¿Es la Palabra de Dios tu autoridad?

Autoridad. ¿Qué piensas cuando lees esa palabra?, ¿cómo te hace sentir ese concepto? En mis años de adolescente pensé que la autoridad estaba relacionada con reglas impuestas por otros que me privaban de la libertad de hacer lo que yo quisiera. Veía la autoridad como el antónimo de todo lo que podía ofrecerme diversión.

Mi mamá, los maestros, líderes en la iglesia o la policía… todos ellos encajaban en una misma categoría. Ellos querían dictar lo que yo debía hacer y me enmarcaban dentro de sus límites. Aunque no se notara, en el interior de lo que por fuera se veía como una niña buena, había un rechazo pasivo a la autoridad. Un deseo escondido de hacer las cosas a mí manera.

Esta inclinación que se sentía tan natural dentro de mí no se originó de la nada, es parte de la naturaleza que heredé de Eva. Cuando Dios, su autoridad suprema, le entregó todo lo que necesitaba para su felicidad y le privó de aquello que iba a hacerle daño. Su corazón no se conformó con la voluntad de un Dios bueno y amoroso. Ella decidió convertirse en su propia autoridad. Ella quiso decidir por sí misma y definir lo que era bueno y malo.

¿Resultado? Todo terminó en destrucción y dolor.

¿A mí manera?

Muy pronto Eva descubrió que la vida “su manera” no era mejor. Que su Creador había tejido Su soberana voluntad a su bienestar y que debajo de su Consejo estaba su satisfacción. Y todo inició cuando ella puso a un lado lo que Dios le había dicho, prestó sus oídos a una mentira y la consideró en su corazón. Ese es el proceso para desviarnos de la verdad y quedar atrapadas en la mentira.

¿Ves? Así como Eva, en el momento en que rechazas la autoridad de Dios expresada en su Palabra, tu corazón engañoso te hace creer que estás obedeciendo tu propia voluntad. ¡Pero no es cierto! Justo en ese instante, las mentiras que has creído pasan a ser tu autoridad y como lienzos te envuelven hasta que quedas completamente ciega a la realidad. Corres de la autoridad de Dios en busca de supuesta libertad, y terminas enredada en el pecado…

¿A quién o a qué le estás cediendo la autoridad en tu vida? ¿Cuáles son las voces que tienen cabida en tu corazón? ¿Dónde se encuentra la fuente de tu identidad? ¿A cuáles mentiras le estás prestando tus oídos? Yo puedo decirte cuales fueron esas voces en mis años de adolescente, fueron las de mis amigas, las de los artistas de moda, las canciones que escuchaba en la radio, las películas y programas de televisión (muchos de ellos completamente inapropiados para mi edad). Es increíble, siendo una jovencita inmadura me consideraba lo suficientemente capaz para decidir qué era mejor para mí.

A la manera de Dios

Al final de cuentas mi rechazo ante la autoridad humana no era más que el resultado de mi falta de sumisión a la autoridad de Dios mismo y su Palabra. Cuando me vi reflejada en ese jardín, rechazando la autoridad de mi Creador, me di cuenta que al hacerlo también estaba rechazando todo bien. Me encontré al igual que Eva, perdida, pero en Cristo encontré el camino de vuelta al lugar al cual pertenezco. Su sumisión y obediencia al Padre -en mí lugar- me permitió saborear la dulzura que se encuentra al situar mi vida (mis anhelos, mis emociones, mis planes, ¡mi todo!) debajo de la autoridad de su Palabra. 

¡Tengo la libertad de correr a la cruz todos los días y rendirme a Su voluntad! ¡Oro que tú también puedas encontrar libertad! Haz de la Palabra de Dios la única autoridad en tu vida, deja que ella te moldee y te haga crecer a la imagen de Cristo.

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra. 2 Timoteo 3: 16-16

¿Te identificas conmigo? ¡Es hora de rendirte! Pídele a Dios que te conceda el arrepentimiento y llénate de Su Palabra.

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Sobre el autor

Betsy Gómez

Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano … leer más …

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