Yo solía aburrirme cuando escuchaba los mensajes de salvación. “Eso es para los que aun no son salvos” pensaba. Esto no aplica para mí ahora que soy salva – como si el Evangelio fuese un asunto de una vez y listo. Fui salva cuando tenía 4 años de edad. Eso está en el pasado; quería pasar a vivir una vida cristiana madura. “Dame los sermones acerca de conocer la voluntad de Dios, pureza, amar a mi prójimo y el matrimonio”.
Quería escuchar las cosas que se aplicaban a mí en aquella etapa de mi vida. Luego fui a la universidad, y por la gracia de Dios, caí de rodillas ante Cristo. Él se movió de manera poderosa en mi corazón y me llevó a entender una verdad— una increíble verdad que movió mi mundo— y es, que el Evangelio es mi vida. A causa de Cristo y por Su obra en la cruz fui salva, no para olvidar lo que Él hizo por mi allí, sino para caer a Sus pies adorarle, crecer en Él y parecerme cada día más a Él. Yo estaba destrozada y fue increíble ver lo que yo pensaba que sabía acerca de la vida cristiana cambiar radicalmente. ¿Su cruz? Su cruz lo cambia todo, antes simplemente no lo entendía.
Yo creía que Jesucristo me había salvado, pero no comprendía que el Evangelio debía convertirse en el fundamento de mi vida. El Evangelio no es un hecho aislado. Es el medio por el cual somos salvos y es el poder por el cual vivimos para Cristo.
El Evangelio es la base de nuestra acción de gracias
Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en Él, arraigados y edificados en Él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.
Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Col. 2:6–7;13–15
Este pasaje nos dice que abunde en nuestros la acción de gracias, y Pablo nos dice la razón por qué: porque Cristo nos ha dado vida con Él, perdonando nuestros pecados y cancelando nuestra deuda. ¿Quieres tener alegría? ¿Quieres cultivar un corazón agradecido? Comienza con el Evangelio. Medita frecuentemente acerca de tu Salvador. Estudia la Biblia. Deja que la verdad del Evangelio penetre tan profundamente en tu alma, que no puedas pasar un solo día sin alabar al Señor por lo que Él ha hecho.
Gratitud por el Evangelio en Acción de Gracias. Estamos disfrutando de una temporada con un énfasis especial en dar gracias.
No sé ustedes, pero a veces me siento como que estoy presionando a mi cerebro, diciéndole que debe dar gracias, porque se supone que esté agradecido. Sin embargo, he descubierto que la presión para que el cerebro esté agradecido no siempre funciona. El Evangelio cambia eso. Nos hace estar realmente agradecidos sin necesidad de presión cerebral a decir "estoy agradecido por: esta lista de cosas”. Una vida enfocada en el Evangelio cultiva la gratitud de una manera genuina. ¿Y si pasamos esta temporada meditando en el Evangelio de Cristo? Elige un pasaje de la Escritura y medita en él, lucha con él pidiendo al Espíritu Santo que guíe tus pensamientos. Practica oraciones diarias de gratitud a Cristo.
Aquí hay algunas escrituras de la Biblia e ideas para ayudarte a empezar.
1. Ve profundo en estos versos:
Salmo 103
Colosenses 2:6-15
Tito 3:3-7
Isaías 53
2. Elige uno de los 4 Evangelios y lee el libro completo esta semana. Reflexiona en la vida de Jesus, su crucifixión, entierro y victoriosa resurrección.
3. Mientras lees, subraya versos que te llamen la atención. Escribe sobre ellos en una libreta de apuntes. Haz notas en los márgenes de tu Biblia.
4. Ora a través de Salmos que expresen gratitud. Aquí hay algunos:
Salmo 65
Salmo 67
Salmo 92
Salmo 98
Salmo100
Salmo111
Salmo145
Salmo150
5. (Si hablas inglés)Ponte tus audífonos y escucha estos podcasts
6. Toma una taza de café, encuentra un silencioso, busca una manta y ve el video “Jesus, un nombre poderoso”. Todo se trata de Cristo. Ora en tu corazón para que seas movido a un profunda gratitud por nuestro Salvador.
7. Dedica una buena cantidad de tiempo de oración agradeciendo a Dios por Su regalo de salvación. Dale gracias a Él por como ha cambiado tu vida, ora versos de las Escrituras y ora por aquellas personas que necesitan el Evangelio.
¿Como ha cambiado tu vida el glorioso Evangelio? ¿Cómo te ha hecho más agradecido? ¿Vas a pasar tiempo dando gracias a Cristo esta semana? Déjame saber.
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