y que llenen la tierra. Bueno, para lograr ese objetivo, se debe tener mucho sexo. Y algo extraordinario de nuestro Dios es que nos creó con órganos específicos que sirven para dar placer. Así que, el sexo no solo es para procrear, sino también es para disfrutar. Dios es un Dios bueno. Todo lo que hace es bueno y cuando la creación responde ante Su diseño, todo funciona bien.
Dios diseñó que el sexo fuera disfrutado dentro del matrimonio en intimidad y compromiso entre un hombre y una mujer. Ahí hay bendición. Él se glorifica cuando dentro de este orden el sexo es disfrutado.
Amiga que quizás, al igual que yo, pecaste por ignorancia o por un corazón duro al no guardarte hasta el matrimonio para tener relaciones: ¡ten ánimo, tenemos a un Dios que se complace en perdonar! Ve, arrodíllate en tu cuarto a solas y confiesa tu pecado. Fiel es nuestro Dios que nos perdona y nos limpia de toda maldad (1 Juan 1:9). ¡Hay esperanza!
Te cuento que, poco después de que Dios me salvara, conocí al que ahora es mi esposo. Nos sometimos a Su diseño y orden para el matrimonio y pude tener una boda súper especial con mi vestido blanco y con una alegría inmensa de haber sido perdonada y limpiada por mi Padre en quien encontré todo lo que mi alma tanto necesitaba.
Ahora bien, quiero darte algunas recomendaciones para tu lucha:
- No camines sola. Busca a una mujer en tu iglesia que camine contigo y te dirija a Cristo y a Su palabra y que esté orando por ti.
- Sé radical con el pecado. Colosenses 3:5 dice: «Haced morir, lo terrenal en vosotros» (RV 60). No dice: «Disminuye o hazlo menos». ¡Haz cambios radicales para ayudarte con esto!
Ejemplos:
- Si batallas con pornografía o masturbación en la noche, saca tu celular o tu computadora de tu cuarto. Mantente ocupada en las cosas de Dios, lee un libro, limpia tu cuarto, etc. No dejes que tu mente divague en cosas que te llevarán a buscar saciar tu deseo sexual, que sabes que al final te dejará más insatisfecha.
- Si hay un chico (o chica) que te busca para tener sexo, bloquéalo o cambia de celular, haz lo necesario para ya no verlo.
Y lo más importante: ¡sigue a Jesús!
¿Recuerdas la historia en Juan 8 cuando una mujer fue sorprendida en adulterio? Jesús le dijo: «Vete; y desde ahora no peques más». Justo después Jesús les dice a todos los que estaban ahí: «Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida» (Juan 8:1-12 NBLA).
¿Cuál es la solución para no andar en cosas que no le agradan a Dios y que te hacen daño? Sigue a Jesús y haz del Salmo 119:11 tu oración: «Dios, ayúdame a atesorar tu palabra en mi corazón para no pecar contra ti».
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